Capítulo 1. Who I am?
Mis padres no entendían qué era lo que me pasaba, había cambiado de la noche a la mañana sin ningún tipo de explicación. Había pasado de ser su hijita alegre e hiperactiva para convertirme en una chica triste y parada. Ni yo misma entendía qué era lo que me había pasado. Cuando me miraba al espejo ya no veía a la misma, la Eva que me devolvía la mirada no era la Eva que yo había sido siempre.
Había decidido un tiempo atrás en cortarme la melena castaña, ahora el pelo no me llegaba casi a los hombros y por detrás estaba casi rapado del todo. Mi vestuario había cambiado por completo, me había deshecho de todas las prendas de colores vistosos por otras de colores apagados. Había dejado de escuchar la música Pop de moda en español para comenzar a escuchar punk rock, y heavy metal en inglés.
Mis padres observaban cada día con más sorpresa el cambio que había pegado, no solo en la manera de vestir, mis gustos musicales y corte de pelo, había cambiado también mi forma de actuar, de hablar y de andar. Había pasado de ser la Eva modosita y estudiosa de quince años, a la Eva pasota y macarra de casi dieciocho años.
¿Quién había tenido la culpa de este gran cambio? La verdad es que ni yo misma lo sabía. Había crecido en un pequeño pueblo perdido en España, rodeada de paletos que solo se preocupaban en beber y fumar como idiotas. Nadie en el pueblo compartía mis gustos, solo de vez en cuando veía a algún tipo con una camiseta de los Maiden, pero por lo general todos eran raperos y adolescentes sin neuronas. ¿Tal vez había sido culpa de la conexión a internet? Era verdad que hasta los quince años, edad en la que comencé a buscar música nueva por el ordenador, no había tenido sitio en el cual poder buscar mis nuevos gustos. Pero no creía que eso hubiera sido lo que me había cambiado.
Podía ser, también, que hubiera sido yo misma la que quería pegar este gran cambio. A lo mejor solo había estado buscándome a mí misma y por fin me había encontrado. Pero de una cosa estaba segura, esto, todo esto, no era lo que yo había pensado en tener.
Toda mi vida había soñado con ser arqueóloga, en estudiar una carrera que tuviera que ver con Ciencias, e ir por todo el mundo descubriendo huesos de dinosaurios y objetos valiosos antiguos. Había sido con este nuevo cambio que había encontrado mi gran meta, ir por todas las ciudades del mundo con una cámara de fotos y un ticket para cualquier concierto de los grupos que adoraba.
Este sueño podía haberse hecho realidad este año, el dos mil once, para ser más exactos el veinticuatro de junio del año dos mil once, pero por culpa de ya no ser la Eva estudiosa que había sido toda mi vida no iba a poder cumplir uno de mis grandes sueños.
Sabía que quedaban unos cuantos meses para que eso ocurriera, y que de aquí a tres, cuatro, meses la vida puede dar muchas vueltas. Sabía también que si me ponía las pilas durante estos pocos meses que quedaban mis padres me iban a dejar ir. Pero en lo más profundo de mi corazón sabía que las entradas se iban a acabar, y que iba a pasar el día veinticuatro sentada en mi cama, con la música a todo trapo y llorando sin parar…
Pero, ¿qué se le podía hacer? Todo esto me estaba pasando por ser una completa gilipollas que piensa que los milagros pueden ocurrir solos…

Capítulo 2. Another bad influence.
- ¡Estoy harta de que me digáis qué es lo que tengo que hacer!
Cerré la puerta detrás de mí con fuerza. Todos los días acababa discutiendo con ellos por mi actitud. No se habían dado cuenta de que ya no iba a ser como ellos querían que fuera. Ya no. Nunca más.
Llevaba dinero justo para coger el autobús que me llevara a la ciudad. Sesenta céntimos de euro. ¿A dónde iba a ir? Quien sabía. Lo único que me apetecía en esos momentos era alejarme de la casa de mis padres por un tiempo. Alejarme de esa casa que me hacía tener ganas de llorar y romper algo. No veía la hora de irme de allí para siempre. Y si esto seguía así iba a tener que quedarme por un maldito año más.
De lo único que tenía ganas era de acabar mis estudios de bachillerato para irme durante un mes a Nueva York yo sola, sin padres, sin tener que depender de ellos, poder perderme en una ciudad grande con miles de cosas que hacer. Porque en la ciudad donde vivía, y en su defecto el pueblo, no tenía nada interesante que proponer a una persona de casi dieciocho años. Pero Nueva York… Eso era otra cosa.
No recuerdo muy bien en qué parada era en la que me había bajado. Solo me acuerdo de que necesitaba caminar sola. Y eso hice. Maldije por no haberme llevado una cazadora conmigo. No es que hiciera mucho frío, casi estábamos en primavera, pero una chaqueta aunque fuera fina no venía nunca mal.
Decidí parar en cualquier sitio. Me senté fuera de un portal a mirar a la poca gente que pasaba enfrente de mí. Observé que gran parte de ella se metía en uno de los bares cercanos de la zona. No parecía un bar normal. Fuera se congregaba un montón de gente con cazadoras de cuero.
Sin pensármelo dos veces me acerqué hacia allí y entré yo también dentro. No tenía dinero para cogerme una cerveza, puesto que lo había gastado en el viaje en autobús. Pero en seguida, uno de los tipos que había visto fuera, ahora se había quitado la cazadora e iba en camiseta sin mangas, se me acercó y me preguntó algo que no conseguí llegar a entender. Al cabo de unos segundos se volvió a acercar y depositó una botella de cerveza en mi mano derecha. Le observé sin entender nada, no entendía por qué era tan amable conmigo… Se dio la vuelta no sin antes guiñarme un ojo.
Resultó ser uno de los guitarristas que tocaban esa noche en el bar. No dejaba de mirarme un solo segundo, incluso sonrió varias veces y me guiñó el ojo otras tantas. La verdad es que no entendía por qué yo tampoco podía quitar mi mirada de él. Ni siquiera atendí a lo que estaban tocando. Mi mente solo estaba para seguir observando al tipo de pelo largo.
Pasó como media hora. El grupo había dejado de tocar, y los componentes bajaban del escenario. Intenté no mirar hacia donde el guitarrista. Pero éste me estaba mirando a mí, y se acercó como lo había hecho antes de tocar. Me sonrió y yo solamente pude mirarle.
Después de ese momento no volvimos a separarnos. A mí se me había olvidado la pena que sentía al pensar en que el día veinticuatro de junio no iba a poder estar en Madrid sacando fotos, ni disfrutando del concierto que podía ser el mejor de mi vida. Pero había encontrado algo, más bien alguien, en el que poder apoyarme siempre que quisiera.
Another bad influence… como solía decir mi madre…

Capítulo 3. He, my freedom.
Las cosas con él iban bastante bien. Ocupaba casi todo mi tiempo. Y a pesar de que mi madre le llamaba una mala influencia no lo era. Él había sido quien me había convencido para que no dejara los estudios. Que aprobara todo aunque solo fuera por la satisfacción de no tener que hacer de nuevo segundo. Yo le hice caso.
Cuando no estaba con él los viernes, en los ensayos de su banda, me quedaba en casa estudiando para mis exámenes.
Mis tres únicos amigos en el colegio alucinaban con mi repentino buen humor. Me preguntaban, no sin cierto deje de sorpresa, qué era lo que había cambiado para que estuviera así y yo solo contestaba: Eric. Ninguno de los tres sabía quién era. No salían conmigo, ni siquiera teníamos los mismos gustos musicales, así que nunca habíamos salido juntos.
Aquel viernes había salido nubloso. Habían vuelto a bajar las temperaturas, llevaba unos días así. A mí no me importaba, incluso me gustaba mojarme bajo la lluvia.
Había quedado con él como siempre. Había bajado en autobús, como siempre. Pero desde la parada de autobús al bar me calé hasta los huesos. Cuando entré por la puerta Nick, uno de los amigos de Eric, me dio una de sus camisetas de grupos de música poco conocidos. Ese día había tocado una de Murderdolls.
Le miré sin entender su rapidez.
- Sabía que no habías traído paraguas –fue lo que me dijo.
Pocos minutos después apareció Eric. Me sonrió como solía hacer y mi cara se iluminó al verle de seguro. Siempre me pasaba cuando estaba delante o le veía después de estar una semana entera separados.
Luego llegaron los que faltaban y comenzaron a ensayar. El ensayo iba más o menos bien, pero a Eric le pasaba algo y se confundió varias veces al final. Paul, el guitarrista y cantante, paró de tocar de repente y todos se quedaron mirándole.
- ¿Se puede saber qué es lo que te pasa últimamente?
Ahora todas las miradas se volvieron hacia Eric quien se puso rojo.
Cuando acabaron el ensayo y se fueron todos a sus casas, Eric se propuso para llevarme a la mía en coche. Acepté sin pensármelo dos veces.
El guitarrista había dejado su coche a unas pocas manzanas de donde estábamos. Como seguía lloviendo, y ninguno de los dos llevaba paraguas, fuimos corriendo.
Todavía siento mi corazón latir con fuerza a causa de nuestra carrera al coche. Sigo sintiendo la sensación de libertad de ese momento.
Una vez me hubo acercado a casa y paró el coche en frente de ella, Eric me pidió que me quedara un momento para hablar. Recuerdo la forma en la que me miraba, como si fuera lo más maravilloso del mundo. Sus ojos verdeazulados me sonreían con picardía.
Aún recuerdo cada una de las palabras que me dijo aquel día, con exactitud, sin modificar ninguna. Se habían quedado grabadas en mi memoria. Lo que me dijo Eric, nunca, nadie me lo había vuelto a decir, ni siquiera él… Pero eso es otra cosa que ahora no viene al caso…
- Eva –había comenzado a decirme -, debo decirte esto cuando antes. Porque no puedo guardármelo por mucho tiempo más. No sé si tú sientes lo mismo o no, pero en estos momentos me importa bien poco. Tengo que decirte, y sé que va a sonar muy cursi, que desde el momento en el que te vi en el bar no he podido parar de pensar en ti. Sé que somos amigos, y que si no sientes lo mismo, esto va a joder nuestra amistad, pero quiero que sepas que te amo. Más que a nada en el mundo, y que…
- Eric –le interrumpí. Mi corazón latía con demasiada fuerza.
- Dime.
- Yo… yo no. A ver, quiero decir que… yo, yo. Dios –me había quedado trabada.
Lo único que pude hacer en ese momento fue acortar la distancia que nos separaba, y sin dejar de mirarle a los ojos le di un corto beso. Era la primera vez que me atreví a hacer una cosa así. Noté una agradable sensación en mi cuerpo a causa del beso. Eric sujetaba mi cara con su mano derecha con delicadeza después de separarnos. Fue el beso más mágico de todos, y también mi primer beso.
Después de eso no volvimos a separarnos cada vez que nos veíamos que era casi siempre.

Capítulo 4. Gahenna.
¿Crees? ¿Te desvaneces como un sueño? Déjame oírte respirar. Déjame verte dormir. Las promesas se cambian en juicios. No puedo negar que fuiste diseñado para mis castigos. La sangre y el cuerpo. Controlar el corte, sin costuras. Enséñame tu corazón, enséñame a acabar esto. Atados a una escena. Tesoro, ¿me puedes ayudar? Por fin puedo ser yo. Pero no quiero ser yo. Libera mi corazón cortado, dame de ti, lo quiero. No puedo mantener una apariencia normal nunca más… Dejaré todo, como todo el mundo. Por fin puedo ser yo…
Con Eric todo iba bien, tranquilo, a nuestro ritmo, pero bien después de todo. Los chicos de su banda se reían de nuestra relación cuando nos poníamos a besarnos delante de ellos. Pero yo sabía que estaban celosos porque sus novias los dejaban a los dos días de estar con ellos, y nosotros llevábamos casi mes y medio juntos.
Sabía que aún nos quedaba demasiado tiempo para poder estar juntos, pasarlo bien, disfrutar de la compañía del otro, pero hacía unos días que no aguantábamos más, necesitábamos más el uno del otro. Y eso, en cierto modo, se notaba. Se notaba en la manera en la que nos tratábamos mutuamente, en la forma que teníamos de besarnos, de estar siempre juntos. Porque esa era otra, Eric venía a visitarme en los recreos y después de clase. De vez en cuando, me acompañaba a casa por la tarde en al autobús, pero solo los días en los que yo no tenía que estudiar.
El último fin de semana antes de los exámenes finales, es decir, en la semana del dieciséis al veintidós, cuando mis padres se fueron del pueblo al de mis abuelos con mi hermano, Eric vino y se quedó en casa. Sabía que debía estudiar fuerte para poder acabar el curso, pero era el único momento en el que podíamos hacerlo.
Vino el viernes por la noche, justo una hora después de que mis padres se habían ido. Cuando llamó yo estaba encerrada en mi habitación estudiando historia, la asignatura que más miedo me daba. No me gustaba, y eso se notaba en mis bajas notas, es más, sólo la aprobaba en los exámenes de recuperación. Fui a abrirle la puerta de arriba, porque era esa la que había sonado, seguro que le había abierto algún vecino.
Cuando le vi allí, plantado, con su pelo largo, ahora se lo había cortado un poco, recogido en una coleta, los pantalones rotos y sus ojos verdeazulados, me dieron ganas de abrazarle con fuerza. Pero como había previsto, no pude hacerlo, porque la vecina estaba detrás de él, observando.
- ¿Qué, a pasarlo bien, no? –preguntó con su voz chillona y riéndose de su propio chiste.
- ¿A ti qué te importa?
Cerré la puerta después de que Eric había entrado en la casa.
La música estaba a tope, había elegido All hope is gone de Slipknot. La mayoría de las canciones eran ruidosas y así los vecinos no contaban cosas a mis padres, solo que la música estaba alta.
No sabía cómo empezar, ni cómo debía actuar, y creo que Eric tampoco sabía mucho sobre el tema. Me besaba, acariciaba y todo eso, pero sus actos eran torpes. Aunque, a decir verdad, yo no lo noté en ese momento. Yo solo me fijaba en la manera con la que me trataba, mi cabeza solo estaba en lo que íbamos a hacer, o ya habíamos comenzado.
La suave presión que la ropa me producía en mi cuerpo desapareció cuando Eric me la quitó. Su sonrisa se hizo más ancha en su boca, se acercó a mí y me besó con dulzura. Pero yo necesitaba más, y estaba segura de que él quería dármelo.
Por fin podía mostrarme cómo era en verdad, no hacía falta esconderme en esa piel desconfiada que siempre había enseñado por fuera. Eric me comprendía y me quería, y eso era todo lo que podía pedir.
No sé a qué hora fue que me desperté al día siguiente, la música ya había acabado, y estaba segura que mucho tiempo antes. La persiana estaba a medio subir medio bajar, y un poco de sol entraba por la ventana. El brazo de Eric me rodeaba bastante aflojado así que pude levantarme y bajar la persiana del todo, aún así se podía ver bastante. Volví a escurrirme entre las sábanas. Me lo quedé mirando dormir un momento antes de darle un pequeño beso en la comisura de los labios y quedarme dormida de nuevo.
Fue el momento más feliz de mi vida.

Capítulo 5. New York.
Sabía que íbamos demasiado rápido pero me importaba más bien poco. Era la primera vez que me pasaba lo de ahora y quería disfrutar de ello.
Pero uno de los planes que Eric tenía con su banda estuvo a punto de separarnos.
Quedó conmigo a solas para poder contármelo con calma. Nos fuimos a uno de los parques de la ciudad. Íbamos cogidos de la mano hasta que quiso sentarse en uno de los bancos. Le vi encenderse un cigarrillo y mirarse las manos durante un largo rato. Comenzaba a impacientarme porque no me decía qué era lo que pasaba.
- ¿Vas a hablarme de eso tan importante? –le pregunté.
- Me voy a Nueva York.
Noté en ese momento cómo mi corazón se paraba de repente. No había entendido muy bien. O tal vez sí pero no quería creérmelo…
- Pero, ¿para siempre o solo durante el verano?
- Nos han conseguido un trabajo permanente. Eva, me gustaría que vinieras con nosotros.
- No, no puedo. Debo ir a Pamplona a estudiar fotografía –le dije con tristeza.
- Puedes estudiar en Nueva York. John nos ha dicho que puedes…
- Pe-pero…
- Tú piénsatelo. Puedes cumplir tus sueños de ir a Nueva York y de estudiar fotografía –dijo cogiéndome de la mano -. Yo, elijas lo que elijas, te esperaré.
Aquella noche no conseguí dormir. Estuve todo el rato dando vueltas por la cama. Quería ir a Nueva York con Eric, pero me habían cogido en Pamplona y debía ir. Por otro lado, podía hacerlo en Nueva York… mas nada me aseguraba de que me fueran a coger.
No quería dejar a Eric, de eso estaba segura, así que la respuesta estaba aclarada ya.
Al día siguiente, el último día que Eric y los chicos iban a estar en la ciudad, fui a hablar con él para darle mi respuesta. Sabía que mi madre no lo iba a aceptar, pero quería estar con mi novio y por él iba a donde fuera.
Para mi sorpresa mamá estuvo de acuerdo. Conocía mejor a Eric, sabía que ya no era una mala influencia, aunque nunca lo había sido de verdad, y estaba encantada de que su hijita hubiera crecido tanto y tan rápido. A veces mi madre me dejaba en estado de shock.
De todas formas si me hubiera dicho que no podía ir con Eric a Nueva York me hubiera ido.
La noche antes de irnos me quedé en casa de mi novio a dormir. Así no tenía que levantarme pronto para coger el avión.
Recuerdo que aquella noche no dormimos mucho. Nos era imposible controlarnos al estar tan cerca el uno del otro. Aunque tarde o temprano íbamos a tener que hacerlo de todos modos, teníamos que aprender a controlarnos…
Cuando llegamos al aeropuerto de Nueva york y estábamos recogiendo nuestros equipajes, una voz nos habló desde detrás de nosotros. Esa voz me produjo un escalofrío por todo mi cuerpo. La había reconocido. Fue en el momento en el que me di la vuelta y noté sus ojos en los míos, cuando supe que no iba a poder olvidarlos tan fácilmente.
Esos ojos y esa voz estaban predestinados a aparecer en mis sueños durante unos cuantos meses…

Capítulo 6. Three is company, four…
Billie se había convertido en mi mejor amigo, algunas veces tenía problemas para entenderle, pero me iba acostumbrando al idioma.
El verano pasó rápido. Eric había conseguido llevarme a ver a Avenged Sevenfold en concierto, ya que no había podido ir al que dieron en Madrid el veinticuatro de junio.
John me había encontrado hueco en una escuela de fotografía en Nueva York y a la banda de Eric contrato con una discográfica americana.
Era mi primer día en la escuela de fotografía, el día de mi cumpleaños y en el que Eric volvía de California. Se habían ido a grabar y yo me había quedado en la ciudad con Billie Joe. Había echado mucho de menos a Eric, peo el guitarrista de Green Day intentaba todos los días que no me pusiera triste. Me invitaba a ver American Idiot el musical todos los días que había función, y luego cenábamos todos juntos.
El día había salido con intención de llover. Grises nubarrones tapaban el cielo. De todas formas me gustaban los días así…
Salí a la cocina ya que Billie Joe me había hecho el desayuno. Me sonrió cuando me vio.
- Buenos días, bella durmiente –me dijo besándome en la mejilla -. ¿Cómo se siente el cumplir dieciocho?
- Igual que siempre…
- Te llevo yo a clase, ¿vale? –comentó después de un rato en silencio.
- Genial…
Había creído que el primer día iba a ser poco cansado, que nos iban a explicar un poco lo que íbamos a hacer, pero me equivocaba. Nos mandaron una pila de trabajos impresionante… Al menos me lo iba a pasar bien.
No hice ningún nuevo amigo. Todos me miraba raro por ser española, o por mi forma de vestir. O por algo que se me escapaba. Al menos estaba acostumbrada…
Cuando las clases acabaron se puso a llover. Menos mal que Billie me esperaba debajo de un paraguas. Me dio un beso en la mejilla como siempre y nos fuimos hacia el apartamento de John a esperar a los chicos.
John se fue a por cervezas y nos quedamos Billie y yo solos en la sala de estar. Eric y los chicos llegaron bastante pronto. Cuando mi novio vio que solo estábamos nosotros dos se enfadó un poco bastante.
- No es lo que parece… Deja que te explique…
Pero era demasiado tarde. Había llegado a una conclusión equivocada. Había dado media vuelta y se había marchado pegando un portazo.
Cuatro días sin saber nada de él. Cinco y comenzaba a quedarme sin lágrimas. Seis y me mandó un mensaje despidiéndose. Una semana y todo se escapó de mis manos.
Eric había conocido a otra, una de sus tantas fans. Me enteré al entrar en un bar con Billie Joe. Noté cómo mi corazón se rompía en mil cachitos. Al ver mi expresión Billie me llevó a una esquina apartada de la discoteca.
- No debes sufrir por él –dijo mi amigo.
- No puedo no hacerlo.
- Ya encontrarás a alguien que no se celoso.
Se había acercado demasiado a mí. Podía ver con claridad cada parte de sus facciones. Sus ojos me recordaron a un prado en primavera.
Notaba una agradable sensación en todo mi cuerpo. No quería que acabase. Cuando le quité la camiseta acaricié cada uno de sus tatuajes. Primero los de los brazos y luego los del pecho. Su piel se erizaba al contacto con mis manos. Sus labios besaban los míos. Posé mis manos en su cinturón y se lo desabroché dejando que cayeran los pantalones. Billie me tumbaba en la cama. Me quitaba la ropa deprisa. Me apretaba cada vez más a él. Acariciaba mis muslos haciéndome perder el control.
Dábamos vueltas en la cama. Nos besábamos con desesperación. Nuestros pies se enredaban todo el rato. Sus manos agarraban mi cuerpo, y las mías su espalda. Ninguno de los dos conseguíamos cerrar nuestras bocas.
Yo quería que siguiera dentro de mí. Lo acercaba más a mí. Estaba volviéndome loca. Nada se comparaba a lo que me estaba haciendo sentir Billie Joe. Nunca antes había sentido esto dentro de mí.

Capítulo 7. Dead streets.
Di varias vueltas por las calles antes de entrar en casa. Estaba atardeciendo pero todavía había luz en las calles, pero para mí era como si estuviera todo oscuro. Acababa de salir del trabajo agotada y todo lo que necesitaba y quería en ese momento era llegar a casa y descansar. La masa de gente de Nueva York me llevaba hacia donde quería. Millones de hombres trajeados me observaron con atención pasar entre ellos. Mujeres arregladas como para ir de boda y pintadas hasta las cejas me miraban con asco mal disimulado. Yo iba con mi pelo cortado algo raro, medio lado algo rapado y otro lado largo, mi chaqueta de cuero, mis converse y mis pantalones rotos, acompañada con mi fiel cámara. Nunca había encajado entre toda esa gente, y ya era demasiado tarde como para cambiar por ellos.
Me tropecé con varias personas que iban más o menos vestidas como yo, pero ninguno de ellos era él. Llevaba casi cinco años esperando cruzármelo por la calle, observar sus ojos verdeazulados una vez más, sentir que solo yo era el foco de su atención y sentir que me amaba como yo lo hacía, pero sabía que no podía encontrármelo. No porque ya no viviera ni nada de eso, simplemente porque estaba de gira con su grupo y su novia.
Cuando llegué a la calle donde estaba situada mi casa ya se había hecho de noche por completo, la luz de la luna hacía que las farolas y los árboles que decoraban la calle arrojaran sombras fantasmagóricas y que más de una vez llegara a asustarme por nada.
A lo lejos había un hombre apoyado en la pared. Se había encendido un cigarrillo y miraba hacia donde yo estaba. A pesar de estar completamente a oscuras llevaba unas gafas de sol gigantes en la cara. Su pelo negro le caía por encima de las gafas. Cuando me acerqué a él pude ver cómo sonreía atontado.
Me dirigí hacia donde estaba, acerqué mi cuerpo al suyo y deposité un suave beso en sus labios. Él me respondió con energía, pero en mi cabeza solo se repetía una única frase: no son los labios de él, olvídalo ya de una vez. Y yo intentaba hacerle caso, pero nunca lo conseguía.
Cuando nos separamos Billie Joe acarició mi cara con el dorso de su mano con ternura. Siempre había sido así conmigo y yo casi nunca le había correspondido de la misma forma. No entendía cómo después de tantos años recibiendo casi cero cariño por mi parte me había pedido que viviéramos juntos. No nos habíamos casado, ninguno de los dos estaba preparado para dar ese paso, y así estaba bien, al menos por ahora…
Pero las cosas no se quedaron como estaban, los humanos somos muy caprichosos, pero el destino lo es más aún, si cabe…

Capítulo 8. Loneliness.
No entendía cómo era que habíamos llegado hasta ese punto… Cómo había llegado el momento de decirle adiós para siempre… Nunca me perdonaría no haberle dicho una sola maldita vez que le quería, y ahora aquí estaba, una de las pocas personas que habían venido a su funeral, mirando la lápida donde ponía su nombre y odiándome por no haberle dicho todas las cosas que tenía que haberle dicho…
Miré una vez más su nombre grabado en la piedra y con lágrimas apenas visibles, a causa de la lluvia que caía, salí de aquel campo santo y me dirigí dando tumbos al coche. Cerré la puerta con fuerza y dejé caer mi cabeza por sobre el volante del automóvil.
Mis lágrimas seguían cayendo y afuera se oía la fuerte lluvia caer y chocar contra el cristal de mi coche.
Puse el vehículo en marcha y me dirigí hacia el vacío departamento que antes compartía con Billie Joe.
Cuando llegué el olor del ex cantante de rock chocó contra mi nariz produciendo más tristeza en mi interior, si eso era posible. Seguía sin entender cómo podía haberse ido para siempre, por qué tenía que estar muerto…
Mi quité la chaqueta y las zapatillas como pude y me tumbé en la cama bocabajo cerrando los ojos con fuerza. Necesitaba que ese horrible sentimiento en mi pecho desapareciera de una vez por todas, pero no lo hacía…
Me vino a la mente el color verdoso de los ojos de mi ya fallecido novio. A continuación, su hermoso y perfecto rostro, su sonrisa desastrosa que tantas veces me había ayudado. Al cabo de un segundo cerró la boca para dejar más a la vista sus labios, el de abajo más carnoso que el de arriba; los labios que tantas otras veces habían besado los míos y mi cuerpo al completo. Su pelo negro brillaba y se movía a causa del sol y del viento. Iba vestido con su ya cotidiana ropa, sus pantalones negros algo caídos que dejaban ver su cinturón con tachuelas y sus bóxers negros; una camiseta de manga corta con rayas negras y azules oscuras que dejaban ver sus tatuajes; y sus converse negras.
Billie Joe alzó un brazo y lo apoyó en mi hombro, con el otro rodeó mi cintura y me atrajo hasta él. Todo esto lo hizo con su hermosa sonrisa en su rostro, todo el rato. Un poco más tarde colocó sus labios sobre los míos y me besó como nunca antes lo había hecho con vida. Pude notar como aparecía el rubor en mis mejillas… Hasta en sueños conseguía que apareciera…
Abrí los ojos poco a poco dejando que la luz de la mañana penetrara en ellos… Todo había sido un sueño… Me negué a creer que el beso no había sucedido de verdad, me negué a pensar que no había sido verdad, incluso me negaba a creer que estaba muerto… A pesar de haber ido a su entierro el día anterior… Me negaba a creer que ya nunca más me iba a besar, que no me iba a hablar, que no iba a sentir nunca más su risa en mis oídos, su tacto en mi cuerpo, que no íbamos a hacer el amor nunca más… Esto no podía estar pasándome a mí, no ahora que todo parecía que iba a estar bien, Billie Joe Armstrong no podía estar muerto…
Billie Joe seguía vivo, en mi memoria, y siempre lo iba a tener presente. Me acostase con quien me acostase. Besara a quien besara. Billie iba a seguir dentro de mí, en cada poro de mi ser, en el más pequeño rincón de mi cuerpo, iba a seguir siendo mío y solo mío para el resto de mi vida… Y le iba a seguir amando, aunque ya no pudiera besarle, tocarle o simplemente estar a su lado…

Capítulo 9. November Rain.
Cuando miro dentro de tus ojos puedo ver un amor contenido… Nada dura para siempre, y sabemos que los corazones pueden cambiar, es difícil mantener una vela en esta fría lluvia de Noviembre. Hemos pasado por esto durante mucho, mucho tiempo, intentando matar el dolor. Pero los amantes vienen y van, y nadie está completamente seguro de a quien está dejando ir hoy, alejándose. Si pudiéramos tomarnos un tiempo, para dejarlo sobre la línea, podría descasar mi cabeza sabiendo que fuiste mío, todo mío. Pues si quieres amarme entonces no te contengas o acabaré caminando en la fría lluvia de Noviembre.
Sé que es difícil mantener un corazón abierto cuando hasta los amigos parecen hacerte daño… y cuando temes hundirte y las sombras aún permanecen sé que todavía puedes amarme cuando no hay nadie a quien puedas culpar, pues no importa la oscuridad, aún podemos encontrar un camino, porque nada dura para siempre, ni siquiera la fría lluvia de Noviembre…
Necesitaba caminar, me daba igual el frío, me daba igual la lluvia, solo quería caminar. Hacerlo hasta que las piernas me dolieran, hasta que mis pies no pudiesen más. Tal vez encerrarme en un bar, pedirme una copa, una cerveza o cualquier cosa que me hiciera olvidar… Necesitaba no volver a sentirme de esa forma…
Quería que los recuerdos que amartillaban mi cabeza se fueran de una vez por todas, pero sabía que si lo hacían por completo iba a acabar por matarme…
No sabía qué hacer. Lo único que se me ocurría era seguir caminando, fuera a donde fuera que mis pies me llevasen…
Notaba mi pantalón pesado y mi cabello completamente mojado. Ya casi ni podía andar, ni levantar la vista para saber si alguien pasaba en frente de mí, aunque claro, ¿quién iba a pasear por la fría lluvia de Noviembre a eso de las doce y media de la noche? Solo una loca sin nada que hacer como yo…
Pero justo cuando pensaba eso me choqué con alguien tan loco o incluso más que yo.
Oí mi nombre, creí habérmelo imaginado, pero el tipo con el que me había chocado había pronunciado mi nombre. Levanté mi cabeza y le miré a los ojos, su color verdeazulado me devolvió la mirada. Nunca iba a poder olvidarme de esos ojos, ni del rostro de aquel hombre, y mucho menos su sonrisa…
- ¿Estás bien, Eva? –preguntó en un suave susurro.
- N… no…
- ¿Necesitas algo?
- Ir a casa –fue lo primero que se me ocurrió decirle, y lo que me moría por decirle.
- ¿Dónde es que vives?
Le dije donde era que vivía y él me acompañó. No entendía qué era lo que estaba haciendo, por qué ahora, de repente, se ofrecía a ayudarme, cuando hacía mucho tiempo que no nos veíamos…
Una vez en la casa Eric encendió todas las luces y me sentó en el sofá. Luego fue a la cocina y volvió con dos cervezas en la mano, me tendió una, pero yo se la rechacé, las cervezas me recordaban a Billie porque éste se bebía cuatro todos los días. Luego pronunció algo parecido a como quieras y se sentó al lado mío sin decir nada más (aunque tampoco hacía falta que dijera nada más).
Al darse cuenta de que no estaba para hablar y que no comentaba nada, fue él el que rompió el hielo.
No recuerdo muy bien qué fue lo que me dijo, algo sobre su ex novia y su grupo de música. No escuché una sola palabra de su monólogo, tenía ya bastante con mis propios problemas, y no necesitaba saber de los de otra persona.
Tampoco recuerdo muy bien cuando fue que le interrumpí besándole mediante un estúpido impulso. Solo sé que necesitaba que parara de hablar estupideces que no le importaban ni siquiera a él mismo. Necesitaba también volver a sentir algo hacia otra persona, aunque fuera la que me abandonó hacía muchos años, la persona que me dejó por una estúpida confusión, necesitaba el beso y eso era lo único que me importaba en esos momentos.
Pero, mucho menos recuerdo cuando fue que nos marchamos a la habitación que yo compartía con Billie Joe, ni siquiera logro acordarme qué hora era cuando nos quedamos dormidos juntos…

Capítulo 10. We’ll find a way…
El estado de la nación, violación. Una promesa rota es tan buena como una mentira. El infierno es enorme, el diablo está entre nosotros. Arderemos porque no nos uniremos. No vamos a atestiguar más libertad. ¿Dónde está la gente? ¿Les necesitamos? Preferiría luchar que dejar a otro morir. Nosotros somos el problema pero también somos la solución. Toda esperanza se ha ido. Si quieres no me lo puedes quitar de mí. Si piensas que puedes, todavía no me conoces. Déjame decirte, cuando lo digo, lo digo en serio y siempre tendré el derecho de defenderlo.
Cincuenta segundos, cientos de asesinatos… El proyecto de ley de derechos es una factura de venta. ¿Qué es lo que harás cuando la guerra se haya acabado? ¿Qué vas a hacer cuando el sistema falle? Hemos hecho la presencia, obsoleta. ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué necesitas? Encontraremos un camino cuando toda esperanza se haya ido. Hemos visto la caída de la elite. Denunciar tu vida, llevarse tu enfermedad. Vamos a acabar con el mundo…
Los desgraciados son los heridos, los hambrientos murieron de hambre. En un lugar donde nadie va, el mismo aliento es el aliento final… Yo soy la razón por la que tu futuro sufre. Soy el odio que tú no abrazas. Soy el gusano de una distinción pura. Soy el remedio, escupe en mi cara. Todas tus mentiras y guerras son obsoletas. Todos tus temas son juegos de la mente, puedo recitar un millón de razones. Pero no importa cuando lo único que amamos, morirá.
No era lo que había imaginado. No podía haber imaginado aquel día de dos mil diez que esto iba a ser así. No me lo creía ahora, mucho menos podría haberlo hecho antes.
Alguien, no diré Dios porque apenas creo ya en él, le debo de caer muy bien para poder tener una nueva oportunidad en mi vida.
Me acababa de mudar a Londres, recibí una oportunidad para trabajar en la revista Kerrang! y decidí aceptarla. Necesitaba cambiar de aire, empezar de nuevo una vida distinta a la anterior. Lejos del recuerdo de Billie Joe y Eric. Lejos de todo lo que me había pasado en Nueva York. Tanto de lo bueno como de lo malo.
No. Eric no ha venido conmigo. Aquella noche fue nuestra última noche. Se lo dije luego por la mañana. Era lo mejor que podía hacer. Doloroso, eso sí. Pero la mejor opción al fin y al cabo. Sé que vaya donde vaya estará presente, más incluso que Billie, pero era mejor así. Que fuera solo un recuerdo, nada más…
Estaba corriendo. ¿Por qué razón? No lo sabía. Pero me dijo que corriese y yo le hice caso. Se puso a agitar los brazos, pronunciando mi nombre. El aire movía su cabello. Le alcancé, me cogió de la mano y seguimos corriendo. A continuación, nos adentramos entre la multitud y saltamos con energía.
- Te dije que iba a estar lleno –dijo frunciendo el ceño.
Yo me reí con ganas.
¿Que quién es? Bueno, su nombre es Jason, lo conocí en mi segundo día en Londres, y nos hicimos inseparables.
Es una mezcla entre Billie y Eric. Se parece más a Eric que a Bill pero tiene los ojos del mismo color verde que los del cantante de Green Day.
Tal vez fue eso lo que me atrajo de él…
Toda una vida para llegar a este momento. Había vivido demasiado en demasiado poco tiempo. Ocho años desde que conocí a Eric, unos meses menos desde que conocí a Billie. Dos días menos desde que comenzásemos a salir juntos. Siete años y medio desde el día que murió.
Veinticuatro años, ocho horas, cuatro minutos y dos segundos de mi vida bien aprovechados, o malgastados. Dependiendo de cómo lo mire.
Ahora solo quedaba disfrutar del concierto. Saltar, cantar, sacar fotos y estar con Jason. Notar como el pantalón y camiseta, con el nombre de Slipknot, se pegaban a mi piel a causa del sudor.
Luego llegar a casa, invitar a Jason a pasar, ducharnos juntos, tal vez hacer el amor y luego despertarme a su lado al día siguiente…
No quería que mi mundo volviera a fallar como siempre, necesitaba vivir el momento, sin preocupaciones y nada más que pasar la vida feliz… Porque… ¿Para qué preocuparme si al final tanto Jason como yo íbamos a acabar muriendo?
-We all need that person who can be true to you. Te haré la chica más dichosa del planeta. Estaré ahí para ti cuando me necesites y cuando no, también. Sabes que lo haré.
Sabía que lo haría. Daría mi corazón por él si fuera necesario, aunque esperaba que no sea nunca necesario.
Necesitaba a alguien como Jason al lado mío y había decidido que así fuero, pero no a alguien como él, si no a él. Al verdadero Jason. Alguien que me quería por cómo era. La persona que era verdadera para mí. Junto a él nada importa, no importa nada porque al fin y al cabo, lo único que amamos acabará por irse, tarde o temprano…
Y ahora agradezco a ese grupo de música, llamado Slipknot, que dijera aquella vez en una de sus canciones:
We’ll find a way…
when all hope is gone…
FIN
Agradecimientos de All hope is gone:
-En primer lugar, a quien sea que me inspiró para hacer esto.
-A “Judie” por estar siempre ahí aunque duela. Gracias, chica invisible. Gracias, alter ego. (Sonó a St. Jimmy, so what?)
-También a mi sentido del humor que me ha servido para seguir subiendo esto a pesar de tener solo un comentario.
-A Mara, la que siempre lee, todo lo que sea. Aunque sea una chufa.
-A la gente invisible que debe leer pero no comenta, ni da señales de haberlo leído. También hay un hueco para vosotros.
-A mi madre por aguantarme desde que escribo cosos así.
-A Eric y Jason que sé que están perdidos por ahí, haber si aparecen pronto por mi vida. Y a los gemelos Matt y Jason por inspirarme en ellos.
-A Billie Joe, a quien siempre amaré por encima de las cosas. Siento su muerte en la fic, de verdad. Espero que vivas muchos más.
-A los Tré y Mike de mi cabeza por quejarse y al final aceptar el no estar en la historia.
-A Avenged Sevenfold por ser unos putos, pero muy sexis. Espero veros el 24 de Junio♥
-A Slipknot por poner título a la historia.
-A Word, Photoshop, Little book of conspirances, los bolígrafos y demás utensilios por no joderse con la historia esta.
-Y por último a la canción Espionage y The Call of Ktulu por martillarme la cabeza.
Expulsado por Andie a las 0:13 del 17 de abril de 2011.
P.S. ¿Alguien se dio cuenta de que Eric y Jason casi parecían la misma persona? ¿Y qué fue del simpático de John? ¿y de Nick y Paul?
Hum… ni yo misma los recordaba… ¿Es eso un problema?
Creo que sé la solución… Jason era el hermano perdido en inglés de Eric. John acabó decidiendo volver a su antigua pasión, coleccionar sellos antiguos, y no se le volvió. Y Nick y Paul, regresaron a España, acabaron casándose. El segundo tiene dos hijas, pero Nick es estéril, lo que causó que ella se fuera con otro, y él se volviera gay.
Y sigue The Call of Ktulu en mi cabeza ._______________.
P.D. Ya en el principio y la cago, lo sé... no hace falta que digan nada xDD