Prólogo. Su historiaAntes de nada me voy a presentar… Mi nombre es Billie Joe Armstrong… Pero no voy a hablaros de mí (ya que vosotros me conocéis mejor que yo a mí mismo), la protagonista de esta historia se llama Andie (así cómo suena) pero la llamaban Dookie para casi todo; sí, lo sé, un nombre estúpido que solo viene por algo igual o más estúpido aún, le encantaba ese disco.
Dookie era una adolescente de dieciséis años, española, y con toda una vida por delante. Pero no le gustaba lo que le había tocado tener. Su familia era de clase normal a la que no le faltaba de nada, y vivían en la pequeña comunidad de la Rioja.
Tenía una única amiga llamada Ali, de un año mayor. Ali y Dookie eran inseparables; no se conocían de toda la vida, pero para nuestra protagonista fue la salvación conocerla; iban al mismo instituto y ambas estudiaban arte.
Dookie la esperaba a la salida como todos los días. La gente le miraba raro pero no le importó. Su ropa: unas bermudas rotas y camiseta de The Ramones. Alta, pelo castaño, ojos marrones y si sonreía se le podía ver el aparato que llevaba. A su espalda su mochila negra.
- Hola –la saludó su amiga -. ¿Qué tal el día?
- ¿Acaso no se nota? Todo una puta mierda, Carla no hace más que joder con lo del concierto.
- Ya la conoces, Dookie. Pero tranquila, Green Day vendrá dentro de unos años –añadió Ali.
- Y los veremos de cerca.
- Claro que sí.
- ¿Dónde vamos hoy? –preguntó Dookie como siempre.
- A la mía. Mis padres no están.
Anduvieron hacia casa de Ali cómo la rutina indicaba. No importaba que estuvieran los padres de su amiga; si estaban comían todos juntos, y si por el contrario se habían ido se calentaban lo primero comestible del frigorífico. Dookie envidiaba la relación que tenían Ali y sus padres, la verdad es que no aprecia mucho a los suyos cómo a ella le gustaría, siempre andaban a lo suyo, no les importaba que su hija no tuviera casi amigos, tampoco la regañaban a menudo, simplemente vivían en dos mundos paralelos pero completamente distintos. Los padres de Dookie solo estaban para adorar a su hijo mayor, y en cierto modo ella había crecido sola, o al menos eso daba a entender siempre que hablaba de ellos.
Pero he de decir que la verdad, más bien, era otra. Sus padres le daban todo lo que pedía; así es como consiguió a su guitarra, BeJota (otro nombre bastante estúpido), tan solo fue decirles que le gustaría tener una, y a los pocos días se la compraron, eléctrica, blanca y como ella quiso; y así con todo lo que Dookie pedía. También se preocupaban de que su hija tuviera cuantos más amigos mejor, pero ella despreciaba a todos los que ellos le presentaban, la mayoría de ellos pijos hasta la médula. Lo que pasaba era que no la dejaban ir al concierto que dábamos ese año en Madrid, era en una ciudad lejana, casi imposible poder llevarla y ellos tenían que trabajar; desde entonces comenzó a odiarles cada día un poco más.
Las dos adolescentes llegaron a su destino sin abrir la boca un segundo. Comieron espaguetis, y una vez acabaron entraron en la habitación de Ali. Dookie cogió una cinta de vídeo VHS y la introdujo en el aparato.
Vieron el vídeo dos veces en la tarde; como podéis imaginar era uno de nuestros conciertos en alguna ciudad perdida en algún lugar del mundo.
Sabían qué era lo que yo decía en cada momento, e incluso podían llegar a saber lo que estaba pensando durante lo que duraba el recital solo con ver mi expresión de la cara.
- ¿Tenemos noticias nuevas sobre el concierto? –preguntó Ali apagando la cinta una vez se acabó de nuevo.
- No. Ojalá se cancele y los fans que vayan se queden con las ganas de verlos en directo.
- Dookie, pobre gente.
- No los compadezcas. Eso es lo que nunca hay que hacer.
- ¿Sabes? A veces me das miedo.
- ¿Y eso? –preguntó Dookie divertida.
- No lo sé. Impresiones que tengo siempre.
Las dos amigas se miraron intercambiando impresiones en silencio hasta que a Dookie se le ocurrió algo.
- ¿Hacemos los deberes? –a ambas les entró un ataque de risa -. No. Ahora en serio.
- Vale.
Y eso hicieron para no ponerse a pensar de nuevo en el concierto en el cuál ellas no iban a estar.
Una vez acabados, Dookie se fue de la casa. Y mientras andaba a la suya un grupo de amigos se acercaron a ella y comenzaron a insultarla como si nada.
- ¿No es esa la tal Dookie? –preguntó uno de ellos.
- Sí, lo es. La puta punk de mierda del barrio.
La chica siguió caminando como si ellos fueran parte de la decoración de la calle, esperanzada de que tarde o temprano los adolescentes se cansaran de meterse con ella, pero no lo consiguió hasta que entró en su portal.
Subió las escaleras a la carrera, y sin pasarse por la cocina entró a su cuarto cerrando la puerta por dentro.
Esperó a que fuera lo suficientemente tarde y a que nadie estuviera levantado para ir a cenar algo, lo único que consiguió encontrar fue un poco de leche y unos cereales revenidos. La mayoría de los días cenaba lo mismo a las dos de la mañana.

Capítulo 1. Rutina de una fan.
El fin de semana llegó antes de lo que a Dookie le hubiera gustado, los sábados casi nunca tenía nada que hacer.
Como era de esperar no desayunó con los demás habitantes de la casa; sus padres no estaban y su hermano aún dormía ya que había llegado de empalmada y casi acababa de llegar a casa.
Dookie cogió un cruasán y se volvió a su cuarto; lo primero que hizo fue prender el ordenador mientras comía su desayuno. Desconectó al poco rato, no había nada que ver.
- Puta mierda –exclamó algo cabreada.
Se puso a BeJota y estuvo tocando toda la mañana.
Su vida se resumía en lo mismo: buscar cosas de Green Day y soñar con que algún día nos llegara a conocer. Alguna vez cambiaba de planes y se daba una vuelta por el barrio por si había algo nuevo, o incluso miraba en los kioscos revistas de rock para leer algún que otro artículo sobre la música de moda. La gente, la mayoría de ella chicas, de su edad, pintadas hasta el culo, miraba a Dookie como si fuera un error de la naturaleza que no podía nunca ser comprendida.
Y siento mucho desilusionarlas, pero más de una persona la comprende, entre los que, no enorgullezco, formo parte. Yo también fui una de esas personas que, como Dookie, la gente miraba raro, y aún siguen haciéndolo, es más, hay muchas personas que me odian, y solo una pequeña parte, los fans (por ejemplo), que me adoran. Siempre he sido alguien incomprendido excepto por los chicos y por mi esposa. A veces me arrepiento de estar cambiando poco a poco a peor, y de ya no ser tan punk como era en mis momentos de tocar en Gilman’s
Dookie era bastante reservada y algo o muy arisca con las personas de distinto parecer que ella, para que alguien le cayera bien debería tener simpatía por los grupos que a ella le gustaban; por eso y por sus pintas casi nadie se la acercaba. Dookie había conseguido con orgullo se la punk más odiada por las chicas y chicos pijos de su barrio.
- Andie, cariño. ¿Me dejas pasar? –era su madre, Ángela.
- Ya –le contestó Dookie abriendo la puerta y volviendo a lo que estaba haciendo: leer la revista ‘Rolling Stone’.
- Ayer no saliste a cenar.
- Ni ayer, ni nunca lo hago, Ángela.
Su madre le recogía la cama con rapidez, me recordó un poco a Addie cuando alisaba las arrugas de las sábanas de mis dos hijos.
- No sigas enfadad por no haberte dejado ir al concierto de los que son como tú –no había desprecio en su voz solo un inmenso cariño hacia su hija.
- Se llaman Green Day.
- Eso… Pero lo hicimos por tu bien.
- Ya. Recuerdo esa conversación como si fuera ayer.
La verdad no os la he contado. No os he explicado cómo Dookie llegó hasta a planear escaparse de casa para ir al concierto, sola o con la compañía de Ali.
Nos remontamos a cuatro meses atrás. Ali le había dicho a nuestra protagonista que el grupo favorito de ambas llegaba a su país pero en un día que tal vez ellas no podrían ir, porque estarían comenzando las clases. Corriendo, aunque sabía la respuesta, fue hacia el salón donde su padre veía en la televisión un partido de fútbol demasiado animado. Bordeó el sofá hasta ponerse en medio de la visión de Raúl, y puso una de sus mejores sonrisas falsas.
- Papá… -comenzó Dookie.
- ¿Y ahora qué quieres? ¿Un ukulele?
- No. Un concierto de Green Day.
- Lo que diga tu madre –le contestó.
- Vale.
Siempre era la misma respuesta al igual que la de su madre, pero esta vez se puso histérica al oírle a su ‘querida’ hija del alma pedirle que la dejara ir a un concierto punk, en el que, puntualizó, todo el mundo bebía como un poseso, y se chutaba lo primero que veían, por no hablar del cantante y sus compañeros que iba igual o más colocados que el público. (Y razón no le faltaba a la mujer).
- Pero mamá –comenzó a suplicar Dookie -. Sabes que Green Day es mi vida, mi todo. No me puedes dejar sin verlos.
- Puedo y debo jovencita. Tienes solo quince años, cuando tengas dieciocho podrás hacer lo que quieras.
- Já. Te recuerdo que tú huiste de tu propia casa cuando solo tenías mi misma edad.
-Se ha acabado la conversación. A tu cuarto.
Dookie sabía cuando no había más que añadir, se había metido en un campo peligroso del que su madre se avergonzaba, y eso había sido la gota que colmó el vaso de agua.
La adolescente cogió el teléfono y con furia se encerró en el cuartito. Marcó el número de la casa de Ali y su amiga la contestó al segundo toque.
-¿Qué te han dicho tus padres? –preguntó Dookie sin darle a su amiga tiempo para contestar.
-Dookie, va a ser que no vamos.
-Hombre, no jodas. ¿Tus padres molones te han dicho que no?
-Por lo que veo alguien se ha fumado algo. Mis padres nunca han sido molones.
-Lo que tú digas. ¿Nos escapamos o qué? –propuso Dookie.
-Va a ser que no. Lo siento, amiga. Acepta la derrota.
-De acuerdo. Otro año será.
-No hagas nada raro que te conozco –se preocupó Ali.
-Tranquila, esta vez sé que no siempre se puede ganas. Te quiero.
-Te quiero, Dookie.
Colgó el teléfono con rabia, salió de aquel estrecho lugar y se fue a su cuarto dando un fuerte portazo.
Como hacía siempre que estaba cabreada puso el primer disco que encontró (esta vez de Nirvana), y se puso a escuchar música hasta tranquilizarse un poco.
Capítulo 2. Plan de futuro a nueve años.La marca del concierto fallido había desaparecido poco a poco aunque aún atormentaba a las dos amigas. Su amistad se había enfriado un poco, con el fin de curso Ali ya no estudiaba en el mismo lugar que Dookie, y ahora se había quedado sola.
Faltaba poco para que llegara el nuevo siglo y con él nuestro nuevo disco: Warning. Dookie ya contaba los días para tenerlo en sus manos, se podía ver marcado en su calendario donde tachaba los días que le quedaban.
La adolescente llamó el día que supo de la existencia de nuestro nuevo trabajo a Ali, esperanzada de que ella estará nerviosa por ello, pero la contestación más bien fue otra:
- El número al que llama está apagado o fuera de cobertura en este instante –dijo la operadora de Telefónica por el otro lado del auricular.
La chica lo intentó otras diez veces hasta darse por vencida, acabando por dejar un mensaje al cuál Ali no contestó.
Dookie optó por dormirse y por llamarla al día siguiente después de las clases.
La mañana en el colegio fue algo extraña; la gente se movía de un lado para otro con prisa sin siquiera mirarse cuando se chocaban unos con otros. El desconcierto de la adolescente se hizo aún más grande cuando vio a Carla, su eterna rival, acercarse a ella y saludándola como si fuera su igual. Dookie siguió a lo suyo como si eso no hubiera pasado nunca. El verano volvía a las personas muy raras.
La primera clase del nuevo curso fue arte, y como pidieron el año anterior Dookie y sus compañeros de clase tuvieron que dibujar algo que amasen con todo su ser. La compañera de mesa que le había tocado ese año no la conocía del curso anterior, y por su cara de horror y las miradas curiosas de los demás se notaba a veinte kilómetros que era nueva. Dookie no hizo ademán de darse cuenta de ella, simplemente seguía dibujando a su BeJota como si nada. Al contrario que ella, su compañera de mesa observó con asombro el magnífico boceto de Dookie, pero sin atreverse a decir nada al respecto.
Cuando la chica desvió su mirada, Dookie observó que la nueva no había ni siquiera empezado a dibujar nada en la lámina.
- Venga, de seguro que dibujas mejor que yo –la animó Dookie.
- No, no lo creo. Eso es fantástico.
- Ni en sueño –comentó -. Por cierto, no dejes que los cabrones de clase se metan contigo por cómo eres.
- Gracias. La verdad, mis antiguos amigos me compraron la ropa.
- No eres de aquí, ¿verdad?
- No. Me acabo de llegar. Por cierto, soy Mar, ¿vos?
- Dookie. Si necesitas algo, aquí estoy.
Dookie puso su firma en el boceto de la guitarra y se lo entregó al profesor justo cuando sonaba el timbre.
La siguiente clase era inglés, así que fue hacia allí. Otra vez Mar estaba a su lado.
En esa clase Dookie no atendió demasiado, iba más que sobrada en la asignatura, y no le causaba ninguna dificultad sacar las notas que obtenía. La adolescente cogió su cuaderno abriéndolo por la primera página y comenzó a escribir en él:
Plan de futuro a nueve años:
A día de hoy, 30 de Septiembre de 1999, yo Andrea Gloria, alias Dookie me comprometo a seguir estos puntos que ahora escribiré sin saltarme ninguno de ellos.
- Primero: terminar con éxito el curso de ahora. 2º bachiller de artes.
- Segundo: sacarme el título del First.
- Tercero: comenzar en Vitoria o Madrid a estudiar el grado superior de audiovisuales.
- Cuarto: mudarme a California una vez acabe los estudios.
- Quinto: para el año 2009 deberé tener un trabajo en Reprise Records para tal vez conseguir estar en alguna grabación de Green Day.
Cuando acabó de dejarlo todo bien escrito y arrancando la hoja donde lo ponía tocó la hora del recreo.
Dookie paseaba como todos los días hacia la cafetería del instituto, y por el camino se encontró a un montón de gente alrededor de algo. Se acercó a ellos sin prestar apenas atención a lo que pasaba hasta que reconoció quien era una de las protagonistas de la discusión: la nueva chica argentina, Mar. Dookie se metió en medio de toda la gente que reía e intentó acercarse al centro de la pelea.
- Estúpida Argentina. Das asco –le decía Carla a Mar.
- Pero miráte, si parecés imbécil vestida así. Sos ridícula.
- Hija de pu…
-¡Basta ya! –el director hizo acto de presencia en medio de todo el alboroto -. Carla, ¿qué modales son esos? Tienes un parte. En cuanto a ti, Mariana… No nos gusta la gente que hace alboroto. Andrea…
-¿Sí?
-Quiero que no te separes de Mar, ¿entendido?
-De acuerdo, señor.
-Buenos días a todos.
Todos los alumnos se fueron del lugar y solo quedaba Mar y Dookie en el pasillo. Ninguna de ellas comentó nada de aquel pequeño accidente. La argentina le preguntó toda la mañana cosas sobre la ciudad y Dookie le contestaba solo a lo que ella sabía. Mar comentó algo sobre el plan de futuro de la chica, pero ella no contestó, era demasiado privado y ya había hecho bastante descuidándose y dejando que la chica nueva supiera que existían esos planes de vida.
Dookie estaba hartándose un poco de ser la nueva ‘amiga’ de la chica nueva, si ya la gente la miraba raro por cómo iba vestida, ahora con su nuevo papel le repugnaban aún más. Pero a medida que pasaban los días Dookie y Mar se fueron cogiendo confianza y juntas aguantaban todo lo que la gente les decía a sus espaldas.
Nuestra protagonista fue olvidando poco a poco a su antigua amiga de locuras fanáticas llamada Ali. No recibió más noticias de ella, no contestaba a sus llamadas, era como si hubiera desaparecido completamente, y se hubiera llevado junto con ella los momentos pasados con Dookie, haciendo que la chica de diecisiete años olvidara su existencia y quedándose solo con los recuerdos de los buenos momentos pasados con Ali.
Capítulo 3. Compartiendo secretos.Un mes, dos semanas, un día, ocho horas y dos segundos es lo que Dookie tardó en explicarle a su nueva amiga el qué era lo que hizo que la española comenzara a escucharnos.
Tardó bastante tiempo en comenzar a coger confianza en Mariana, la chica no conocía a Green Day tan bien como Dookie, sólo había escuchando unas pocas canciones y nada más. Como os dije hace unos días, Dookie tenía unos principios muy claros de amistad, quien no tuviera simpatía hacia nosotros esa persona no tenía nada que hacer. Pero Mariana le recordaba a como era ella hacía unos cuantos años, y eso se lo hizo saber un poco antes de contarle todo acerca de su obsesión por nosotros tres.
Las dos ‘amigas’ estaban en casa de Dookie sentadas en la cama de esta, comentaban cosas sin importancia sobre el colegio y la música (lo sé, rara combinación). Mar estaba cada vez más nerviosa, como ida de la conversación, callándose durante un gran tiempo dejando a Dookie hablando sola, estaba mirando fijamente uno de los cientos de pósters que decoraban las paredes, Dookie notó que nadie la escuchaba y siguió la mirada hipnotizada de su amiga, la punk sonrió al ver que yo era el que salía en el póster que Mar miraba.
- ¿Te gusta? –preguntó Dookie todavía sonriendo.
- ¿Quién es?
- Billie Joe de Green Day.
- Qué lindo es. ¿Cómo comenzó a gustarte?
- Es una larga historia –suspiró Dookie mirando hacia mis ojos que le devolvían la mirada.
- Me encantan las historias. ¿Me la contás?
- Fue hace casi cuatro años –Dookie ya había comenzado a narrar:
26 de junio, 1996
Yo era como tú, más o menos, una chica que iba vestida con la ropa que le gustaba, no sabía lo que eso significaba hasta aquel día de verano una vez se acabaron las clases. Por ese tiempo yo era solo Andie o Andrea cómo quisieran llamarme, tenía amigos, sí, pero pocos o más bien nulos. Salía con un grupo de unas diez personas, pero que fue aumentando hasta que no quedó nadie importante para mí, hablaba con unas chicas de fuera, y poco más. Luego conocí a Ali, pero eso fue un tiempo después.
Como iba diciendo, era verano y llegaba del colegio con todo aprobado, iba hacia casa como siempre, ese día había tenido una pelea muy dura con una de mis ‘amigas’, e iba para encerrarme en mi cuarto, para descargarme con algo aunque en esos momentos no había nada que me hiciera sentirme bien excepto cortarme; con la sangre cayendo por mi muñeca me sentía algo mejor; pero esa mañana fue diferente… Al bajar del autobús que me llevaba lo más cerca posible a casa, pasé por el kiosco como era costumbre, ya que me pillaba bastante cerca, y vi algo que me hizo pararme y coger una revista, en ella salían tres tipos a los que les llamaban Green Day, el nombre era lo de menos, lo que me chocó de ellos fue cómo vestían, demasiado parecido a cómo yo lo hacía, exceptuando un poco Tré cuya camiseta me dejó cegata, por lo demás me sentí muy identificada con ellos, así que no lo pensé ni un solo segundo y me compré la revista.
Una vez llegué a casa entré en mi cuarto y al leer la entrevista me quedé maravillada por lo que decían sobre el punk y sus discos. Esa fue la primera vez que no me corté al llegar a mi cuarto… Desde entonces escucho sus discos, me llenan todos los días que lo hago, me hacen sentirme bien. Comencé a amarlos cada momento un poco más, pero sobretodo Billie, es tan perfecto… Sus ojos, su pelo revuelto y su voz hermosa…
Dookie optó por dejar de contar puesto que ya había acabado, Mar no supo qué decir al respecto, la argentina se había quedado mudo, pero por poco tiempo.
-Entiendo, más o menos. Pero…
-¿Sí?
-Pregúntame lo que te has guardado todos estos meses, Mar –pidió Dookie.
-El plan de vida del primer día.
-Ah, eso… Llevaba unos meses planeando en escribirlo y ese día lo llevé a acabo. Ya ha empezado, sabes hasta donde quiero llegar en la vida… No hay más que deba contarte. Ahora puedes pensar que estoy loca, y dejar de ser mí…
-No creo que estés loca, lo que estás es muy centrada y sabes perfectamente el qué es lo que quieres ser –la interrumpió -. Ojalá yo fuera tan segura de mí misma.
-No te engañes… Yo no estoy segura de mí, al contrario, hay veces que me odio por cómo soy, a veces quisiera ser como todas las demás, salir con un grupo de amigos, tener novio… Pero no estoy hecha para ese tipo de cosas –se explicó Dookie mirando hacia las sábanas -, lo intenté, intenté ser igual que todas las chicas de nuestra edad, pero no funciona. El mundo del amor no está hecho para mí. Solo tengo mis discos, a mi guitarra, y a mis sueños. Mi problema es que quiero ser libre, hacer lo que me gusta, odio a las personas que siguen a las demás, estoy harta, por eso soy la minoría, me gusta ser la minoría.
Dookie se había descargado, Mar la escuchaba atenta y maravillada por lo que su amiga le había contado.
Dookie había explicado con total claridad lo que yo quise decir en la canción Minority; la adolescente no sabía todavía que todo lo que acababa de decirle a la argentina iba a estar muy pronto reflejado en una de las canciones del nuevo disco.
Sigamos con la historia:
-Me ha gustado lo que acabas de decir –le comentó Mar a una sorprendida Dookie.
-¿Lo dices enserio?
-Claro que sí, Dookie.
-Gracias. La verdad es la primera vez que digo todo esto a alguien.
La puerta del cuarto se abrió y por ella asomó la cabeza del hermano de Dookie.
-Mamá dice que salgáis a cenar.
-Ya vamos.
Dookie y Mar salieron al salón que hacía a veces de comedor, y se sentaron junto a los padres y hermano de Dookie a cenar.
***
(Descripción familia)
Raúl: El más reservado de todos; odiaba la música que su hija escuchaba y como Dookie vestía. Es el causante de que la adolescente comenzara a fumar, porque acostumbraba a hacerlo delante de ella.
Es moreno de tez blanca, ojos castaños y cara alargada como la de su hija, llevaba gafas y era de altura media.
Ángela: provenía de un pueblo del País Vasco, tiene un hermano mayor que ella. Se escapó de casa a los quince años. Conoció a Raúl y se casó con él, poco después nació Daniel.
Es protectora con sus dos hijos, pero tampoco sin pasarse, amable y cariñosa.
Ojos almendrados a veces se vuelven verdes. Pelo alborotado. De piel un poco más rosada que la de su marido. Altura más bien baja.
Daniel: de cuatro años mayor que Dookie, estudiaba fuera, pero cuando estaba en casa hacía todo lo posible por volver loca a su hermana; según Ángela solo buscaba el cariño de ella, aunque ésta lo rechace todo el rato. Yo no voy a hablar de ello ya que solo digo lo que Dookie me contaba.
Daniel era un poco más alto que la adolescente, ojos castaños. Tez blanca como todos los demás. Cuando sonreía se veía como los colmillos estaban algo más salidos de lo normal.
Dookie no lo tragaba del todo bien, y la verdad es que por como solía tratar a su hermana cuando yo estaba en su presencia no era fácil de digerir.
***
Dookie y Mar cenaban en silencio y sin levantar la mirada de sus platos. Una vez la ‘reunión’ se hubo acabado Dookie la acompañó a su casa y así aprovechaba para escaparse un poco de su familia. La argentina lo sabía pero no le daba demasiada importancia.
4. Cumpliendo según el plan.29 de Agosto, 2oo8
Sus ojos castaños estaban puestos en un punto medio de la pared de donde se hospedaba en esos momentos hasta que Mar, Ali y ella encontraran una casa bien acomodada, mientras tanto solo habían conseguido tres habitaciones en uno de los mejores hoteles de California.
Todo estaba saliendo como el plan lo requería, y Dookie se sentía feliz y orgullosa, pero no solo porque le faltara poco camino para llegar a su meta, si no porque Ali volvía a estar con ella. Se encontraron de nuevo un día de Noviembre.
3 años atrás.
Dookie estaba apoyada en la pared de una tienda de discos de su ciudad natal. Ese día podía comprar por fin Bullet in a Bible, nuestro décimo trabajo (contando Slappy, Kerplunk, International Superhits y Shenanigans), y ella como buena obsesionada de nuestra banda que era, estaba esperando a que abrieran la puerta para comprárselo.
Dookie llevaba un cigarrillo a medio consumir, entre los dedos índice y anular, al que le daba alguna calada de vez en cuando, era la mejor forma que tenía para tranquilizarse un poco. No pensaba en el disco, simplemente ordenaba sus ideas. Era la primera vez que pensaba en su posible locura: la gente le decía que no era normal que a su edad, los 23 años, y teniendo la cabeza tan amueblada, todavía siguiera obsesionada con aquel grupo de música y que estuviera organizando su vida, y su futuro, solo para conseguir estar unos meses con ellos; nunca antes se había preguntado el qué pasaría si alguno de los puntos de su plan fracasaba, habría malgastado su vida para nada, para quedarse en el camino, rozando la meta, pero sin conseguirlo… Algo, o más bien alguien, interrumpió el hilo de sus pensamientos.
- ¿También tú vienes a por el Dvd/Cd? –le había preguntado.
Dookie miró a la chica que poseía esa voz; era más o menos de su misma edad, tal vez un año mayor. Morena, de ojos castaños y un poco más baja que ella. Dookie no la reconoció al momento.
- ¿A-Ali? –su amiga asintió -. ¿Por qué no contestabas a mis mensajes?
- Lo siento. Se me jodió el móvil, en el nuevo no tenía tu número… Luego mis padres me dijeron que habías llamado a casa y como en el último te escuchabas tan distante…
- Tampoco me visitaste.
- Lo sé. Te vi con la nueva chica del instituto y no quería molestar.
- Sabes que nunca molestas –replicó Dookie -. Pensé que te habías pasado al otro bando.
- Ya ves que no. ¿Qué es de tu vida?
- Pues me saqué el First, hablo y escribo perfectamente el inglés, me quedan unos pocos meses para acabar el grado superior. Me tomaré unos años de descanso y luego me mudaré a California con Mar.
- Genial, entonces. Me alegra que te vaya tan bien.
- Gracias.
Poco después de la conversación de reencuentro, las dos chicas coincidieron unas cuantas veces más, y cuando Dookie acabó los estudios, se volvieron a juntar para no separarse de nuevo.
***
- Dookie. ¡Andrea Gloria, abre la puerta!
La joven reaccionó al poco rato, y dejó pasar a sus dos amigas que la miraban preocupadas.
- ¿Qué hacías? –preguntó Mar.
- Te hemos llamado hace un buen rato –siguió Ali.
- Nada, solo pensaba.
- Últimamente solo hacés eso. ¿Pasa algo?
- No. Espero una llamada.
- ¿De quién será?
- Butch Vig –contestó seca.
- ¿Quién es?
- El productor del nuevo disco de Green Day –contestó Mar por Dookie.
- Ayer mandé mi curriculum. Es cuestión de segundos de que me llame.
- Bueno, a donde vamos te puedes llevar el móvil.
- ¿Dónde vamos, pues? –preguntó Dookie interesada.
- A ver nuestra casa nueva.
- ¡Genial!
Las tres jóvenes salieron del hotel de camino a su nueva casa, cogieron el coche que habían comprado y Ali condujo hacia su destino. El caserón se imponía majestuoso ante los ojos de Dookie, era como estar en una especie de sueño, pensar que esa casa iba a ser su nuevo hogar era genial, solo había visto el exterior y estaba deseando ver cómo era por dentro.
Bajaron del coche para entrar a la casa. La primera que lo hizo fue Dookie, salió corriendo y cruzó el umbral de la puerta.
-¡Woow! –exclamó.
Todos los muebles estaban ya colocados, todos puestos en sus sitios correspondientes. Las paredes estaban pintadas de un suave color crema, y el suelo, todo, de parquet. Dookie subió las escaleras de la casa para buscar los cuartos de dormir y ver cuál era el que le tocaba ocupar. Le habían elegido el que a ella más le gustó. Era amplia de color verde claro, los muebles eran modernos pero sin pasarse, y tenía un cuarto de baño para ella sola, como las demás también tenían.
Poco después de subir sus maletas a la habitación, que ya era suya, el móvil que llevaba en el bolsillo comenzó a sonar y a vibrar. Antes de contestar miró a ver qué número era el que le llamaba, al ver que no era conocido contestó al cuarto o quinto toque. La voz que hablaba desde el otro lado del teléfono era poco conocida para Dookie, era una voz de hombre.
-¿Andrea Gloria Gil? –quiso saber el hombre.
-Está hablando con ella.
-Soy Butch Vig. Ayer me llegó su curriculum y quisiera hacerle una entrevista. ¿Esta tarde a las seis?
-Perfecto.
-Genial. Pregunte en la entrada por mí.
Dookie no se lo podía creer, ¿ya habían pasado los nueve años? ¿Tan pronto? El siguiente pensamiento fue hacia los chicos, pero sobre todo hacia mí. Pero en ese momento no sabía lo que el futuro le tenía preparado.
***
Butch me llamó ese misma tarde, después de hablar con Dookie, me decía que ya había conseguido el nuevo técnico de sonido, que tenía una corazonada con esa persona, y que mañana ya podíamos comenzar a grabar el disco que tanto tiempo llevábamos esperando.
Se lo conté a los chicos, la noticia llegó bien a Tré y a Mike, así que lo celebramos.
***
Siento haberos descubierto lo que pasará, pero quería decirlo. Aunque bueno, habrá sorpresa que nunca podíais imaginar, o tal vez sí… Quién sabe.
Bueno, sigamos con la historia: Ali y Mar ayudaron a Dookie a prepararse para la entrevista, ya que la joven no sabía mucho sobre ese tipo de cosas.
-¡Para ya! O te sacaré un ojo –se quejó Mar que le estaba haciendo la línea del ojo, y Dookie no paraba de moverse.
-Lo siento.
-Ya estás. Ahora te falta ponerte lo que Ali te está preparando.
-Genial –contestó Dookie más nerviosa aún.
-Tranquila, sé tú misma. Bueno, no. Quiero decir que te comportes como una…
-… persona normal. Sí, lo sé. Lo he pillado a la primera –bufó.

Capítulo 5. I think I'm gonna POP.
Dookie se miraba una y otra vez al espejo; no estaba acostumbrada a verse vestida tan formal; llevaba una falda gris casi sin personalidad, una americana del mismo tono, debajo una camiseta blanca, y unos zapatos con un poco de tacón que la hacían parecer patosa.
Ali y Mar contrastaban con la cara de Dookie. Las dos chicas sonreían orgullosas del cambio en su amiga, y Dookie tenía una cara de asco de difícil descripción.
- Venga o llegarás tarde –la apremió Ali quedándose seria.
- Cuando salgas nos llamas.
- De acuerdo.
Dookie apenas llegó al coche sin caerse, ya que nunca había llevado tacones y no estaba acostumbrada a andar con ellos (como era normal).
Condujo sin pausa pero sin prisa, aunque Ali le había dicho que iba a llegar tarde todavía le quedaba un cuarto de hora cuando aparcó delante de la casa discográfica Reprise Records, esperó en el coche hasta que dieron menos cinco.
Dookie preguntó donde Butch Vig le había dicho, y llegó al despacho del productor justo a la hora quedada.
- Usted debe ser Andrea, ¿me equivoco? –preguntó Butch cuando ella entró dentro.
- Sí.
La joven se sentó donde nuestro productor le indicó. La entrevista fue algo corta pero a la vez intensa. Aún así no le importó mucho recibir esa presión, contestaba a las preguntas con una facilidad y tranquilidad que a Butch le gustó.
Una vez finalizada la entrevista el hombre sonrió a Dookie ampliamente.
- Bienvenida a bordo –comenzó -, mañana a las once comenzamos, ya tengo trabajo para ti.
- Gracias, señor.
- Por favor, llámame Butch. Suena mejor.
- De acuerdo.
- Y una última cosa…
- Dime.
- Ven vestida cómo acostumbras.
- Vale.
Dookie salió del despacho, cerró la puerta y suspiró, luego siguió andando hacia la salida abriendo el móvil y llamando a sus amigas.
- ¿Qué? –preguntaron una vez contestaron.
- ¡Mañana comienzo!
- Vamos a celebrarlo –no era pregunta, pero aún así Dookie lo tomó como cuestión.
- No. Los nervios me han cansado y no tengo ganas de nada.
- Bueno… No pasa nada.
A pesar de que su amiga le dijera que no Ali y Mar llevaron a Dookie al Gilman’s, donde el destino les tenía preparada una sorpresa.
- Os dije que no quería celebraciones –repuso Dookie.
- Chorradas… Vas a grabar un disco con Green Day.
- Esperad –les paró los pies de nuevo -. Yo no… no he dicho nada de Green Day. Solo que voy a grabar un disco.
- Lo que sea. Ve a pedir –le dio un empujón Mar hacia la barra.
- ¿Tres cervezas?
- De acuerdo.
Dookie se perdió entre la multitud en dirección a la barra.
***
La vi acercarse, algo insegura. La verdad no la veía demasiado bien, porque iba bastante pasado de cervezas, había algo que me atraía demasiado, no sé el qué era pero no pude despegar los ojos de ella.
No había rastro de sus amigas, y Mike y Tré hacía un rato que me habían dejado solo delante de mi ya décima cerveza, juraría que alguien me había echado algo exótico en la botella si no fuera porque conocía al camarero tan bien como a mí mismo; el caso era que no me había pasado lo de ese entonces nunca antes.
La chica pidió tres cervezas, supuse que no estaba sola. La observé beber un gran trago de la botella. Buscaba a alguien, pero parecía no querer encontrarlo. Aún así sus amigas se acercaron a ella, y pude oír media conversación:
- Venga, no seas tonta.
- Habéis dicho que son dos, ¿dónde entro yo ahí? –les dijo -. Id, yo cuando me apetezca me voy a casa.
- ¿No te importa? –preguntó la que parecía mayor.
- Claro que no –la chica me miró y yo desvié la vista al instante, algo sonrojado.
Las dos amigas cogieron sus cervezas, y dejaron de nuevo a la otra sola.
Estube cómo media vida pensando en cómo acercarme a ella, y para cuando me decidí a hacerlo, la chica, ya lo había hecho por mí. Se presentó y yo lo hice con torpeza, se rió y yo con ella.
Lo que pasó después no recuerdo muy bien, tal vez dije alguna que otra chorrada, ella se reía todo el rato y yo hacía los coros. Lo siguiente fue irnos a su casa todavía riéndonos un poco. Y más tarde se acercó mucho, supe enseguida lo que se le estaba pasando por la cabeza. Me apetecía besarla, no sé porqué, pero lo necesitaba. Ambos lo necesitábamos. Solo fue desear sus labios y fueron míos. Fue un beso tímido por parte de ella, se le notaba torpeza, pero no me importó. Mientras nuestras lenguas se buscaban nuestros cuerpos se apretaban más y más a la desesperada. Apenas llegamos a la cama, sofá… o lo que fuera donde estábamos medio tumbados. La chica, no recuerdo su nombre, me quitó la camiseta, como si tuviera prisa por lo que iba a pasar. Yo también le quité su camiseta y me pareció que la desgarraba un poco, no me importó, estaba demasiado ocupado con su sujetador, y ella luchaba con mi cinturón, tiré la prenda interior con fuerza.
Noté cómo la fan conseguía quitarme el pantalón sin haberme desprendido del cinturón, su mano se colocó debajo del bóxer y me acariciaba las partes bajas provocándome un fuerte gemido. Por mi parte recorría su cuerpo con mis manos, llegando a sus pechos, los toqué deteniéndome mucho en ellos. La acerqué más a mí, apretando su cuerpo contra el mío; nos quitamos lo único que nos quedaba de ropa, y casi podía sentir el placer que me provocaba hacer el amor con ella.
La subí encima de mí abriéndola de piernas y sentándola mientras ejercía presión. Daba la impresión de que no quería que saliera y la verdad es que yo tampoco lo deseaba. Ambos queríamos que yo siguiera dentro de ella mucho tiempo más. Mis terminaciones nerviosas pedían que no parara, y ella decía lo mismo que ellos gritándolo con todas sus fuerzas. Pero yo no podía más, estaba agotado y llegando al punto final; no lo deseaba, estaba muriendo de placer en ese mismo instante, pero tenía que acabar.
-Tengo que parar –le dije entre gemidos.
-No, por favor. Sigue, no pares, Billie Joe.
-No puedo más. Si no paro creo que voy a explotar –comenté besándola y siguiendo haciendo presión.
Ya estaba, había llegado al final, los dos habíamos llegado al final. Solo unas presiones más y se acababa. Gritamos expulsando todo el placer por la boca y noté cómo su pecho desnudo me tocaba el torso. Lo último fue un beso apasionado y un:
-Ha sido el mejor polvo de toda mi vida –por parte de ella.
-También el mío –de parte mío.
Y nada más.

Capítulo 6. Sorpresas para ambos.
Abrí los ojos a mi pesar, los notaba a punto de estallar, al igual que mi cabeza. Noté cómo alguien estaba encima de mí, supuse que era Adrienne, supe enseguida que eso era imposible, y entonces recordé a la fan del bar. “Mierda, ¿qué he hecho?”. Me levanté sin despertar a la chica, me vestí corriendo y la tapé un poco, cuando salí de la casa me pillaron sus amigas, no comentaron nada, solo sonrieron, desaparecí por la puerta y me dirigí hacia Reprise Records.
***
Mientras tanto en casa de Dookie sus dos amigas la intentaban despertar ya que iba a llegar un poco tarde al trabajo. Lo consiguieron al cabo de cinco minutos. Dookie estaba desnuda, a sus amigas no les chocó, pero a ella sí:
- ¿Qué hago así? –Mar y Ali se intercambiaron sonrisas -. ¡¿Me lo queréis decir?!
- ¿Recuerdas algo de lo de anoche? –preguntó Ali todavía sonriendo.
- Em… ¿No es obvio? –comenzaba a enfadarse.
- Digas que tuviste una noche de ensueño.
- No entiendo.
- Te has tirado a tu amado Billie Joe Armstrong –contestó Mar.
- ¡¿Qué?! ¿Cómo sabéis eso?
- Porque lo hemos visto salir de casa.
- ¡HOSTIA! ¿Qué hora es?
- Las diez y media.
- Llegaré tarde mi primer día de trabajo.
- Pero… -repuso Ali.
- Nada.
Dookie no les dejó acabar la conversación sobre mí, se vistió rápido y se fue por el mismo camino que cogí yo, pero ella con el coche.
Llegó justo a las once, la hora en la que había quedado con nuestro productor, quien la esperaba en la entrada.
- Todavía no están todos los chicos, falta uno –le comentó Butch -. Así que no sólo faltabas tú.
- O.K.
- Al parecer todos habéis estado de juerga en la noche.
- ¿Cómo?
- Billie Joe tiene dolor de cabeza, y Mike está sin voz –comentó divertido -. Tú no tienes buena cara, y Tré llega tarde.
A Dookie se le cayó el alma a los pies, estaba contenta de grabar con nosotros, lo que le preocupaba era mi posible reacción si la llegaba a reconocer cómo la fan de la noche anterior.
- Te presento a los chicos.
- Va… Vale.
- Les caerás bien –comentó Butch para animarla un poco.
- Seguro –dijo ella en bajo sin que el productor la oyera.
La llevó por una serie de pasillos estrechos y con pocas puertas hacia la casi única habitación del lugar.
El silencio les envolvió a los dos al entrar por la puerta. Mike y yo no hablábamos, sólo mirábamos la pared. Nos giramos a la par al notar que la puerta se abría.
- Ah. Hola, Butch –dijo Mike en bajo.
Yo no dije nada, sólo miraba a Dookie y ella a mí. ¿Qué coño hacía ahí? Por alguna razón me cabreé con el destino y lo hice notar descargándome con la pobre chica que no tenía la culpa de estar “enamorada” de un imbécil cómo yo.
- No quiero trabajar con ella. Busca a otra persona para este trabajo, pero a ella no la quiero –me fui de allí dejándolos con la boca abierta.
- Andrea, quédate aquí con Mike, iré a hablar con él.
- Vale.
Dookie se sentó al lado de mi amigo. Ninguno de los dos habló sobre lo ocurrido, ambos estaban demasiado asombrados como para comentar algo. Dookie lloraba, y Mike tenía la boca medio abierta por la impresión. Miró a la chica una vez se recuperó del shock. Pero no le dio tiempo a preguntar nada ya que Tré hizo presencia en la habitación. Miró a los dos algo sorprendido.
- ¿Qué pasa que he oído gritos en el baño? –preguntó.
- Billie, que no quiere grabar con Andrea.
- ¿Y eso? –el baterista seguía sin entender nada.
- No lo sabemos…
- Yo sí lo sé –habló por fin Dookie, los dos amigos la miraron interesados.
- ¿Lo cuentas?
- Que lo haga él.
Salió del cuarto y se dirigió hacia los lavabos dónde yo discutía con Butch.
- Dejad de gritar –pidió Dookie mirando a Butch -. Cuando haya otro grupo que quiera grabar un disco, llámame.
- Espera –dijo el productor, pero ya era tarde -. ¿Ves lo que has hecho?
Me encogí de hombros, había conseguido lo que quería, ¿no? Pues ya estaba. Siento desilusionaros pero es así, odio juntar trabajo con sexo, siempre se acababa de la misma forma… mal. Y no quería acabar así. Además era una maldita fan de mierda, y lo más probable era que estuviera loca, como todas las demás. Y ya había llegado al deseo más alto de todas las fans, acostarse con el famoso, lo había conseguido en una sola noche, ¿para qué más? Pero, claro. No sabía lo que acababa de desatar en la chica, y tarde, pero lo hice, me arrepentí de lo que había causado.
***
-Pero, ¿qué m.ierda le pasa?
-No lo sé. Creí que… no sé.
-Pu.to Billie Joe, ¿cómo se atreve a hacerte esto? –quiso saber Mar sin obtener respuesta cómo era lógico.
-¿Te piensas que yo lo sé? –repuso Dookie bastante triste.
La imagen que la chica tenía de mí había cambiado por completo, ya no pensaba que yo fuera una maravillosa persona, sino todo lo contrario, un ser despreciable y que no merecía el respeto de alguien como ella.
Arrancó todos los pósters que tenía de mí, rompiéndolos en pequeños trocitos, tiró los cuadernos en los que había apuntado las traducciones de mis canciones, y quitó la pegatina de la guitarra en la que ponía BeJota, y la cambió de nombre. No sabía qué hacer para descargar su rabia. Había encerrado todos nuestros discos bajo llave, y se juró que nunca jamás volvería a ser confiada, ni dejarse engañar por las apariencias. Me puso en el primero de su lista negra. Pero todo esto sólo era el principio de lo que estaba por llegar.
Dookie estuvo bastantes semanas, encerrada, en su cuarto, sólo salía para comer de vez en cuando, aunque comía poco.
Sus amigas no comentaban nada al respecto, pero aún así les preocupaba y mucho su actitud en casa. Intentaban que Dookie les explicara el qué le pasaba, e incluso qué pensaba hacer en cuanto a su trabajo en la discográfica, pero la chica no quiso contestar a sus preguntas; se enfadaba, y luego se encerraba en su cuarto, de nuevo.
Ali y Mar escuchaban muchas veces a Dookie llorar por las noches, gritar cómo una loca, y eso las preocupaba bastante. Hasta que un día, se les ocurrió algo para que su amiga saliera de la depresión que cada día parecía ir a más.
-Oye –comenzó la conversación sobre la posible solución, Mar -. ¿Y por qué no intentamos que Tré y Mike consigan que Billie se perdone ante Dookie?
-Pues bien. Llama a Mike.
Y eso hicieron, llamaron a mis dos amigos para intentar solucionar todo eso.
Capítulo 7. She won't cooperate.- Esta tarde tenemos visita –me anunció Mike.
- ¿De quién si se puede saber?
- Tú no, yo y Tré tenemos visita.
- Ahá –les miré interesado por la notica.
- Así que tú, hoy te vas a ver a tus hijos. ¿Te parece?
- No –dije.
- ¿Cómo que no?
- Cómo que no. ¿Qué pasa con Adrienne?
- ¿No crees que es hora ya de arreglar las cosas y quedar cómo amigos? –preguntó Tré sonriéndome.
- Ahá. Pillo la indirecta. Adiós.
Me levanté, les dejé solos en casa, yo cogí mi coche y me dirigí al hogar “familiar”. Sé lo que estáis pensando, y la respuesta es que cortamos; Addie y yo nos divorciamos… Todo pasó hacía unos cuatro meses:
Yo fui a casa de Tré, a contarles a él y a Mike mi nueva creación musical, todavía no tenía título, me había salido una noche después de hacer el amor con mi mujer… Tal vez la conozcáis por el nombre: “Last night on earth”. Todo lo que la canción dice es la verdad, en ese momento sí, yo seguía enamorado de mi mujer cómo un tonto. A los chicos la canción les gustó bastante, y decidimos ponerla en el nuevo CD. Por supuesto, no hace falta decir que Adrienne sabía la existencia de dicha canción.
Cómo siempre en ese tipo de reuniones había alcohol, mucho alcohol, luego de eso fuimos a un bar, y ahí creo que pasó algo con la camarera del local en el servicio de caballeros del mismo. Cuando me emborracho me suelen pasar ese tipo de cosas. El caso es que me tiré a la mujer rubia de detrás de la barra, y creo que incluso llegó a chuparme el pene; esto no viene al caso, me fui por las ramas; bueno… lo que debió pasar fue que Addie lo vio todo, de eso me enteré luego antes de firmar el papel del divorcio.
El caso es que ya llevaba unos días en los que Adrienne me rechazaba todo el rato, yo no entendía nada de todo eso; al volver del bar (ya se me había pasado un poco la borrachera) supe la razón de los rechazos de mi mujer. Eran cómo las once de la noche, bastante pronto, y me extrañó mucho que ni Joey ni Jake salieran a mi encuentro. Al llegar al piso de arriba oí algunos ruidos, que luego identifiqué cómo gemidos de parte de Adrienne, al reconocer una de las voces cómo la de un hombre, supe enseguida qué mierda pasaba ahí. Addie y el vecino de enfrente follaban en mi casa, en mi propio dormitorio, y encima de mi cama. Cómo era lo normal estallé y me puse cómo un loco; vale que yo me había tirado antes a un montón de mujeres, y esa noche a la del bar, pero al menos yo intenté que Adrienne no me pillara, y mucho menos se me ocurría follármelas en mi casa, en la cuál vivía con mi mujer y mis hijos. El vecino salió corriendo y medio en bolas, y mi mujer se me quedó mirando, pasmada, y sin saber qué hacer, algo roja.
- ¿Qué era eso? –pregunté intentando relajarme un poco.
- Billie, yo… No, no pretendía…
- ¿¡El qué no pretendías!? ¿¡Tirarte a nuestro vecino, o haberme engañado desde, cuando!? ¿Dos meses, un año?
- Siempre que estabas de gira –comentó en bajo.
- ¡¿Qué?! O vamos. No.
- ¿Qué querías que hiciera? –comenzó a llorar -. Casi nunca estás en casa; no te veo durante bastantes meses; y encima cada dos por tres me entero de que mi marido se folla a bastantes mujeres.
- Esto no viene al caso… Te he pillado con el vecino, y eso es lo que me importa. O cortas con él… Pero, ¡¿qué digo?! Esta es la última vez que me ves en casa.
Mientras yo hacía la maleta para irme a vivir a lo de Tré, mi mujer me suplicaba que no me fuera, y me aseguraba que lo de esa noche nunca jamás volvería a repetirse, pero no pude quedarme sabiendo que nuestro matrimonio era un fraude. No quería que pareciera que todo iba de perlas, cuando más bien, ni ella ni yo, no queríamos cómo antes.
Pegué el portazo definitivo, y no volví a aparecer por la casa, hasta este día. Al llegar a la puerta de entrada cogí una gran cantidad de aire, y me decidí, por fin, a tocar el timbre de mi antiguo hogar; nadie contestó, y yo esperé por si acaso no estaban dentro.
Oí a alguien gritar mi nombre detrás de mí, reconocí las voces de mis dos hijos, me volteé, y ellos dos me abrazaron con fuerza haciendome mentener el equilibrio para no caerme.
-Te hemos echado mucho de menos –comentó mi hijo menor, Jake.
-Y yo a vosotros –contesté mirando a mi exmujer -. He venido a hablar con vuestra madre.
Adrienne no comentó nada al respecto. Entramos los cuatro a casa, mi exmujer les pidió a mis hijos que dejaran la compra en la cocina, y que luego se fueran a sus respectivas habitaciones. Nosotros dos nos quedamos en el salón, Addie indicó, sin hablar, que me sentara en uno de los sofás.
Se notaba un aire bastante tenso entre Adrienne y yo, causado (seguramente) por los meses que habían pasado desde que no vimos a “solas” por última vez. Observé cómo mi exmujer se miraba las manos con nerviosismo, y decidí que ya era el momento de romper el silencio del salón.
-No veo a Jack –así se llamaba el vecino.
-Está en Mayorca de viaje de negocios.
-Ya. Entonces no ha cambiado tu vida mucho, ¿no?
-Él me quiere.
-Y yo te quería… -de nuevo silencio.
-¿No has venido por propia inciativa, verdad? –en ese momento descubrí que Adrienne me seguía conociendo tan bien cómo acostumbraba.
Y a decir verdad, yo también la conocía muy bien, y en ese momento supe que estaba preocupada por algo, pero no indentificarlo.
-Me han mandado aquí, Tré y Mike –contesté.
-Me lo imaginaba –comentó.
-¿Te pasa algo, Addie?
-Eh… ¿Por qué lo preguntas? –se puso roja.
-Sé que te pasa algo. Lo noto, cómo tú has notado el por qué estoy aquí.
Me acerqué a ella intentando tranquilizarla un poco, pero conseguí todo lo contrario; Adrienne también se acercó a mí, y nos besamos… bueno, ella me besó a mí, y yo la separé. En un pequeño espacio de tiempo le había seguido el beso, pero por alguna razón me vino a la mente la imagen de Dookie, y tuve que rechazar a mi exmujer.
-Lo siento, Addie. No, no puedo…
-¿No te ha gustado?
-Sí, me ha gustado –y no mentí -. Pero no puedo, entiéndelo.
-Hay otra.
-No sé si a eso se le puede llamar “otra”, pero me acabo de dar cuenta que la echo de menos.
No me quise dar cuenta antes de lo que me pasaba, y la verdad que la noche pasada con Dookie fue una de las mejores noches de toda mi vida. No quise darme cuenta por algo que se me escapaba, pero echaba de menos sentir sus labios sobre los míos, y sobre todo sentirme cómo llegábamos a ser sólo una persona al hacer el amor. Además quería que Dookie fuera feliz por siempre, y creí saber qué era lo que la fan, mi fan, quería para ser la más feliz del todo en el mundo.
Cogí el coche para intentar llegar cuanto antes a la casa de la fan, y pedirle perdón por lo que le había hecho unos pocos días antes en la discográfica, y delante de mi amigo y su ídolo, Mike Dirnt.
Capítulo 8. I need your voice.Dookie oyó como sus dos amigas cerraban la puerta de casa sin decirle nada de sus planes, ya que seguramente si se lo decían, la chica las impedía hacer tal cosa; pero esto Dookie no lo supo, y yo tampoco lo llegué a saber nunca.
La chica no aguantaba ni un segundo más, la sensación de presión en su pecho comenzó a ser mucho más fuerte. Es verdad lo que algunos decís, que nuestra música es cómo una especie de droga; Dookie no podía estar un segundo más sin abrir la caja en la que había encerrado con llave nuestros discos. Necesitaba oír mi voz aunque sólo fuera un poco. Así que se dirigió al sótano de la casa, para ir en busca de la famosa caja, tardó bastante en llegar, por algo que se le escapaba tardó bastante en llegar, cuando ya estaba en la oscura habitación cogió la caja cómo con prisa y salió de allí a la carrera con bastante nerviosismo abrió el candado y puso el disco de Dookie en el aparato de música.
Comenzó a cantar todas las canciones a voz en grito, incluso llegó a saltar encima de la cama, lloró y escupió todas las letras cómo si se le fuera la vida en ello. Escuchar mi voz de nuevo parecía que le había devuelto a la vida.
Cuando acabó el disco puso otro, esta vez Slappy Hours, en ese no cantó, lo colocó en un volumen ambiental, cogió un cuaderno y comenzó a escribir en él, toda su historia, desde dónde os he contado yo, hasta ese día. Una vez todo escrito, contado con pelos y señales, puso estas frases:
”Desde que os conocí, todo mi mundo se volvió de un hermoso color verde, cómo la primera palabra de vuestro nombre, y cómo el color de tus ojos, Billie Joe… Todas las noches soñé contigo, con que te conocía, te abrazaba, y casi siempre con que acabábamos haciendo el amor cómo si se nos fuera la vida en ello, y para cuando consigo por fin todo eso, te pierdo… Desapareces de mi vida por siempre, y ahora no pareces querer volver. Sólo decirte que eres lo mejor que me ha pasado en la vida, y también lo peor. Sólo me queda decirte y dedicarte una canción: Jackass. Hasta nunca Billie Joe.”
Lo firmó, cerró el cuaderno y lo dejó bien colocado encima de la mesa de noche.
Cogió la cuchilla del escritorio y se dispuso a dar el último paso para acabar con su vida. Justo cuando estuvo a punto de terminar con todo, su hermano la pilló con las manos en la masa.
- ¡¿Eres estúpida?! –la gritó -. ¡¿Qué mierda pensabas hacer con eso?!
***
Yo estaba llegando ya a la casa, aparqué al lado de un coche negro, y bajé del mío. La puerta estaba abierta y oí gritos que provenían del interior de la vivienda.
Cuando entré dentro me topé con Dookie que llevaba una cuchilla de afeitar en la mano derecha, y con el que debía ser su hermano que estaba llamándola de todo. No supe cómo reaccionar y escuché toda la discusión con la boca entre abierta.
- ¡Gilipollas! ¡¿Por qué mierda pensabas suicidarte?! –decía él.
- ¡Me estoy muriendo! ¡Tengo cáncer desde pequeña y lo sabes! ¡Intenté ser feliz durante toda mi vida, y cuando casi lo tenía todo me salió mal! ¡No aguanto más, Daniel! –gritaba Dookie llorando.
- Andrea –conseguí hablar por fin. Los dos hermanos se me quedaron mirando sorprendidos por mi presencia.
- ¡Billie! ¿Qué haces aquí?
- Pedirte perdón.
- ¿Por qué? –quiso saber prestándome atención sólo a mí.
- No aguanto más. Yo, yo… Te amo.
- Billie… ¿Y los gritos del otro día?
- No, no eran verdad. No sé qué mierda me pasó, perdóname –le supliqué.
- Yo… Me estoy muriendo, Billie. Me quedan pocos días de vida –me dijo abrazándome.
- Yo también.
- ¿Cómo? –estaba sorprendida.
- Yo también me muero, mi enfermedad no se puede curar. Pero no me importa, intento que eso no me gane –sonreí de medio lado.
- No, no lo sabía –comentó avergonzada.
- No te preocupes. No pasa nada.
- ¿Qué puedo hacer? –preguntó.
- Nada. Sólo quedarte aquí, conmigo. No sé cómo he podido cambiar de opinión tan pronto. Pero la verdad es que me gustaste, y mucho, aquella noche –contesté -. Pero luego, tal vez no quería pensar que estaba enamorado de ti, una fan.
- Billie –pronunció.
- ¿Sí? ¿Qué pasa Dookie? –recordé su mote de la conversación de ella con sus amigas en el bar.
- ¿Puedes cantarme algo?
- Claro… Pero antes, dime de dónde eres.
- De España –contestó.
-De acuerdo. Ahí voy. Te la dedico –dije sonriéndole.
”Eres una rebelde. Eres una santa. Eres la sal de la tierra y eres peligrosa. Eres una rebelde. Vigilante. Perdiendo la conexión con el borde de la destrucción. De España a California. Eres a la que llaman vieja “whatsername”. Eres el símbolo de la resistencia, y te has apropiado de mi corazón cómo una granada de mano. ¿Estás soñando, lo qué yo creo? ¿Eres la madre de todas las bombas? Vas a detonar. ¿Eres problemática cómo yo soy problemático? Hagamos de esto un doble giro del destino o una melodía que cantas, la revolución. El comienzo de nuestras vidas. Traes esta liberación que no puedo definir exactamente, nada me viene a la mente…”
Me miró acabar la canción cómo lo había hecho todo el rato, y el brillo de su mirada no se había ido todavía de sus ojos.
Estuvimos bastante tiempo callados y sin decirnos nada, solamente mirándonos profundamente a los ojos.
Luego de separar nuestras miradas Dookie me dio el cuaderno que tenía encima de la mesa de noche, me hizo abrirlo y leerlo completo. Me llevó cerca de media hora leer todo. Me fascinó lo que allí ponía, e hice de todo ello cómo parte también de mí, porque en cierto modo, también lo era.
Con lo que Dookie había escrito, lleno de profundidad y cariño hacia mí y los chicos, me hizo ver que los fans son personas que sienten cómo todos los demás, y que aunque parezca, a veces, que están cómo una cabra de locos, son los que hacen que gente como yo sea reconocida cómo una gran persona y músico durante toda la vida, e incluso nuestra muerte.
Cuando acabé la miré de nuevo, y esta vez le sonreí ampliamente.
-Me ha gustado y mucho –admití, ella me devolvió la sonrisa.
-Me alegra.
-Pero, lo de Jackass, ¿al final qué? –quise saber.
-Me acabas de demostrar que estaba equivocada con respecto a ti.
-Gracias.
-Me hacía mucha falta escuchar tu voz de nuevo, aunque sea por última vez.
-Lo mismo digo –y le guiñé un ojo.
Dookie se me acercó y se echó encima de mí besándome con algo de desesperación y yo le seguí el beso.
Capítulo 9. I never hold you, or kiss your lips again.La verdad es que me estaba gustando estar así con una fan; se me hacía raro porque no era la mujer con la que había compartido casi quince años de mi vida, pero me gustaba.
Nuestros besos comenzaron a hacerse cada vez más apasionados y largos. Nuestras lenguas jugaban entre ellas todo el rato. No aguanté más y la hice pegarse a la pared, comenzamos a juntarnos cada vez más y más. Dookie me agarraba y tironeaba del pelo haciéndome volverme loco. Comencé a besarla por el cuello, y noté cómo se encogía.
Dookie metió su mano por debajo de mi camiseta recorriendo mi torso. Me quitó la chaqueta que llevaba encima, y oí cómo caía al suelo. Le siguió nuestras dos camisetas. Volví a besarla el cuello, y bajé hasta sus pechos. Ella acariciaba mi cuerpo haciéndome pequeñas cosquillas. De nuevo enredó sus manos por mi cabello, y yo le desabroché el sujetador a duras penas, acercándola más a mí. Dookie me quitó el pantalón haciéndolo caer al suelo. Luego seguí besándole los pechos deteniéndome en sus pezones. Acto seguido le di la vuelta colocándola contra la pared. Me acerqué a ella, apretando sin hacerle daño. Le acaricié el cuerpo, y otra vez la volteé lamiéndole los labios. Le quité el pantalón y también las bragas. La aupé haciéndola levantar los pies del suelo consiguiendo que la ropa cayera al piso. La agarré fuerte, ella apretó más y yo a la vez que ella. Pude notar a la perfección cómo mi pene la penetraba placenteramente una y otra vez. Por fin volvíamos a ser una única persona. Ocupé todas sus terminaciones nerviosas. Apreté seguidamente con cariño. La besaba a la vez que la penetraba. Sabía que podía ser la última vez que podíamos estar así de juntos. Nuestros movimientos cada vez se hacían más acompasados, más perfectos y más limpios. Nuestras respiraciones y gemidos iban a la par.
Sudábamos cómo pollos pero no nos dábamos cuenta, tampoco nos importaba demasiado. Abrí los ojos y vi que ella también tenía abiertos los suyos. La besé más apasionadamente aún, si eso era posible ya.
Seguí penetrando, llegamos al punto máximo del éxtasis. Gritábamos haciendo grandes gemidos. Me separé después de un último empujón. Dookie me miró queriendo saber si eso era todo. Yo la abracé con fuerza, ella gimió y yo sonreí encantadoramente. La recosté en la cama deshaciéndola con rapidez, me tumbé encima de ella, me hizo volver a apretarme a su cuerpo, y yo lo hice encantado. Me clavó las uñas en la espalda cuando volví a penetrarla, y eso hizo que yo apretara más aún. Estaba realmente agotado pero no me importó, sólo quería que nuestro polvo no acabara nunca.
Dookie se colocó encima de mí, me levantó las manos por encima de la cabeza, no supe qué era lo que pretendía hacer hasta que no la tuve sobre mis partes bajas. Clavó sus dientes haciéndome gritar con fuerza, sabía perfectamente dónde debía apretar para que yo gritara de placer, acabó y volvió a besarme, noté su sabor un tanto amargo, pero se fue enseguida.
Volví a hacerle el amor, le agarré por la cintura e hice que ella también ayudara.
Luego de acabar se colocó encima de mí, y me abrazó con cariño, yo no dije nada, sólo le devolví el abrazo. Dejé que se durmiera haciéndole cosquillas por la espalda. Cuando noté que su respiración se relajaba, le besé la frente dejando mi mano en su hombro y dormí con ella.
Nos despertamos a la vez. Ella me miró sonriendo y yo hice lo mismo.
- Estamos vivos –le dije.
- Ya veo.
- ¿Desayunamos? –propuse.
- Claro.
Nos vestimos únicamente con la ropa interior y nuestras camisetas.
No supe apreciar bien ese momento, nuestro último momento juntos. La dejé en la cocina preparando el desayuno y yo fui al baño a mear. Oí un ruido, me pareció habérmelo imaginado. Fue al ir a la cocina cuando supe que el ruido había sonado de verdad; Dookie estaba en el suelo aparentemente desmayada. Corrí a su encuentro. Le tomé el pulso, o más bien intenté tomárselo, no tenía. Dookie estaba muerta. No supe cómo reaccionar, simplemente la cogí en brazos todavía en el suelo y le hice mirarme (en sentido figurado, claro), tenía los ojos abiertos; la muerte le había llegado de repente, y sin darle tiempo a nada. Le cerré los ojos con la palma de mi mano y, a continuación, le besé los labios.
En ese momento no entendí porque tenía que pasar eso en ese mismo instante; sólo me había dado tiempo a perdonarme ante ella… sólo eso… me cabreé con el destino. Odié con toda mi alma al ser ese que se hace llamar Dios.
Durante las siguientes horas no hice nada, no me levanté del suelo ni un solo segundo, no quería moverme. Para lo hora de comer, más o menos, llegaron Mar y Ali a casa; al verme ahí junto al cuerpo muerto y sin vida de Dookie comenzaron a gritarme:
-¿¡Qué mi.erda le has hecho!?
-Yo… nada –contesté perplejo.
-¡Quítate de ahí!
Me empujaron y llamaron a su amiga a voz en grito, pero, cómo era normal, Dookie no despertaba.
-Está muerta –dije sin frialdad, con tristeza.
¡Por qué tú la has matado!
-¡Mentira! –rompí a gritar con rabia -. ¡Yo estaba en el baño y cuando he vuelto estaba así! ¡No tenía pulso! ¡Estaba muerta! ¡Vine anoche a perdonarme por ser tan idiota! ¡Yo la amo! ¡Ella me…!
Corté de hablar al poco rato, algo me pasaba en el pecho, mi corazón me daba fuertes punzadas, y mis brazos me hacían gritar de dolor. Más tarde no sentí nada más. Me caí al suelo cómo una hoja caduca. Había sufrido un infarto.
-¡BILLIE! –gritaron las dos amigas a la vez.
Hicieron lo mismo que yo con Dookie, pero yo ya había muerto.
Sufría del corazón, y el médico me había dicho que no hiciera grandes esfuerzos, y que intentara no alterarme con frecuencia. La rabia que Mar y Ali me hicieron sentir fue el golpe final. No les estoy echando la bronca a ellas… Yo tuve la culpa por dejarme llevar por mis sentimientos, y además después de haber hecho el amor dos veces cómo un poseso.
***
Después de mi muerte, los chicos grabaron el disco 21st. Century Breakdown mediante las cintas en las que grabábamos los ensayos una vez las canciones ya estaban acabadas del todo, y cuando ya les habíamos puesto ritmo y tono de voz. He oído que está teniendo mucho éxito en todo el mundo; aquí las noticias llegan incluso antes que en la Tierra.
¡Ah! Otra cosa… Dookie os manda saludos a todos.
FIN
Wooo!!! Yo soy una mega fan de green day los amo pero amo mas a Billie joe el es y sera mi amor platonico. Y vivan las idiot's
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