martes, 26 de abril de 2011

Rotting (Part III Dead's last call)


Chapter 22. What a tragical wedding.

¿Quieres parar quieta?, preguntó Judie a medida que nos íbamos moviendo por el césped del jardín de la casa de Billie dando tumbos.
No puedo.
Pues inténtalo.
Billie se me acercó sonriendo. Mi corazón dio un vuelco, la sensación fue extraña. Cuatro años sin sentir estas emociones eran muchos años sin recordar cómo se siente estar vivo.
- Te… Os… Esto –le costaba saber cómo tratarme.
- Puedes llamarme Victoria –dijo la voz de Judie en alto.
- ¿T e encuentras bien, Vic?
- Sí, me encuentro bien –ahora era yo la que había movido los labios, Judie me dejaba la conversación.
- ¿Está ella aquí?
- Soy yo, Bill… Victoria.
- Qué raro se siente esto –fue todo lo que dijo.
Dínoslo a nosotras, replicó Judie cuando Addie se acercó a nosotros tres, dos… lo que sea.
- Va a empezar ya –dijo ella y yo observé sus alas blancas. Judie se controló a duras penas-. Encantada…
- Es Victoria, Add.
- Encantada –dijo y me dio dos besos.

La boda no duró mucho, fue corta comparada con las de las películas, y no existía la frase de: Si hay alguien que deba decir algo que hable ahora o que calle para siempre.
Judie volvía a tener el control de su cuerpo cuando se dirigió a conversar con la madre de Bill, a quien de repente le habían salido alas. Hablaron algo sobre Astaroth, y el cura que pasó por su lado se las quedó mirando, sin duda había reconocido el nombre y se había quedado alucinado. Si supiera que acababa de casar a un verdadero ángel seguro que se desmayaba ahí mismo.
La conversación se alargó algo más, pero mi cabeza, la mía no la de Judie, no estaba escuchando, sin embargo, estaba observando la escena que se estaba formando a nuestro alrededor, como había sospechado un flecha, claramente hecha con material angélico, nos traspasó el estómago, yo no noté nada pero Judie gritó más que por el susto por la impresión.
Alguien dijo nuestros nombres, yo observé como mataban al demonio que había lanzado la flecha, como caía al suelo, frío, bastante feo para ser un demonio, muerto. Provocó un gran sonido seco al chocar contra el suelo.
Noté como la conciencia de Judie comenzaba a aflojarse, y mi alma salió despedida del cuerpo de Judie que caía en la hierba seca por el calor de Rodeo. En un impulso me colé de nuevo en el cuerpo de la demonio que dio una fuerte sacudida. Alguien se acercó al lugar donde yo había caído, ese alguien se arrodilló y colocó sus manos sobre mi cuello, porque ése era mi cuello. El nombre de Billie me vino a la mente, pero él no era mi protegido, los ojos azules casi grises de Angelo me observaban con lágrimas en ellos. Por mi parte cerré los míos y me quedé dormida.

***

Los niños gritaban a lo lejos, pero no les hice caso, seguí caminando por ese sendero con mi antigua espada en la espalda, la de él en una mano y un cigarrillo en la otra. Había comenzado a fumar el mismo día que él se había matado. Suicidio… Una de las palabras más feas, tanto en el idioma de los humanos como en el nuestro, el demoníaco.
Me acabé el cigarrillo, lo tiré al suelo y saqué otro. Llegué a la estatua del ángel caído donde había quedado con otro demonio para la venta de esa segunda espada, me traía demasiados recuerdos y no le necesitaba para nada. Tenía la mía, con esa bastaba.
El comprador llegó a su hora, observó la espada con detenimiento, sonrió y me dijo que podía ayudarme con lo que necesitaba, se la di y él la información que le había pedido al hablar por primera vez con él.
Esa noche fui al lugar señalado, un antro lleno de humo y borrachos cantando. Todos eran ridículos humanos menos uno, el demonio que llevaba buscando desde cuatro años atrás. Estaba “ligando” con una humana estúpida que creía que él se la quería llevar a la cama. Me acerqué a ellos con decisión y el demonio me observó con una mueca extraña en su cara. Sonreí, le había puesto nervioso, y la humana, a pasar de tener pocas luces, se dio cuenta de que algo había cambiado en el tipo, y noté que me estaba observando a mí y no a ella.
- Búscate a otro, este pez ya está pescado –dijo ella dirigiéndose a mí.
- ¿Qué quieres, Judie? –ahora me hablaba el demonio.
- Lo que es mío. ¿O ya has encontrado a otra para divertirte?
Observé a la chica como por primera vez.
- Ya sabes que solo es un juego.
- Pues no me gusta nada, Angelo –dije acercándome a él-. Me he hartado de él, no quiero perderte otra vez.
Entonces me di cuenta de cuánto lo había echado de menos…

Abrí los ojos poco a poco, estaba en una cama, no controlé mi cuerpo cuando intenté levantarme y me mareé.
¿Estás bien?, dijo una voz conocida, Angelo estaba a mi lado, pero él no había abierto la boca. Entonces recordé a Judie.
Sí. ¿Y tú, Jud?.
También, la noté algo decaída.
¿Qué fue ese sueño?.
Recuerdos, contestó en bajo.
¿Tuyos?.
A esto no contestó, se había quedado callada.
Recordé algo del sueño, Judie y Angelo tenían algo que no llegaba a pillar del todo bien.

Chapter 23. The demon that’s on me.

Compartir el cuerpo con Judie no era algo a lo que te acostumbrabas fácilmente. Para empezar no controlaba muy bien sus movimientos, los pensamientos y sentimientos de la demonio seguían ahí y los sentía casi como míos, y lo que peor llevaba eran los recuerdos. Judie me mandaba cuatro o cinco recuerdos a mi mente todos los días. Recuerdos junto a otros demonios y Angelo. Junto a ángeles y Angelo. Tenía toda la cabeza llena de Angelos. Así que era normal que bajara la mirada al suelo cada vez que el demonio pasaba por mi lado por el pasillo.
Tampoco ayudaba mucho tener como cuerpo el de Judie cuando llegaban los momentos en los que Angelo y yo teníamos que quedarnos juntos, ya que él me ayudaba a controlarlo todos los días durante una hora. El demonio se mostraba borde, incluso arisco conmigo cuando algo no me salía bien del todo y me caía al suelo o me cansaba demasiado.
Yo no entendía nada, Judie no me dejaba ver más que momentos específicos, pero nada acerca de la posible causa del odio que él sentía hacia mi amiga.
Otro problema que se había añadido a mi falta de control fue que no había podido acompañar a Billie Joe cuando se fue de la ciudad para pasarla de conciertos con Green Day. Ya que era más que probable que no pudiera defender a mi protegido si pasaba algo. Así que les tocó el turno a James y Gabriel.
Pasear por la casa, ver a Addie y su ya avanzado embarazo, ver la televisión y estar con Angelo era todo lo que podía hacer en mis días, o más bien todo lo que mi cuerpo me dejaba hacer.
No había vuelto a ver nuevas visiones sobre la muerte inminente de Billie Joe y yo empezaba a preguntarme si este nuevo cuerpo bloqueaba mis sentidos.

Algo más de una semana después de la ida de Billie Joe, y de que la casa se hubiera quedado más vacía que nunca ocurrió algo con Angelo… Todo pasó por culpa de que a Judie se le escapó uno de sus recuerdos por la noche. No sé qué fue, ni por qué pude ver aquello, pero me ayudó bastante para poder entender el odio de Angelo hacia la dueña de mi nuevo cuerpo.

Sabía que habían pasado pocos días desde la muerte de Victoria, pero necesitaba hablar con él en seguida, esto no podía esperar ni un solo día más, no podía creer, simplemente no podía hacerlo. Sabía que no tenía por qué mostrarme molesta, lo nuestro había acabado hacía mucho tiempo, pero el hecho de que él estuviera enamorado de mi amiga no me gustaba mucho y menos ahora que ella ya no estaba.
Le había visto encerrarse en su cuarto, y como Gabriel y James no estaban en la casa decidí que era el mejor momento para ponerme a hablar con él.
Dejé mi espada en mi habitación, no pensaba atacar a Angelo con ella, y me dirigí hacia su cuarto. Ni siquiera llamé a la puerta, la abrí, tampoco se me había pasado por la cabeza que pudiera estar en paños menores, es decir en bóxers. Pero antes de que yo pudiera ver algo el demonio se colocó el pantalón de nuevo.
- ¿Qué mierda haces? –preguntó cabreado por la interrupción.
- Quiero hablar contigo.
- Vicky, ¿me equivoco? –preguntó algo más tranquilo.
- ¿Por qué ella?
Había millones de preguntas formándose en mi cabeza que le podía haber dicho pero solo salió esa.
Angelo suspiró y se sentó encima de su cama.
- Y yo qué sé.
- Esa no es una respuesta, Angelo –repliqué casi alzando mi voz.
- Pasó y ya está. Olvídalo ya, Judie. Lo nuestro acabó, salimos, te fuiste a Berlín con tu amiguito Joel y ya está. Fin de la historia…


Yo… ¿Una de las razones de su cabreo era yo? Nunca iba a entender por qué tenía que ser yo, con todas las chicas ángeles del mundo me tocaba a mí…
Ahora volvía a estar más confusa que nunca, ¿me quería de verdad Angelo? ¿O el sueño había sido una mentira de Judie? ¿Y cuáles eran mis sentimientos al respecto? Era pronto para saberlo… Pero, ¿y si los pensamientos de Judie conseguían confundirme? ¿Y si llegaba a sentir algo, por pequeño que pudiera ser, hacia el demonio?
No te conviene, Victoria.
¿Y por qué me has dejado ver esto?, le pregunté.
¡No ha sido mi intención, ¿vale?!.
De acuerdo.
Entendía su cabreo, yo también estaría enfadada si mi “novio” estuviera enamorado de mi mejor amiga. Dejé a Judie pensando en sus cosas en su interior, no iba a intentar hablar con ella hasta que no lo hiciera ella antes. Necesitaba su espacio para pensar todo con tranquilidad y yo pensaba dárselo.

Lo primero que hice esa mañana fue coger el teléfono y hablar con Billie Joe, hacía mucho tiempo que necesitaba llamar a mi mejor amigo, y ese día era uno de mis momentos más vulnerables. Mi amigo cogió el teléfono al segundo toque. Suspiré tranquila al oír su voz de nuevo.
-¿Diga? –preguntó-. ¿Vic, eres tú?
-Bill, sí soy yo. Me alegra oír tu voz.
-¿Ha pasado algo? ¿Estás bien? –se le notaba algo o bastante preocupado.
-No. Solo que necesitaba oír tu voz. Estoy algo confusa, ¿sabes?
-¿Y eso?
-Judie y Angelo –fue todo lo que pude decir.
Oí como mi amigo le decía algo a Tré y Mike y se encerraba en algún sitio apartado de sus dos mejores amigos, ahora estábamos escuchando solo nosotros dos, sin nadie más.
-No te entiendo, explícate –pidió mi amigo por el otro lado después de unos minutos o tal vez segundos sin hablarme.
Le conté de mis sueños, o más bien de los recuerdos de Judie, de que hacía unos cuantos meses que me llenaba la cabeza de recuerdos acerca de Angelo. Que lo tenía metido en mi cabeza las veinticuatro horas del día, constantemente, sin poder evitarlo, y todo por culpa de mi huésped. Era en lo primero que pensaba por las mañanas al despertarme, y en lo último al acostarme, que incluso seguía entre medio. Y que pensaba que me iba a llevar a la locura, o algo más raro aún, que iba a llegar a querer yo también al demonio.
Billie Joe escuchó todo lo que le dije sin interrumpirme un solo momento, y cuando acabé de contarle lo que sentía suspiró y me dijo:

-Tienes que ordenar tus pensamientos. No puedes dejar que los sentimientos de Judie te confundan la cabeza -¿Estaba celoso?, me pregunté.
-Bill… Tengo que confesarte algo…
Lo acababa de recordar. Había ocurrido mucho antes de mi muerte, después de la de Matt y justo el día en el que conocí a Judie, había sentido algo extraño en mi interior cuando Angelo se mostraba extraño con Judie, había sentido una especie de molestia por ello, como de miedo a que Angelo y Judie pudieran estar enamorados… Eso era lo que me pasaba, no podía haber otra respuesta para explicar aquello, sentía un inmenso
-…cariño hacia él –terminé la frase y noté que Billie Joe se quedaba callado al otro lado del teléfono.
-Tú sabrás Vic. He de irme, toca ensayo con los chicos antes del concierto. Ya me contarás cuando aclares todo. Te adoro, Smoothed.
-Yo también te adoro a ti –le dije con sentimiento, de verdad que le adoraba.
Cuando colgué el teléfono y abrí la puerta de la sala me topé con Angelo. Al final no había sido una conversación tan privada como pensaba.
El demonio me observó con una expresión de difícil descripción, estaba claro, había oído todo lo que le había dicho a Billie Joe, toda y cada una de mis palabras. Todo.
-Tenemos que hablar –le dije sacando valor de no sé dónde.
-Creo que ya sabemos todo.

Nunca antes había visto sus ojos desde tan cerca, su color azul-gris me devolvía la mirada, y antes de que pudiera hacer nada el demonio ya se había vuelto a acercar a mí y había colocado sus labios sobre los míos. La sensación que tuve en ese momento no la había sentido en la vida, ni con Billie Joe ni con Matt, y pensé que era a causa de que éramos miembros de dos especies enemistadas durante años, incluso milenios. No debería estar pasando pero estaba ocurriendo, ambos sabíamos que esto estaba mal pero ninguno de los dos se quería despegar del otro. Éramos como dos polos distintos de un mismo imán, que se atraían y que costaba despegarlos. Sin embargo algo se movió en mi interior, supe enseguida que era Judie, mi cuerpo había perdido completamente el control, ninguna de las dos lo tenía, yo me iba perdiendo cada vez más en el contacto con Angelo, y Judie por su parte gritaba de rabia en mi cabeza, sentí que me iba a explotar. Fue entonces cuando la demonio se coló en todas las terminaciones nerviosas del cuerpo, recuperó el control, hizo que su brazo derecho se levantar y chocara con todas sus fuerzas en el rostro del demonio.

Chapter 24. Paper Lantern.

Judie dejó de hablarme después de que se despertara y se diera cuenta de lo que estábamos haciendo Angelo y yo. La seguía notando en mi cabeza, pero se cerraba cada vez que intentaba hablar con ella. Al final siempre acababa hablando sola, y eso me ponía peor aún. No había ni modo de hacerla despertar, y por su culpa yo andaba triste casi todo el rato.
Después de lo del puñetazo me costó convencer a Angelo de que había sido Judie y yo no, pero desde entonces el demonio no había intentado volver a acercarse a mí de la misma forma. Yo seguía con mi cacao mental y como seguía confusa no le di falsas esperanzas al demonio, quería estar convencida que realmente le amaba y que no era Judie quien me liaba con sus sentimientos.
Mi mal humor mejoró con la vuelta de Billie Joe a la ciudad, a decir verdad nunca me había alegrado de esa forma por nada en el mundo a pesar de que el chico se mostraba algo reservado cuando se acercaba y hablaba conmigo. Seguíamos siendo amigos, pero se notaba que Billie Joe seguía teniendo también sus problemas en la cabeza. Yo con él no tenía ninguno, me había convencido a mí misma que era lo mejor para los dos el estar separados, como pareja claramente, pero él no parecía pensar lo mismo. Ni siquiera el hecho de que Addie había dado a luz un hermoso niño al que nombraron Joey, en memoria del cantante de los Ramones, hacía que el humor de Billie Joe mejorara mucho. Y yo temía que la forma de actuar del guitarrista despertara la curiosidad en su mujer.
El control de mi cuerpo ya había mejorado bastante, ahora conseguía levantar y luchar con la espada sin que se me cayera en ningún momento al suelo. Lo que entorpecía nuestro entrenamiento con Angelo, claramente, era lo del beso, a pesar de que había pasado como un mes de ello.
Un día después de ensayar con la espada le pedí al demonio que se quedara un momento que debía hablar con él. Angelo asintió no muy convencido, guardaba las distancias por si acaso a Judie se le ocurría volver a tomar el control de mi cuerpo y estamparle el puño en la cara; pero mi amiga estaba demasiado a lo suyo como para prestar atención. Angelo dejó nuestras espadas en la sala donde las guardábamos y cuando volvió se me quedó mirando esperando a que fuera yo la que abriera primero la boca, y por supuesto que lo hice:
- Esto no puede seguir así –fue lo único que pude decirle.
- Ya sabes lo que siento –fue lo que dijo él por su parte.
- El problema es Judie… Ahora está algo meditabunda, pero sé que en cualquier momento saldrá de mi interior, le es inevitable dar guerra.
Noté como la conciencia de Judie prestaba atención a nuestra conversación, sabía que iba a hacerlo, y eso me hizo sonreír por dentro.
- Pues tendrá que acostumbrarse –dijo el chico acercándose mucho más a mí.
- No creo que sea buen momento para…
Ni siquiera me dejó terminar la frase. Cuando noté sus labios sobre los míos abrí los ojos aún más, en señal de sorpresa. Sin embargo Judie no intentó nada, aunque sí que proyectó su descontento en mi mente.
- ¿Qué dice? –preguntó el demonio.
- Me ha llamado puta –sonreí.
Es lo que eres, dijo mi amiga en mi cabeza, y yo sonreí por el comentario. Primero con Jack, pocas semanas después te vas con Matt. Lo matan, un mes después con Billie Joe, y ahora vas a por Angelo…
Han pasado cuatro años y nueve meses, le contesté. Creo que tengo derecho a rehacer mi vida
Si tú lo dices… Y se calló.
- ¿Ahora qué dice? –volvió a preguntar el demonio.
- Se ha vuelto a enfadar.

Pero su enfado duró más bien poco, algo menos de dos días después hicimos las paces. A ella no le quedaba más remedio que aceptar lo mío con Angelo, y a mí aceptar que proyectara sus sentimientos de celos cada dos por tres. Pero, al cabo de unos días me di cuenta de que el problema no era Judie, que lo era Billie.

***

Ahora descanso mi cabeza después de un tiempo triste e interminable, un tiempo de esperanza y felicidad contigo en mi mente. Esos días se han ido y ahora parece que podré descansar, pero de vez en cuando te veré otra vez y eso pone mi corazón a prueba. ¿Cuándo acabarán mis problemas? Ahora entiendo que somos solo amigos, pero ahora me pregunto por qué sigo pensando en ti. Mientras pasan los días yo me pregunto ¿Acabará esto algún día? Me es difícil mantener el control cuando estás con tu novio. No me importa ser solo tu amigo. ¿Todo lo que quiero saber es si piensas en mi también?

El chico no podía dejar de pensar en ella, era verdad que desde que había cambiado de cuerpo no le atraía tanto, pero su mentalidad, su forma de andar, de hablar, de reír, seguían estando ahí, seguían siendo solo de Victoria. Hacía unos días que veía a la muchacha algo triste y decaída, le había preguntado qué le pasaba pero ella solo contestaba que problemas con Judie, aunque él sabía que no pasaba solamente los problemas con Judie no se metía porque no era de su incumbencia.
Sus momentos de celos de enamorado le venían sobre todo cuando la veía a ella e iba detrás ese maldito demonio. No era estúpido y sabía que estaban juntos, la forma en la que se miraban y el hecho de que les veía acercarse a él agarrados de la mano y se soltaban cuando llegaban a su lado. En esos momentos se tenía que sujetar mentalmente para no atacar a Angelo, además de que sabía que si se enfrentaba el demonio tenía todas las de ganar.
Se dio cuenta de que había escrito una canción sobre ello, era verdad que la había terminado hacía bastantes años, cuando Victoria salía con Johnny-Jack, pero seguía sintiéndolo en esos momentos, ahora era la canción que siempre le pillaban tocando Tré y Mike. Sus amigos intentaron hacerle sacar su amor secreto, pero él no decía nada, nadie sabía qué era lo que le pasaba, solamente él y podía ser que también Victoria lo supiera. No podía estar seguro. Muchas veces se preguntaba si su amiga pensaba en él como Billie pensaba en ella casi a todas horas, pero por el simple hecho de que estaba casado y tenía un hijo que no podía preguntarle. Sabía que tarde o temprano iba a tener que despejar su mente y echar a Victoria de ella y solo verla como amiga, o se iba a ir al traste su relación con su mujer y su propia vida.
Una de esas tardes en las que se encontraban Billie y Victoria, y en la que Angelo no se había presentado, el guitarrista tuvo que aclararse y por eso quiso hablar con Victoria sobre el tema que tanto le comía la cabeza a todas horas. La chica cuando él le dijo de hablar cambió su cara completamente, de tranquila a asombro, en ese momento no vio a Victoria, solamente a Judie y supo con eso que esa cara la había puesto por algo que Judie le había dicho. Pero a Billie no le importó y comenzó a abordar el tema:

-Vic, yo… esto –no sabía cómo empezar-. Tengo que hablar contigo sobre lo nuestro.
-Lo siento, Bill… Ya no hay un nuestro… -dijo ella para la desilusión del chico.
-Pero, yo… esto… creía que… tú y yo… ya sabes…
Pero no pudo terminar la frase, la muchacha se colocó a su lado de repente y esquivó un intento de corte de espada que iba dirigido a Billie. Uno de los demonios de Jack había aprovechado la situación, y sin tiempo de seguir hablando se formó una batalla entre Victoria y el recién llegado, una pelea que le era imposible a Billie seguir con exactitud. Los dos demonios se movían a velocidad de la luz, velocidad casi imposible de perseguir y de distinguir para unos ojos humanos como los de Billie. Sabía que lo que estaba observando en ese momento era algo épico que llevaba sucediendo millones de años atrás, pero lo único que se le ocurrió en esos momentos fue pedir ayuda.

Chapter 25. Betrayal?

Nunca pensé que iba a tardar tan poco en tener una pelea a muerte con un demonio, después de haber conseguido por primera vez en mucho tiempo controlar mi cuerpo la verdadera batalla estaba a punto de perder. Sabía que no podía morir de nuevo, si lo hacía ya no iba a poder resucitar otra vez, mis cupos de resucitaciones se habían acabado, tanto los míos como los de Judie. Concentración, eso era lo único que había en mi cabeza en esos momentos, concentración para no acabar muerta, concentración para ser yo la vencedora y no la vencida.
Pero Judie no tenía concentración ni estaba concentrada en la pelea, bueno, más bien sí, pero su única preocupación en esos momentos era mi mala resistencia, mi mal uso de la espada, no me ayudaba en nada, todo le parecía que lo hacía mal, nada le gustaba de lo que estaba haciendo, y eso hacía que perdiese la concentración de vez en cuando, y que la centrase en mandarle callar.
El demonio con el que estaba luchando aprovechaba que Judie me distraía para ir ganándome terreno, tuve que retroceder un par de veces, y otras cuantas el filo de la espada de mi rival me pasaba por muy poco.
¿Te quieres callar?, comenzaba a desesperarme.
El demonio seguía ganando terreno y aprovechando mi distracción mental.
Es que lo haces mal. Tienes un pésimo juego de piernas, contestó la otra con bastante cabreo.
No me ayudaba para nada ese tipo de comentarios sobre mi forma de pelear. Le repliqué a mi amiga que me diera tan pocos ánimos, y le pedí que me diera consejos y no criticara todo lo que yo hacía porque no me servían de nada sus críticas. Ante aquello mi amiga se calló, como hacía unas cuantas semanas atrás, y no volvió a hablarme.
De nuevo el demonio me ganaba terreno, y yo comenzaba a ver que estaba muerta, fue cuando ya pensé que la pelea estaba perdida cuando noté que un rostro salía de mi estómago y asustaba al demonio. Yo aproveché que mi enemigo se había asustado para clavarle el filo de mi espada en el lado izquierdo de su pecho. Quien me había salvado había sido un fantasma, Heidi, una de las compañeras de Matt para ser más exacta.
Ambas bajamos al suelo, le di las gracias a mi amiga, y fue en ese momento cuando descubrí que no estaba sola. También habían venido otras de mis amigas del cielo, estaban Marie, Rachel y Katrina.
- ¿Qué hacéis aquí todas? –pregunté sin apenas entender nada.
- Nos dimos cuenta de que tenías problemas y decidimos que lo mejor era venir a echarte una mano –contestó Marie sonriendo, en ese momento me di cuenta de cuánto la había echado de menos.
- ¿Y cómo os habéis dado cuenta?
- Por ella.
Me giré y me topé con una demonio, era rubia, y vestía completamente de negro, en su mano derecha portaba un báculo, era la primera vez que la veía. Ella hizo una reverencia y se presentó como: Yaizel.
- ¿Y qué es lo que haces aquí? –le pregunté.
- Quiero advertiros de algo, algo que se volverá en su contra dentro de poco, si es que no se ha vuelto ya.
- No lo entiendo.
- Se trata sobre el joven demonio Angelo.
Mis oídos no querían oír lo que acababan de hacer, y noté como Judie se despertaba en mi interior, me mandó un gran sentimiento de incomprensión, mezclado con algo bastante fuerte: atracción. Lo sentí en todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo.
Observé a la recién llegada todavía sin creer una sola palabra de lo que me había dicho, Angelo no podía habernos traicionado, no, él no era una de esos… ¿Pero podía llegar a serlo cuando en su decisión se interponían familia y sentimientos? No, me negaba a creer que Angelo fuera fiel a su hermano, después de todas las cosas en contra de él que me había dicho durante el mes que llevábamos saliendo juntos.

Pero no tuve tiempo de contradecirle en sus palabras, Jack había mandado refuerzos, dos ángeles y dos demonios aparecieron en el cielo. Yaizel cogió su báculo y echó a volar encima de mí, comenzó a pelearse con los dos ángeles. Yo también comencé a volar y me puse a luchar contra los demonios.
Y Judie volvió a la carga con sus comentarios negativos, y yo que había pensado que ya no le importaba lo que me pasara…
Como había supuesto, ésta vez me tocó caer a mí, mis amigas fantasma no podía ayudarme en esta ocasión por una razón que se me pasaba, y Yaizel estaba demasiado ocupada con los ángeles como para darse cuenta de lo que me estaba pasando, estaba perdiendo… Si estuviera luchando con solo un demonio a lo mejor tenía una oportunidad, pero eran dos, y demasiado poderosos como para poder con ellos yo sola. Noté cómo mis fuerzas comenzaban a desaparecer, y pensé que me iba a desmayar de un momento a otro. Oí un grito en mi cabeza, Judie estaba dispuesta a echarme una mano.
Todo fue muy confuso, de repente yo no era la que tenía el poder sobre mi cuerpo, Judie ocupaba cada rincón cuando uno de los demonios le clavó su espada. Fue en ese momento en el que perdí el conocimiento, y comencé a caer.

***

Me desperté de repente. Estaba sudando y había tenido un sueño muy raro, en él me atacaban dos demonios y me ganaban, Judie me había salvado la vida…
Observé hacia todas partes, James estaba delante de mí, le observé, estaba muy serio, comencé a creer que no había sido un sueño, busqué a Judie en mi mente, pero no estaba, no la percibía, no era como esas veces que se había negado a hablarme, esta vez no estaba, un pinchazo de dolor cruzó mi corazón.
-¿Dónde está? –fue lo único que pude preguntar.
-Cuando tuvo el control del cuerpo, el total, un demonio clavó su espada en tu pecho, al ser Judie la que tenía el control fue ella la que murió… Lo siento.
Las lágrimas llegaron a mis ojos, la última vez que había hablado con ella nos habíamos cabreado, ahora no había manera de poder disculparme, de poder hacer las paces, ya no estaba en mi cabeza…
En seguida recordé lo que me había dicho la nueva demonio sobre Angelo, un sentimiento de duda recorrió mi cuerpo, mis manos comenzaron a sudar y yo deseé que no fuera verdad.
Volví a observar a James con una pregunta en mi mirada, una pregunta que por supuesto había percibido. El demonio contestó antes de que yo pudiera preguntarla en alto:
-No sabemos si nos ha traicionado, no está en la casa, eso es verdad… Pero no hemos revido noticias de él.
-Por favor, si él nos ha traicionado quiero ser yo quien acabe con él.

-Entendido –fue lo último que me dijo y desapareció de la habitación.
Judie se había ido, y Angelo me había roto el corazón. Tal vez era que merecía sufrir yo más que nadie… Ni siquiera Billie Joe que se suponía que era a por el que iban sufría tanto, desamores lo único.
-Encontraremos a Angelo y Jack… Cuenta con ello.
Aquella voz… No podía ser verdad… Debía de estar soñando… Cómo podía estar hablando con ella si estaba muerta…

Chapter 26. You.

Miré hacia donde se había oído la voz, una Judie transparente me observaba desde una de las esquinas de mi habitación, era como estar mirándome a un espejo, de eso estaba segura. Me dieron ganas de darle un abrazo, pero sabía que la iba a traspasar como había pasado con mis amigas cuando maté aquel demonio.
Algo le pasaba a mi amiga, esa cara me quería decir algo importante, pero no llegué a saber del todo el qué. Judie observó el suelo y dio varias vueltas por la habitación, hasta que le dio por traspasar una de las paredes, tardó poco en volver, sabía, por alguna extraña razón, que no podía llegar muy lejos, no podía separarme hasta cierta distancia de donde yo estaba. Lo notaba en todo mi cuerpo, era como una conexión extraña.
Cuando volvió a traspasar la pared mi amiga siguió mirando al suelo como había hecho antes. Le pedí que me explicara por qué no estaba en el otro lado como todas las personas normales, a pesar de no ser ella nada de eso, claro. Estaba segura que si hubiera podido hacerlo, se hubiera puesto a llorar como nunca antes la había visto.
- No puedo irme… Estoy conectada a este mundo –me dijo sin dejar de mirar el suelo.
- ¿Hiciste algún juramento o algo?
- La verdad es que sí.
Abrí los ojos ante la sorpresa.
- Y te has enlazado conmigo… Genial idea… Ahora sí que estamos muertas.
- Lucharemos hasta el final –me aseguró ella.
- Yo no quiero que seas uno de esos fantasmas perdidos que no pueden ir hacia la luz –le dije.
Los había visto. Y no me gustaba nada su dolor. Morirte y no poder ir al otro lado con tus seres queridos porque tu enlace se había muerto también y había conseguido cruzar. Había visto como a unos doscientos, y eso solo en las cuatro manzanas de Berlín que había visitado… Y por supuesto que no quería que le pasara lo mismo a Judie.
- No lo seré… Mataremos a Jack, yo cruzaré al otro lado y tú podrás vivir tranquilamente con Billie Joe como amigo.
- Ojalá tengas razón.
Poco tiempo después de esa conversación con Judie, Gabriel nos llamó al salón, teníamos que planear la batalla final. Allí estaban todos; James sentado en uno de los sillones del lugar, Astaroth de pie al lado de Yaizel, creo que también estaban Uriel y otro de los demonios de Berlín, Nebiros. Me hicieron sentarme al lado de James y Judie se quedó detrás de mí flotando. Segundos después llegaron Billie y Adrienne, comentaron que habían dejado a Joey en casa con Mike y Anastasia.
- Ya que estamos todos presentes –comenzó a hablar Astaroth -, he de deciros que acaba de comenzar una guerra. Una más pequeña e insignificante comparada con la de todos los tiempos, pero una guerra al fin y al cabo…
- Todos hemos elegido nuestro bando, y ya no hay vuelta atrás… Ahora toca luchar contra el bando contrario. Quiero que todos vosotros luchéis contra quien sea, no importa la relación que tuvierais con ellos –Uriel me observó a mí, y yo miré mis manos -, cada uno de vosotros llevará su espada. Quien sobreviva se unirá a los otros detrás de la casa del enemigo, quien muera será recordado como un héroe.
- Iremos todos juntos, pero luego nos separaremos.
Comenzaron a repartir espadas, y no pude evitar ver que le daban una a Billie Joe. Abrí los ojos ante la sorpresa y no pude evitar protestar por ello. Gabriel me observó con sus ojos azules, y creí ver que sonreía incluso.
- También tiene que defenderse, ¿no te parece?
- Pero, pero… -no sabía qué decir, simplemente no quería imaginarme a Billie Joe muerto, era algo que me superaba, y ver que llevaba una espada… me gustaba mucho menos.
- Tranquila, Victoria, no me pasará nada –intentó tranquilizarme el propio Billie. Yo simplemente volví a negar con la cabeza.
- Si te quedas más tranquila yo iré con él.
Observé a Adrienne y le sonreí, pero Billie Joe no estaba tan seguro de ello, lo noté en su mirada, y de seguro que su mujer también lo había notado ya que suspiró y revoleó los ojos.
- De acuerdo, ve con ella… Pero no quiero que entorpezcas sus pasos –dijo Addie más que como su esposa como madre.

***
Como había supuesto me tocó en el grupo con Billie, también venía con nosotros Uriel. Fuimos los primeros en entrar en la casa, un completo silencio nos rodeó nada más entrar. El grande pasillo se abría a nuestro alrededor, parecí que nunca acababa. Tanto las paredes como el suelo estaban decorados con baldosas azules oscuras. Delante de nosotros solamente oscuridad. No se oía ningún sonido, a excepción de nuestras pisadas en el suelo. Notaba a Judie flotando detrás de mí, a Uriel a mi izquierda y Billie Joe al otro lado, su respiración iba algo agitada, y se le notaba el nerviosismo. Nadie a excepción de él estaba nervioso.
Uriel se colocó enfrente de nosotros y me pidió mentalmente que no me separara de Billie Joe ni un solo segundo, le hice caso. Mi protegido colocó uno de sus brazos entre el mío, y seguimos caminando en completo silencio. Unos pocos pasos más y Uriel se paró en seco. El ángel colocó una de sus manos delante de nosotros y nos hizo un gesto para que escuchásemos. Hicimos lo que nos pedía, y en efecto, si escuchabas con atención podías oír voces al final del pasillo. Reconocí una de esas voces como la de Angelo.
Volvimos a ponernos en marcha, ahora más rápido que antes, llegamos al otro lado del pasillo al cabo de pocos minutos. Salía una luz de una puerta entreabierta, nos asomamos con cuidado para no ser vistos, pero nos salió el tiro por la culata.
-Os estábamos esperando –comentó la voz de Jack.
Y sin saber cómo estábamos dentro de la sala. Tenía la misma decoración que el pasillo, pero en las paredes había unas cuatro puertas. La estancia estaba alumbrada por un fuego azul en la chimenea central. Me fijé en que la sala era enorme. Delante de nosotros había más o menos cuatro demonios, cinco ángeles, Angelo y Jack, yo solamente me fijé en el hombre del medio. Mi corazón dio un vuelco al ver a Angelo al lado de su hermano, su parentesco se hizo más grande, a pesar de que uno era rubio y el otro moreno. A mi lado estaban mis amigos, Astaroth, James, Gabriel, Yaizel y Adrienne, todos con las espadas preparadas para atacar en cualquier momento. Se notaba la tensión en el ambiente, pero el único que parecía estar tranquilo era Jack.
-¡Qué hermosa escena! –comentó el demonio abriendo sus brazos como abarcándonos a todos -. Se me parte el corazón. Una pena que todos vayáis a acabar muertos…
-¿No podríamos hacer esto pacíficamente? Hablarlo, al menos –Astaroth fue el que habló primero.
-Lo siento… No hay más opción, debéis morir.
Jack apremió a sus aliados para que nos atacaran. Observé como el demonio rubio venía hacia mí con decisión, no me aparté y anduve a su encuentro. Pero alguien interrumpió al demonio, Angelo.
-La chica es mía –oí que le decía a su hermano.
-Cómo quieras –y se fue a atacar a Addie.
Ahora era Angelo el que vino hacia mí, tampoco retrocedí, a pesar de que mi corazón se estaba rompiendo en pedazos a cada paso que el demonio daba acercándose a mí. Levanté la espada de Nergal en alto y comencé a correr a su encuentro. Los dos aceros chocaron y sonaron en la sala, pero nadie lo escuchó con atención ya que todos estaban muy ocupados luchando entre ellos. Observé como Angelo se elevaba y yo hice lo propio volviendo a chocar nuestras espadas.

-¿Ya sabes que estás muerta, verdad? Será como en los entrenamientos, acabarás perdiendo –dijo el demonio con una voz que no recordaba que fuera la suya. Con aquello mi corazón se resquebrajó un poco más.
-¿Por qué haces esto?
-Hago lo que debo hacer, lo que debía de haber hecho el día que te vi en la lluvia, sola e indefensa.
-Todo fue mentira, ¿entonces? –pregunté intentando que mi voz sonara fuerte.
Pero no contestó, siguió chocando su espada contra la mía.
-Nunca olvidaré los pocos momentos juntos –le dije intentando que dejara de atacarme-. Los días de entrenamiento contigo, el día que conocí a Judie y sentí celos de que la observaras más a ella que a mí, el día que te salvé de tu hermano, cuando volví a verte de nuevo, el momento de nuestro primer beso, y la semana en la que estuvimos juntos. Yo sé que no eres así, sé que en el fondo, tienes corazón. Sé que en algún lugar de esos ojos rojos están los grises del demonio del que me enamoré.
Algo debió de cambiar en el interior de Angelo porque dejó de atacarme, bajó la espada y poco a poco volvió al suelo. Yo hice lo mismo y me encontré con él en el suelo. Me observó con lágrimas en sus ojos, volvían a ser grises. Era como si acabara de salir de un largo trance. Su cara era de confusión, luego se acercó poco a poco a mí y me rodeó el cuerpo con sus brazos, le había echado de menos, aunque solo hubiera pasado un día sin él, sin el verdadero Angelo al que me di cuenta que quería gracias a la ayuda de Judie y sus recuerdos. Aquel demonio, que a pesar de su naturaleza, había encontrado con lo que ser bueno y respetuoso.

Chapter 27. The end of their lives.
No tuvimos tiempo de decirnos nada, estábamos en una pelea y parar para empezar a decirnos cosas de enamorados no era muy buena idea. Angelo se fue a ayudar a matar a alguien, y yo me dirigí hacia donde Jack peleaba con Adrienne. La chica iba perdiendo y la verdad es que no me apetecía mucho que resultara muerta, su lugar era cuidar a Billie, Joey y los demás hijos, si es que llegaran a tener más niños, claro. Me dirigí hacia ellos dispuesta a ser la única que luchara contra Jack, la que lo matase, la que acabase con su miserable vida. Por haber matado a Matt, por haber intentado matarme y por todas las cosas malas que había hecho en su vida.
Cuando Jack se dio cuenta de que me acercaba a él, apartó a Addie de su camino y dirigió su espada hacia donde yo estaba. Le vi sonreír con malicia, a saber en qué mierda estaba pensando…
- Veo que has conseguido devolver a Angelo a su verdadera naturaleza –comentó sin dejar de quitar esa sonrisa asquerosa de su cara -. No sé lo que vio en ti, Victoria, ni como pude llegar a acostarme contigo… Fuiste una buena marioneta.
- Digamos que me dejé llevar… Pero hoy será la última vez que juegues con nadie.
- ¿Qué me vas a hacer? –ahora su sonrisa era burlona.
- Te voy a matar, y desearás no haber nacido nunca.
- Eso habrá que verlo.
Se acercó a mí y chocó su espada contra la mía, a continuación, ambos alzamos el vuelo y comenzamos a pelearnos. Lo que Jack no sabía era que tenía una pequeña ventaja, seguramente no se había dado cuenta de la presencia de Judie. Había estado tan ocupado pelando con Adrienne y observándome a mí que no se había dado cuenta de la fantasma. Judie iba a distraerle por un momento, como días atrás habían hecho Marie y las chicas del otro lado con el demonio que me atacó. Lo habíamos planeado antes de entrar en la mansión, y esperábamos que diera un buen resultado.
En esos momentos estaba ajena a la pelea que se estaba desarrollando a nuestros pies. No sabía quién iba ganando, ni siquiera si Billie Joe había muerto o seguía con vida oculto en alguna parte. Tampoco podía ver qué le estaba pasando a Angelo. Mi mente solo estaba en Jack y en el odio que sentía hacia él, necesitaba matarle, lo necesitaba más que a nada en el mundo. Y quería que eso funcionara.
Cómo momentos antes habíamos supuesto, yo fui perdiendo, Jack iba ganando terreno. Era mucho más fuerte y experimentado que yo. Yo acababa de levantarme de una especie de coma y la espada de Nergal comenzaba a pesarme en la mano derecha. Jack pareció notarlo ya que sonrió con ganas, como creyendo que al final iba a ser yo la que acabara cayendo. Podía notar que exclamaba de alegría interiormente, incluso que deseaba clavarme la espada en el corazón y luego ir por Billie Joe y acabar con su vida también. Creía que una vez más él y sus demonios iban a ganar la batalla y también la guerra. Que el odio era más fuerte que el amor. Pero estaba equivocado. El amor es muchísimo más fuerte que el odio, y por eso casi siempre gana. Algunas veces sí, otras no. Pero la mayoría de esas veces el amor vencía y el odio acababa por desaparecer del todo. No iban a ganar la batalla y mucho menos la guerra.
Era el momento de que Judie actuara, Jack había conseguido que mi espada se escurriera de mi mano y comenzara a caer al suelo. El demonio acercó su cara a la mía y clavó su aliento en mi rostro. Le observé a los ojos, de verdad creía que había ganado.
- Prepárate para morir Victoria.
- No, prepárate tú, Jack –le dije en el momento en que Judie sacaba su cabeza de mi abdomen.
Yaizel tiró su báculo al aire y se posó en mi mano derecha. Yo estaba preparada para usar el báculo como espada y se lo clavé a Jack en el corazón. Oí como exclamaba sorprendido. Mis lágrimas comenzaron a caer, por fin se había acabado todo.
Bajé al suelo donde Yaizel, Billie, Adrienne y Angelo me esperaban, se acercaron a mí para felicitarme por el trabajo, pero Judie acaparó toda la atención, un halo de luz blanca había aparecido a su alrededor, era el momento de su adiós.
- Judie… -fue lo único que pude decir en ese momento. Mi amiga sonrió con alegría.
- Cuídate mucho, Victoria, por favor. Hazlo por mí –dijo ella sin dejar de sonreír -. Y cuida a Billie y a Angelo. Sé feliz, te lo mereces.
- ¿Volveré a verte?
- Por su puesto, siempre que quieras en tus sueños.
En ese momento deseé poder abrazarla. Poder transmitirle todo el cariño que sentía hacia ella. Darle las gracias por ser mi amiga y por ayudarme siempre que podía. Iba a echarla demasiado de menos. Iba a añorar las conversaciones tanto cuando éramos dos a cuando éramos la misma persona. Iba a echar de menos todo lo relacionado con ella, y por eso quería poder abrazarla. Y, sin saber cómo ni por qué, supe que podía abrazarla, que solo necesitaba convertirme en mi esencia de ángel para poder hacerlo, y supe hacerlo.
Cuando volví donde los demás miraban al techo, yo también volví mi mirada hacia donde Judie acababa de desaparecer. Estuvimos un rato mirando al techo. Todo volvía a estar en completo silencio. Nadie habló durante unos dos minutos. Fue cuando Angelo se movió que supe que algo no iba bien, su camiseta blanca estaba manchada de negro.
-¿Qué te pasa? –pregunté elevando la voz.
-No es nada, se me va a pasar –dijo el demonio con voz ronca.
-No, estás perdiendo mucha sangre, esto no es normal.
-Vic, será mejor que lo llevemos fuera, Gabriel sabrá que hacer –comentó Yaizel y yo asentí.
Cogí al demonio por los hombros y le hice caminar apoyado en mí.
Tardamos poco en llegar aunque a mí se me hizo algo largo ya que Angelo pesaba demasiado para mí. Luego Billie me ayudó a llevarlo, le sonreí cuando lo hizo, tanto por quitarme algo de peso del demonio de encima como por el simple hecho de que estaba vivo y sin un rasguño.
Cuando salimos al exterior, James, Gabriel y Astaroth se acercaron corriendo hacia nosotros.
-¿Qué le ha pasado? –preguntó Astaroth.
-No nos lo quiere decir.
-Uno de los ángeles me ha atacado, no es nada, me encuentro bien –replicó el aludido con voz aún más ronca.
-¿Estás seguro?
-Al cien por ciento.

-De acuerdo, volvamos a casa.
Comenzamos a caminar de nuevo, Billie y yo volvimos a transportar al demonio. La noche comenzaba a desaparecer y el solo nos daba la bienvenida en el horizonte. Y yo que había creído que nunca iba a volver a ver una cosa así…
-Cuando me mejore, tú y yo vamos a ver Der Himmer über Berlin –comentó Angelo.
-¿El qué? –no había entendido una palabra.
-Es una película sobre ángeles…
Vi como cerraba los ojos, y entonces me desesperé, algo iba mal. Lo había presentido, a pesar de la cabezonería de Angelo. Noté como el peso del mundo caía sobre mis hombros, ¿o era el peso del demonio? Lo primero que pude hacer fue gritar el nombre de Gabriel, y luego yo también me desmayé, había sido un día muy agotador.

***
Desperté rodeada de algo blando, había tenido un sueño sobre demonios, y ángeles. Había soñado que yo era uno de ellos, que debía salvar a un músico de una muerte fatal. Que me enrollaba con un demonio y que éste parecía morir. Su nombre rondaba por mi cabeza pero no podía sacarlo del todo…
Me levanté y me dirigí a la cocina para ver cómo estaba mi padre, solía quedarse dormido allí. Pero cuando llegué no había rastro de él, vi que alguien se movía, una sombra. Me di la vuelta, mas no había nadie, a la que me giré me topé con un hombre de pelo negro y ojos grises, y con unas cascadas de… oscuridad detrás de él. Lo único que pude hacer fue gritar, y recién caí en la cuenta, el demonio del que me había enamorado era éste, el que estaba enfrente mío, y su nombre era Angelo.
-¿¡Por qué me haces esto!? –le grité y el demonio sonrió.
Se acercó a mí, me cogió de las piernas y me llevó a no sé donde en su brazos. Grité todo el camino. Luego, Angelo me tiró en la cama y se colocó encima de mí.
-Vas a despertar a los niños –comentó Angelo observándome desde arriba.
-Los niños están donde Billie y Adrienne hasta el martes. Tenemos tiempo para hacer muuucho ruido.
No hace falta que os diga cómo ha acabado todo, Angelo y yo nos casamos, y tuvimos dos niños humanos, Matt y Judie, en honor a nuestros amigos.
Por cierto, ¿os habíais creído eso último? Pobres ingenuos…
FIN

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