domingo, 13 de febrero de 2011

She


She...
She screams in silence
A sullen riot penetrating through her mind
We...
Wait for a sign
To smash the silence with the brick of self-control

Are you locked up in a world
Thats been planned out for you?
Are you feeling like a social tool without a use?

Scream at me until my ears bleed
I'm taking heed just for you


Epílogo

¿Cómo podía olvidarme de aquellos ojos verdes sin más? Esa era la razón por la que seguía viviendo, por esos ojos vivía y moría a la vez… ¿cómo podía deshacerme de su brillo?
Desde aquella mañana cuando nos encontramos, no pude pensar en otra cosa que en él, en sus ojos…

Ahora estoy compartiendo unos meses con él y sus amigos, lo tengo en la habitación de al lado, lo tengo tan cerca, tan próximo a mí… Pero sé qué nunca podré tener algo con él, estoy tan segura porque tiene mujer, dos hijos y encima parece odiarme cada día más…
Solo mis amigas me ayudan a no decaer, a seguir con la gira… si no llega a ser por ellas…


Capítulo 1 Encontrados.

El atasco de todas las mañanas se formó en la entrada a Oakland, mi lugar de trabajo. Conducir era lo que menos me gustaba de los miércoles por la mañana…
Por cierto, soy Andrea Hoffman, y tengo treinta años, vivo en California, y soy guitarrista en un grupo de música.
Mi vida era completamente una mierda los primeros veinte años, pero hacía diez años que parecía que la fortuna me sonreía.

Por fin después de dar quinientas vueltas para llegar al trabajo, y otra media hora para encontrar sitio donde aparcar cerca de esa calle, salí de mi coche, cogí mi guitarra del maletero, y me dirigí hacia el bar del padre de Leire, la cantante de mi grupo, su familia es procedente de España, de ahí viene su nombre.
Sin quererlo me choqué con un tipo moreno y con los ojos verdes, que iba acompañado por dos tipos más.
- Lo siento –se disculpó el que me había chocado.
- No pasa nada –le contesté.
Nos quedamos como cinco segundos mirándonos a los ojos, y después de ello se fueron sin decir ninguna palabra más, volví la cabeza, pillé a los otros descojonándose; el caso es que me sonaban sus caras. Antes de llegar al bar vi un cartel en el que ponía: Green Day nuevo disco, y en él aparecían los tres tipos de antes.

- Vaya cara que traes –me dijo Nekane.
- Parece que hayas visto un fantasma.
- Es que antes me he chocado con un tío –contesté.
- ¿Y? ¿Te has enamorado, o qué? –preguntó entonces Sandra.
- No es eso… Era Billie Joe.
- ¿Quéeeeeee? –exclamó Leire -. ¿Y qué le has dicho?
- Nada… en ese momento no he caído quien era hasta que luego he visto un cartel de su nuevo disco –me expliqué.



- Joder, tío… Siempre eres tú el que se choca con alguna tía buena –le dijo Tré, haciendo que el otro volviera a prestar atención a la conversación.
Despegó la mirada de su botella de cerveza, para mirar a sus amigos.
- Tienes más potra –le siguió el juego Mike.
- El caso es que la chica me sonaba de algo –consiguió decir Billie.
Sus dos amigos se intercambiaron unas cuantas miradas cómplices, Billie no entendía nada de lo que estaba pasando, y esperó a que sus compañeros le dijeran algo sobre el tema.
- Era Andrea Hoffman –anunció Mike.
- Ni idea…
- Joder, tío… ¿No te suena el nombre de Andrea Hoffman, la guitarrista del grupo Black Nightmare?
- Me cago en… -contestó Billie cayendo en la cuenta.
- Tranquilo… No ha parecido reconocerte –le tranquilizó el batería.



Billie Joe Armstrong iba conmigo al instituto, él era el típico niño pasota del que todas las chicas estaban coladas por él, salía con mi mejor amiga: Adrienne Nesser. Él siempre me miraba raro, me insultaba a mis espaldas y se reía de mi; la verdad es que no le culpo por ello, ya que en esa época, yo era una niña pija que solo vestía de color rosa. Yo odiaba a Billie por su actitud conmigo.

Lo que quedaba de día me lo pasé sentada en una de las sillas del bar.
A eso de las ocho de la tarde decidí irme a casa, me despedí de mis amigas, y me fui a mi coche.

A la mañana siguiente me desperté bastante temprano; era jueves, nuestro día libre, así que me vestí, y me dirigí a comprar al centro comercial de la ciudad.
El edificio era bastante grande, y de un color gris casi blanco; aparqué en el primer sitio que encontré.
Acabé de comprar a las once de la mañana, iba tan sumida en mis pensamientos que no vi al chico que estaba enfrente de mí, hasta que me saludó.
- Mira quién está aquí… -me saludó Tré Cool.
Le miré a sus ojos azules, y él me sonrió.
- ¿Qué tal? –preguntó todavía sonriendo.
- Tré Cool –le saludé lo primero -; genial… ¿tú?
- Bien… ¿Te importa si te acompaño?
- No, no. Para nada… -le contesté.
- Ayer no pude saludarte, lo siento.
- No pasa nada… ¿Qué tal Mike y...? ¿Billie?
- Bien, Mike ha tenido un hijo, y Billie ahí sigue con Addie.
Llegamos a donde estaba mi coche, nos despedimos, y yo me fui a mi casa.
Al llegar y a los pocos minutos después de descargar la compra en la cocina, sonó el teléfono.
-¿Quién es?
-¿Andrea Hoffman? –me preguntó una voz de chico algo conocida para mí.
-Sí. ¿Quién eres?
-Soy Billie Joe… te llamaba para pedirte que vengas mañana al piso de Mike, queremos proponeros algo a tu grupo y a ti.
-Vale… Me encantaría hablar con vosotros –le contesté.
Me dio la dirección de la casa de Mike, y se despidió de mi con un simple: “hasta mañana”.
Colgué el teléfono, y pasé el resto del día viendo películas de terror en la televisión.
Mi mundo hogareño era todo un asco, nunca sabía qué hacer para divertirme, siempre andaba aburrida, en las nubes, y pensando en mis cosas.

Capítulo 2 ¿Será hija de puta?

El resto del día pasó sin ningún acontecimiento más.

Estaba impaciente por saber lo que Billie, Tré y Mike querían proponernos a mí y a mis amigas.

La mañana del día siguiente llegó muy pronto. Llamé a Marta, una de nuestras managers para que les dijera a éstas que me iba a ver, ese mismo día, con su ídolo Billie Joe Armstrong.

Salí de casa media hora antes de la quedada para hablar con los de Green Day.

La ciudad de Oakland estaba abarrotada de coches, de gente andando por las aceras de las calles, y sobretodo el aire lleno de humo; estaba igual que siempre.

Miré el trozo de papel mal cortado donde escribí ayer la dirección de la casa de Mike; di varias vueltas por la zona, y aparqué en el sitio más cercano.

Me acerqué al edificio, era bastante antiguo, y parecía que estaba abandonado; sus paredes estaban pintadas en un triste color gris, y alguna que otra grieta cruzaba la fachada; miré de nuevo el papel, pensando que tal vez me había confundido de dirección, pero al final ese era el lugar correcto de la quedada.

Entré sin dudarlo ni una vez más, la puerta de la entrada estaba abierta; subí al segundo piso mirando a todas partes. Llamé a la puerta donde ponía en números grandes y dorados: 2º B.

Oí el ruido de una baqueta caer al suelo, después un murmullo de tres voces y la puerta se abrió, en ella estaba Mike que me sonrió enseñándome su dentadura perfectamente recta y blanca, yo también le sonreí; Dirnt siempre me había caído genial.

- ¡Por fin he encontrado a la chica de mis sueños! –exclamó en forma de saludo.

- ¡Hombre! ¡Cuánto tiempo sin ver a mi yonkie favorito! –le seguí el royo.

- Dejaros ya de idioteces –se quejó Billie que acababa de aparecer.

Mike y yo nos miramos, sonreí aún más.

- No te pongas celoso –le dije -. ¿Dónde está mi bajito de ojos azules?

- Aquí –anunció Tré desde una habitación situada al fondo del piso.

Nos dirigimos hacia allí. El cuarto era bastante amplio, las paredes eran de color azul cielo; en el fondo estaban los bajos de Mike, Blue la guitarra azul de Billie, otras cuatro guitarras más, y Tré estaba en su batería, me saludó agitando las baquetas.

- Perdona el desorden –se disculpó Mike.

- Si vieras mi habitación…

Me hicieron sentarme en una silla, y me explicaron sus planes acerca de mí y de mi grupo: al no ser muy conocidas, y al querer nosotras serlo, ellos nos ayudarían, y a cambio, nosotras teníamos que pasar unos cinco meses de gira con ellos.

No había cosa que más odiara en el mundo que trabajar con Billie Joe, lo digo porque tenía experiencia en ello, pero sabía que era una gran oportunidad para que nuestros sueños se hicieran realidad. Pensé por todas, y elegí la decisión más correcta:

- Yo creo que si digo que sí, hablaré por todas. Así que acepto las condiciones, a pesar de que a mí no me gusten mucho.

A él tampoco le gustaban esas condiciones, pero tuvo que aceptar porque si no los otros dos no se lo iban a perdonar nunca.

Andrea nunca le había caído del todo bien, nunca se habían llevado bien, y nunca habían intentado hacerse amigos; en cambio Mike y Tré le habían cogido cariño muy fácilmente, demasiado, para el gusto de Billie.

Los próximos cuatro meses de gira con ella y su grupo se le iban a hacer demasiado duros y lentos.

- Últimamente estás muy raro –le comentó Tré cuando se quedaron los tres amigos solos.

- Y muy borde con And… ¡Ya sé lo que te pasa! –exclamó Mike después de estar pensando un buen rato.

- ¿El qué? –preguntó sin mucho ánimo y pegando un trago de cerveza.

Tré y Mike se intercambiaron una mirada cómplice como solían hacer siempre. Le ponía nervioso que sus dos amigos descubriesen lo que le pasaba, antes que el propio Billie Joe.

- Joder. “¿El qué?” pregunta. ¡¿Qué crees que es?!

- ¡Y yo qué cojones sé! –gritó nervioso.

- Pues mira… Ahora te quedas con la intriga…

- Gracias –contestó resentido.

Cada día me aburría más en casa, y la hora del primer día de gira no parecía llegar, cada día estaba más nerviosa y las chicas estaban igual o más que yo; eso se notaba bastante en los ensayos del grupo.

- Joder. No me sale la estúpida canción –se quejó Leire que sacaba gayos cada vez que cantaba.

- No te quejes que yo estaba tocando Revenge day en lugar de esta.

Llevábamos como quince minutos con la misma canción y no conseguíamos que nos saliera como debía. Empezamos a montar un gran alboroto, y Naiara nos tuvo que callar con un grito, todas nos la quedamos mirando algo pasmadas, y estábamos rojas de tanto discutir e intentar que la canción nos saliera como debía.

Marta hizo su aparición en la sala, en sus manos traía como unos siete discos, reconocí el nombre del grupo en uno de ellos, en letras rojas ponía: Black Nightmare.

- ¿Y eso? –le pregunté.

- Ah. Me los ha dado Tré, para ver cuál os gusta –nos explicó.

- Sí que son rápidos estos hombres, ¿no?

Elegimos la carátula que yo había visto anteriormente, Marta nos citó a las cinco en el piso de Mike; yo las tuve que llevar cuando llegó la hora.

- Llegáis tarde –nos anunció Billie al abrirnos la vieja puerta.

- Lo sabemos –le contesté enfadada.

Nos dejó entrar ya que Mike se lo pidió con un grito.

Fuimos detrás de Billie todo el rato. Pasados unos segundos Sandra se puso al lado mío, y mirando hacia donde estaba Billie me preguntó:

- ¿Qué os pasa a vosotros dos?

- Billie siempre ha sido muy borde conmigo –le contesté.

- Eso es que le gustas, e intenta por todos los medios no seguir enamorado de ti, convenciéndose a sí mismo de que eres idiota.

- No digas chorradas –le solté -; Billie solo me odia.

Por fin llegamos a la habitación del otro día, pero esta vez los instrumentos habían desaparecido, y en su lugar había una mesa y varias sillas, encima del escritorio había unos papeles con nuestras composiciones.

- Ya tenemos todo preparado para que podáis grabar el disco en nuestra discográfica –nos anunció Billie -, si queréis mañana podemos empezar, o si preferís anunciamos ya a nuestro representante que nos vamos de gira cuanto antes…

Decidimos pensárnoslo unos días más ya que todo había surgido demasiado rápido para nosotras y teníamos que asimilarlo un poco.

Nos dirigíamos a irnos cuando Billie me llamó.

- ¿Podemos hablar? –me preguntó.

- Claro.

Me llevó al cuarto de baño, y cerró la puerta con cerrojo.

- ¿Pasa algo? –le pregunté.

- ¿Por qué está actitud? –parecía hablar consigo mismo en lugar de conmigo.

- …. -no dije nada.

- Siento tratarte así… pero, joder, me pones nervioso. Si alguna vez me paso demasiado párame los pies.

- ¿Qué te pensabas? ¿Qué iba a dejar que te cebaras conmigo? Pues si pensabas eso ibas listo Billie Joe Armstrong.

- ¿Entonces, me perdonas?

- Disfruta de la decepción.

- Yo también te odio.

Y se fue, y mientras se alejaba lo oí decir en bajo:

- Será posible… yo gasto mi saliva en hablar con ella, y la muy… -su voz se perdió a lo lejos.

Salí del edificio algo enfadada conmigo misma por ser tan cruel con Billie, pero se lo tenía bien merecido.

Capítulo 3 Un simple capricho.

La noche cayó en California solo se oían los ruidos de los coches pasando por la carretera y algún que otro grito procedente de los callejones de la ciudad. Incluso alguna vez le pareció oír disparos. Pero no le importó nada de lo anterior, ya que era toda pura rutina de Oakland, además, estaba completamente dormido. Pero el sueño no duró mucho más, la última imagen que le vino a la cabeza fueron los ojos marrones de ella, y luego... Oscuridad…

- ¡Joder! –gritó en la oscuridad.

Su amigo, Tré, se movió en sueños, y Mike ni se inmutó.

Volvió a maldecir. Esa fue la primera noche que soñó con ella, pero no fue la última; cada una de las noches de las semanas siguientes se despertaba sobresaltado porque el sueño se repetía una, y otra vez.

Se juraba a si mismo que no iba a volver a soñar con ella, pero su mente no parecía muy de acuerdo con ese plan… y eso, en un principio le empezó a joder demasiado.

Hacía dos semanas que habíamos decidido acompañar a los de Green Day de gira por el mundo, y casi nada había cambiado desde entonces, a pesar de estar en la ciudad de Londres, en un hotel del centro de la ciudad.

El jueves de esa misma semana comenzaríamos con la gira de cinco conciertos en Inglaterra, y luego iríamos a Francia, pasando después por Bilbao, y España donde vivían la mayoría de nuestros familiares más cercanos; teníamos tres días de descanso.

Los planes de la tarde eran simples: iríamos al Buckingham Palace, más tarde a la British Library, etc.… Es decir, que los tres amigos nos iban a matar a andar, porque cada una de los lugares que visitaríamos estaban a varias millas del anterior.

Los chicos decidieron irse a ensayar un poco, y mis amigas habían optado por irse a dar una vuelta, menos yo, que preferí quedarme en el hotel tranquilamente y sola.

El momento de paz duró poco, ya que alguien picó a mi puerta, me levanté del sillón donde me había tumbado y corrí a abrir la puerta.

- ¿Puedo pasar? –me preguntó Billie.

- ¿Qué pasa?

- Naiara me ha pedido que vayas con tu guitarra a la sala de ensayos –me dijo algo serio -. Sólo eso…

Se quedó apoyado en el marco de la puerta mientras cogía a mohón, mi guitarra. Al volverme me lo quedé mirando extrañada por que todavía siguiera allí plantado.

- ¿Qué haces?

- Esperarte. Te tengo que acompañar –me explicó.

No comenté nada, salimos del hotel, estuvimos media hora andando, y por fin llegamos al edificio donde íbamos a tocar.

Entré sola al interior, llegué al escenario que ya lo habían colocado. Arriba del todo estaban mis amigas. Un segurata me guió detrás del escenario por donde podía subir. Una vez llegué allí, el pabellón se veía enorme y daba miedo imaginártelo lleno de gente.

- No sé para qué has traído a mohón –me dijo Naiara.

- ¿Por? –pregunté confusa.

- Porque no vamos a ensayar, no podemos… No hay regidor, no hay técnico de sonido, ni gente que pueda ayudarnos a que los instrumentos suenen bien… Aunque podemos tocar sin nada, Nekane no quiere… -y se encogió de hombros.

- Genial…

- A las pobres, Taylor les ha dejado plantadas –le comentó Mike a Tré.

Billie estaba tumbado en la cama, y miraba al techo ausente y pensativo.

- ¿Por qué me odia?

Los otros dos se giraron.

- Porque siempre la has tratado mal… No hay más misterio.

- Vamos a comer –dijo Tré zanjando el asunto que tanto le aburría.

Llamaron a las demás y bajaron todos juntos hacia el restaurante del hotel, no había casi nadie, así que podían estar y hablar tranquilos.

- Juro que mañana voy a descuartizar a Taylor –le comentó Naiara a Andrea.

Estuvieron toda la mañana despotricando contra Taylor Evans, sin ni siquiera conocerle; pero a él no le importaba ya que él también lo odiaba; la parecía un completo gilipollas.

(Unas horas después…)

Se tumbó en la cama agotado de tanto andar por las calles de Londres.

Mientras él estaba allí tumbado, en la habitación de al lado, las chicas parecían tener juerga.

Su estúpida verborrea sobre Billie me estaba empezando a poner de los nervios. Me querían ayudar, eso no lo dudaba ni un segundo, pero sus soluciones eran demasiado extrañas para mí, y la mayoría contenían guarradas tan grandes como una casa.

- ¡Por favor…! No me seáis guarras… No pienso hacer eso –contesté a una de las propuestas de Naiara.

- Pues habla con él, perdónalo de una maldita vez, y quedad como amigos.

- Mira. Esa solución me gusta más –le dije a Sandra.

- ¿Y a qué esperas? –me preguntó Nekane levantándome de la cama y echándome al pasillo.

Fui hacia la habitación de los tres chicos, las otras cerraron la puerta; menuda consideración de su parte.

Llegué a la puerta del cuarto, y oí medio trozo de su conversación:

- …amo a Addie, no me la pienso tirar porque sea un puto capricho –era la voz de Billie -, además me odia y es idiota.

Supe que era yo a quien se refería por eso último. Media la vuelta y choqué contra algo duro. Después un ruido de CDs contra el suelo.

- Lo siento –contesté y me agaché rápidamente a ayudarle.

- No pasa nada, me suele pasar.

Conseguimos recoger todas las cosas, el chico al cuál había chocado estaba delante de Mike, Tré y Billie. Él tenía el pelo del color del de Billie, y sus ojos eran algo más claros que los de Mike.

- Por cierto soy Taylor. Siento haberos dejado tiradas esta tarde.

Me quedé embobada mirándole a los ojos.

- Ejem –pronunció Tré para hacerse notar.

Taylor se volvió y yo simplemente miré a los tres amigos que me miraban con una expresión muy rara en la cara.

- Ah. Hola –los saludó.

Ellos solo sacudieron sus cabezas.

- Andrea –me llamaron Tré y Mike -. ¿Podemos hablar a solas?

- Claro –contesté todavía extrañada.

Billie se quedó con Taylor en el pasillo.

Miré a los otros dos queriendo saber de una maldita vez qué era lo que estaba pasando.

- ¿Has oído nuestra conversación? –me preguntó Mike.

- Sí. ¿Y?

- ¿Cómo que “y”?

- No me ha sentado mal… Que conste –les dije.

Me miraron más raro aún. Yo les devolví la mirada.

- ¿Estás segura? –me preguntó esta vez Tré. Yo asentí – Vale… Una última cosa. No te enamores de Taylor Evans.

- Whaaaaaaaaat’s? –preguntamos Mike y yo a la vez.

- No me da muy buena espina. Es como si escondiera algo crudo.

- Tré. Tienes que dejar los porros, no te sientan nada bien…

Mike se llevó a Tré a un sitio algo más apartado.

- ¿Qué? –le preguntó Tré a Mike.

- No seas idiota. Sabes que Taylor es una buena persona, a pesar de que Billie lo odie.

Entonces un gran alboroto sonó por el pasillo; Tré y Mike se miraron, y luego me observaron a mí. Yo me encogí de hombros. Salimos corriendo hacia donde había sonado el ruido. Vimos a Billie peleándose con el técnico de sonido. Mike se metió en medio de los dos intentando separarlos; Tré agarró a Taylor por la espalda. Me quedé quieta donde estaba durante un corto periodo de tiempo, luego vi que Billie sangraba bastante por la nariz y me agaché donde él estaba.

- Billie sangras bastante –fue lo único que supe decirle.

- Bah. No es nada que no se pueda curar –me dijo intentando quitar paja al asunto.

- ¿Por qué mierdas te has peleado? –le pregunté aunque creí saber la respuesta.

- Por ti. Por defenderte a ti.

- Venga –le ayudé a levantarse -, haber si las chicas te curan eso.

Al llegar con Billie apoyado en mí, mis amigas corrieron a ayudarme.

- ¿Qué cojones ha pasado? –me preguntaron una vez sentamos a Billie en la cama.

- Me he peleado, nada más –dijo mientras Marta le limpiaba la herida, y mirándome a mí.

Yo simplemente me apoyé en la pared y miré al techo. Cuando hubo acabado Marta, Billie les pidió que nos dejaran a solas.

Capitulo 4 Amigos de nuevo.

- Si le hubieras oído no me mirarías así –me dijo justificándose.

- Yo solo sé una cosa. No podemos seguir así.

- ¿Cómo? –me preguntó.

- No te hagas. Ambos lo sabemos.

- ¿El qué? ¿Qué no podemos vivir el uno sin el otro? ¿Qué nos amamos desde siempre? Yo quiero a mi mujer y a mis hijos.

- Y yo lo sé. ¿Qué piensas? Yo solo quiero dejar de pelear. Que ya somos adultos. Yo lo único que quiero es llevarme bien contigo. Nada más.

- Por mí genial y lo sabes.

- Pues amigos.

- Eso.

Nos quedamos callados, yo simplemente suspiré. Al cabo de un rato lo miré interesada.

- ¿Pasa algo? –me preguntó.

- Esto… Es la primera vez en todos estos años que no estamos discutiendo.

- Es agradable.

- ¿Y qué tal es la vida de casado?

- Eso es mejor que se lo preguntaras a una pareja normal –me contestó sonriéndome -. Pero por el poco tiempo que estamos juntos es re confortable tener alguien que sabes que te quiere, y dos niños que te adoran. Cuando estoy de gira o fuera de casa se pasa mal. Sobre todo al principio… Luego te vas acostumbrando.

- Yo como no tengo a nadie importante… No sé lo que es eso.

La noche era algo lenta, no podía dormir y no tenía muchas ganas de hacerlo. Decidí levantarme y pasear un poco.

Las calles estaban algo vacías por el barrio donde estaba el hotel donde nos alojábamos. Una pequeña brisa bastante helada cruzó la ciudad.

Anduve despreocupada y sin saber a dónde iba, al cabo de unos cuantos minutos me di cuenta de que me había perdido.

Entré en una apestosa taberna, en la cual todos los borrachos de Londres, parecían, acabar después de dar varias vueltas sin saber a dónde ir. El interior estaba algo oscuro, y una fina capa de humo de cigarrillos y puros pasaba de un lado a otro del local.

Me senté en la ruinosa barra, y pedí una cerveza. El camarero sacó una botella que me pareció de color verde a pesar de la mierda que llevaba encima, y un vaso en las mismas condiciones.

Solo había pegado un sorbo cuando noté que alguien se situaba a mi lado.

- ¿Qué haces aquí tan sola? –me preguntó una voz grave, muy cerca de mi oído izquierdo.

- ¡Joder, Tré! –le grité y esparcí media botella de cerveza sobre la barra.

- Lo siento.

- Estábamos preocupados, incluso Billie –Mike puso los ojos en blanco.

- Ya. Somos amigos, al fin –les comenté.

- Menos mal, estaba harto de oíros discutir cada dos por tres.

- Me imagino.

Se estaba empezando a poner muy nervioso, y no podía estar quieto ni un solo segundo. Las amigas de ella lo miraban algo histéricas.

- ¡¿Te quieres parar ya?! ¡Joder qué tío! –le espetó Naiara.

- Ayer no te importaba lo que le pasara y hoy no puedes parar quieto. ¿Qué es lo que ha pasado entre vosotros dos hoy? –le preguntó Sandra, la más calmada de todas.

- Hemos hecho las pace…

- ¡Andrea! –gritaron todas a la vez y fueron hacia su amiga.

Tré seguía agarrándome del brazo derecho, y Mike del izquierdo, ya que antes casi me desmayé en el bar. Mis amigas me chequeaban todo el cuerpo en busca de a saber qué. Solo una única persona en toda la habitación estaba apartada de mí. Busqué sus ojos verdes, y los encontré mirándome con una sonrisa en los labios. Suspiré, y mis amigas lo tomaron como que necesitaba descansar, echaron a los tres amigos. Mientras me tumbaban en la cama, yo noté como la habitación desaparecía de mi vista, y acabé desmayándome.

Abrí los ojos topándome con los azules de Tré y los verdes de Billie. Los miré interesada.

- Buenos días –me saludaron.

- Hola. ¿Qué hora es?

- Son las ocho de la noche del sábado siguiente –me contestó Billie -, has estado dos días durmiendo.

- ¿Y el concierto? –pregunté medio levantándome de la cama.

Tré me lo impidió agarrándome del brazo.

- Todo está bien… Billie tocó por ti –me dijo.

- ¿Y hoy?

- Mike.

- Vale.

- Os dejo solos –anunció Tré.

Yo no contesté, Tré se despidió de mí y de Billie, y salió de la habitación.

Billie me observó en silencio.

- Tengo hambre –comenté.

- Humm… Me imagino –fue donde el teléfono y pidió comida para los dos -. Enseguida vienen.

- Vale.

- ¿Te encuentras bien?

- Mareada y con ganas de vomitar.

- Es normal también.

A la media hora llegó la cena. Billie me pasó mi parte y él se quedó con la suya. Estuvo todo el rato mirándome mientras yo comía.

- ¿Pasa algo? –me preguntó.

- Que solo como yo –contesté riéndome.

- Es que no tengo hambre –dijo él.

Entonces alguien abrió la puerta del cuarto, eran Taylor y Mike.

Capítulo 5 Guitarrista suplente.

Ellos nos miraron a los dos.

- Esto… Podemos venir luego, si queréis –nos dijo Mike algo cortado.

- No, no importa.

- Bah, déjalo. Volvemos luego.

Cerraron la puerta rápidamente. Billie me miró y nos comenzamos a reír de nuevo.

- ¿Qué te dijo Taylor de mí? –le pregunté cuando paramos de reírnos.

- No quieras saberlo –se quedó serio.

- No, dímelo. Lo tengo que saber.

- Se notaba que eres idiota por enamorarte de mí –comenzó -, que no tenías ni medio te quiero. Y que iba a conseguir enamorarte para luego hacerte sufrir.

- Más bien, creo yo, que lo último lo decía por ti –le comenté.

- Lo sé.

- Pero tú no lo vas a permitir, ¿verdad?

- ¿El qué? –preguntó.

- Que yo me enamore de él.

- Yo solo quiero que seas feliz, pero con él no.

Se había levantado y me miraba demasiado preocupado, se notaba que no quería que yo fuera infeliz.

- Escucha, Taylor no es buena persona. Lo único que desea es hacernos daño a los chicos y a mí. No caigas en sus trampas.

- ¿Y por qué no lo despedís? Ah, ya, Mike cree que es un santo –me quedé en silencio un momento -. Y ¿por qué me dices todo esto?

- Porque lo conozco y sé cómo es en realidad. Y sé que hará, como sea, que tú también sufras. Y te lo digo como amigo, nada más.

- Vale –le sonreí.

Al día siguiente nos fuimos a Toulouse. Taylor venía con nosotros, ni Billie, ni Tré, ni yo dábamos señales de tener alguna intención de hablar con él.

- Por cierto, Jason no va a tocar con nosotros –me comentó Billie.

- ¿Y?

- Pues… que Tré, Mike y yo hemos pensado que tú podrías tocar con nosotros.

Me quedé callada, no asimilaba lo que me acababa de decir Billie, lo miré y le pedí que repitiera lo que había dicho:

- ¿Qué. Si. Quieres. Ser. La. Guitarrista. En. Estos. Dos. Conciertos.?

Mi siguiente reacción fue un tanto impulsiva, lo único que se me ocurrió hacer fue abrazar muy fuerte a Billie.

- Tomo eso como un sí –me dijo Billie poniéndose algo rojo.

Asentí sin más. Billie se me quedó mirando con una expresión rara en la cara.

- ¿Qué? –le pregunté medio gritando.

- Humm… Hem… Nada.

- Vale.

Tré se nos acercó todo contento, su actitud se me antojó algo rara, ya que tenía una gran sonrisa en los labios, que parecía que en cualquier momento se iba a degollar.

- Ey. Andie, Billie.

- ¿Desde cuándo te llamas Andie? –me preguntó Billie; me encogí de hombros, y Tré continuó hablando:

- Naiara pregunta que si de camino al hotel podemos pasar a por un amigo.

- De acuerdo.

Se fue un momento, habló un rato con Naiara, y luego volvió con la misma sonrisa que antes. Billie y yo nos miramos riéndonos de su cara de psicópata asesino.

- Por la reacción de antes sé que has aceptado –me puse roja de nuevo -. De seguro lo harás genial en los conciertos =D.

- Gracias, Tré por los ánimos.

- No quisiera interrumpir nada –comenzó Mike que se había acercado a nosotros tres -, solo quiero deciros que estamos llegando ya.

Aterrizamos en el aeropuerto, cogimos las maletas y llamamos a un taxi. Billie le dio las indicaciones al conductor de donde nos tenía que llevar y nos montamos.

Cuando llegamos, más o menos, al centro de París, Naiara bajó del coche, fue hacia un gran edificio blanco, y al cabo de un rato volvió con un chico a su lado. No pude verle del todo bien, pero me sonaba de algo. Nai nos lo presentó, se llamaba David; no pude ver cuál era la relación entre los nombres París y David, pero me sonaba mucho.

Al poco de una hora llegamos al inmenso hotel, todos nos bajamos de los taxis. Por fin pude verle la cara al tal David; era un poco más alto que yo, tenía el pelo moreno y los ojos negros. Se le veían unos cuantos tatuajes en ambos brazos. Él también se me quedó mirando con los ojos abiertos; detrás suyo estaba una Naiara sonriente, yo simplemente la fulminé con la mirada.

- ¡¿Qué cojones te pasa?! –le pregunté gritando a Naiara una vez en la habitación que compartíamos con todas las chicas.

- A mí nada. ¿Por? –me contestó todavía sonriendo falsamente.

- ¡¿Qué haces trayendo a ese aquí?!

- Baja la voz o nos van a escuchar todo el mundo. Lo he traído pa’ que te olvides de una vez de Billie. Sabes que David te sigue queriendo…

- Y por eso me dejó sola sin explicaciones, ¿no? Já.

La puerta del cuarto se abrió, ya era pura rutina de todos los días, por ella apareció el chico causante de mi discusión con mi amiga: David.

- Andrea –me llamó.

- Os dejo solos –dijo Naiara saliendo de la habitación.

- ¿Qué pasa? –le pregunté a él sin más.

- No quiero discutir.

- Ni yo.

- Bien. ¿Por dónde empiezo? –se acercó un poco a mí.

- Tú sabrás.

- Te quedan bien los ojos pintados de esa forma –me comentó.

- Me los ha pintado Billie, él y yo solitos en una habitación –le dije intentando darle envidia y que se pirara del cuarto pero no lo hizo.

- Pues es un artista.

- ¿Lo dudabas? –le pregunté alzando una ceja.

- No. No. No me interpretes mal.

Se me volvió a acercar un poco más, y yo supe sus intenciones al momento, me preparé para darle un puñetazo en la cara.

- Te he echado de menos –me susurró.

Y para cuando quise darme cuenta ya lo tenía encima, intentando hacer lo que yo había supuesto enseguida que iba a hacer.

Había visto entrar al nuevo tío del grupo en la habitación de Andie.

Al cuarto de hora volvió a salir, ¿tanto había estado esperando? ¿Tanto habían estado hablando ellos? ¿Qué habían hecho en tanto tiempo? Todo le resultaba algo extraño pero no le dio demasiada importancia al principio. Se dirigió hacia la calle para así tomar un poco el aire y ordenar sus pensamientos. Al pasar por el pasillo del hotel oyó a dos de las amigas de Andrea hablando privadamente.

- Me ha parecido oír ruidos raros –la que hablaba era Naiara.

- Yo creo que ha habido… -dijo Nekane mientras hacia un gesto con la mano.

Una extraña sensación de celos le recorrió el cuerpo. Nunca antes lo había sentido, ni siquiera con Adrienne. Nunca hubiera podido imaginar que fuera a sentir celos por una mujer que no fuera su esposa, y menos siendo por una de las que más había odiado en sus tiempos de escuela.

Siguió su camino agarrotado. Cerca de la entrada, y su destino, estaban sus dos amigos.

- Billie –lo llamaron.

- ¿Estás bien, tío? –preguntó Mike.

- Sí, genial. Voy a dar un paseo.

- Vale. Adiós.

Los dos amigos se miraron muy extrañados hacia la actitud que tenía su otro amigo desde hacía por lo menos unos cuatro días desde que estaban con las integrantes de Black Nightmare.

- ¿Qué le pasa? –preguntó Tré a Mike mientras Billie desaparecía por la puerta del hotel.

- Ni puta idea.

Capítulo 6 Y por si fuera poco, más celos.

Puse la mano en un puño y le di en la cara a David quien se separó de mí enseguida; suspiré. Él me miró medio enfadado y se fue de la habitación dejándome a mi sola.

Por la mañana me levanté de las primeras, ya que solo yo tenía ensayo con los chicos a las diez y media. Comenzaba a ponerme nerviosa, así que dejé de pensar en los planes y salí de mi cuarto. David me esperaba afuera ya que iba a ser él el que me llevara con los chicos. No dije nada, ni me disculpé por el puñetazo del día anterior ya que no tenía nada de que disculparme; simplemente seguí andando hacia la cafetería del hotel con mi guitarra a cuestas y David pisándome los talones. Cogí mi desayuno y me senté en un lugar apartado, él se sentó conmigo.

- ¿No me vas a decir nada? –me preguntó.

- ¿Dónde están Billie, Tré y Mike?

- Allí.

No dije nada más; terminé el vaso de café, y nos fuimos hacia el pabellón donde íbamos a tocar por la noche. David entró también conmigo, yo no le di demasiada importancia aunque me estaba poniendo algo nerviosa. Unos minutos después ya estábamos con los tres chicos.

- Bienvenida –me saludó Mike.

Y me plantó dos besos en las mejillas, estilo a los besos que suelen dar las abuelas a los nietos. El gesto me pilló demasiado de sorpresa.

- Ho-Hola –tartamudeé. Tré negó con la cabeza -. ¿Y tú Tré?

- Yo… ¿Qué? O.O Ah. –se acercó a mí y también me besó pero luego poniéndose rojo.

- Buenos días –saludó Billie al aire, se le notaba algo contento.

Pero su alegría poco a poco fue despareciendo y, para mi pesar empezó a tomarla conmigo todo el rato como solía hacer cuando éramos adolescentes.

- Con este ya van cuatro fallos. Estate atenta o el concierto será una mierda por tu culpa.

- Pero…

- Nada de peros.

- Déjala que se explique, ¿no? –le pidió Mike.

- Es la primera vez que toco esta canción, como comprenderás no me puede salir a la primera –Billie resopló.

- Billie, tiene razón –me defendió Tré.

- ¡¿Y tú qué coño miras?! –le espetó Billie a David.

- ¿Por qué la tomas ahora con él?

- Porque me pone nervioso.

- ¡¿Qué m*erda te pasa hoy?! –comencé a gritar.

- ¡Nada, no me pasa nada! –también gritó y se fue.

Lo vi alejarse demasiado cabreado y no supe cómo reaccionar ante aquella situación, no entendía nada de lo que coño pasaba.

- ¿Qué co!ones pasa últimamente con vosotros dos? –me preguntó Tré mirando hacia donde yo miraba.

- No lo sé, yo creía que… Pero puede… Ahora vuelvo.

¿Cómo no me podía haber dado cuenta de lo que le pasaba?

Le pegó un puñetazo a la pared del pasillo hacia los camerinos.

- ¡Joder! –gritó cuando llegó.

El eco le devolvió el grito. En ese momento su cuerpo se llenó de un amargo sentimiento de rabia que le empezó a doler en el corazón. Seguía sin entender que le estaba pasando; no sabía con exactitud lo pasado entre ella y David, ¿Cómo podía seguir estando celoso de su “relación”?

Oyó como unos pasos se acercaban al lugar donde él estaba sentado en el suelo. La puerta se abrió y unas converse negras se pararon de repente en el marco. Miró hacia las zapatillas, y comenzó a subir la mirada hasta llegar a esos ojos marrones, pintados del mismo modo que él. Ella le sonreía. No separó los ojos de los de ella.

- Sé lo que te pasa.

- Qué bien –le contestó sarcásticamente.

- Si no quieres que hable me voy.

- No, no –la retuvo cuando estaba a punto de marcharse y de dejarlo solo con su agonía interior.

Me volví.

- Estás celoso, ¿verdad? –le dije -. No pasó nada, simplemente le pegué un puñetazo en esa cara de idiota que tiene, nada más.

- ¿Se puede? –interrumpió Tré.

- Ya estás dentro –le dije -. Os dejo solos.

Salí del vestuario y me quedé afuera esperando, y así a ver si podía escuchar algo de la conversación entre los dos amigos.

- ¿Pasa algo? –oí como preguntaba Tré.

- Nada. Solo nos has interrumpido.

- ¿Lo sabe ya?

- No.

- ¿Y a qué esperas?

- Te recuerdo que eras tú el que nos has interrumpido.

- Es verdad. Lo siento.

- ¡Bah! No pasa nada. Anda vámonos.

Capítulo 7 Olvídame.

No me dio tiempo a reaccionar, Tré y Billie abrieron la puerta y me encontraron quieta, pasmada y sin saber qué hacer en ese momento. Tré se excusó y se fue dejándonos a Billie y a mí solos de nuevo. Le envié al cantante una mirada algo acusadora, lo primero que se me ocurrió hacer.

- ¿Qué tengo que saber? –le pregunté.

- Esto. Humm –se quedó bastante pensativo durante un largo periodo de tiempo, luego abrió la boca y comenzó a explicarse con monosílabos hasta que por fin consiguió decir una frase con sentido -. Que soy un estúpido… Que…

- ¡Déjalo anda, no quiero saberlo!

Me di media vuelta, pero él me lo impidió agarrándome algo apretado en el brazo y haciendo que le mirase a los ojos de nuevo.

Entonces volvió a intentar explicarse pero esta vez ya más en serio, y lo logró a mi pesar. Solamente pronunció una frase que hizo que después de ello no supiera cómo reaccionar, la frase no era otra que: te quiero.

No aparté la vista de sus ojos verdes que tenían un extraño brillo en el color, se acercó a mí como lo había hecho David el día anterior, pero éste, Billie, con más cariño. Al poco rato se acercó un poco más y posó sus labios sobre los míos. Cerré los ojos, no sé muy bien porqué, y me dejé llevar.

Al momento me aparté de él, y me fui de la habitación corriendo, me apoyé en la puerta cerrada de los vestuarios y suspiré cuando llegué resbalándome al suelo.

Estaba en el suelo, con la cabeza entre las piernas, levantó la vista y la posó en un punto muerto del vestuario, se llevó la mano derecha, todavía mirando la pared, y se tocó los labios, por último cerró los ojos, y suspiró. Sabía perfectamente el qué había hecho, pero no se lo podía creer todavía; sabía que había hecho algo que no debería a ver hecho aunque lo estaba deseando con todas sus fuerzas, le había servido para darse cuenta de que no estaba equivocado respecto de sus sentimientos hacia la guitarrista, estaba enamorado aunque no quería estarlo. Por quien más lo sintió fue por Adrienne, su esposa, ya que también la quería con locura, y si se llegaba a enterar de lo pasado entre él y Andie se disgustaría mucho.

Aún pensando en la posible decisión que debería tomar se levantó del suelo, y continuó lo que estaba haciendo antes de haberse ido al vestuario enfadado.

El concierto fue algo extraño; por fin había conseguido aprenderme las partituras, y todo iba bien; lo que me ponía nerviosa era la nueva actitud de Billie conmigo. Siempre que tocaba una parte solo instrumental se me acercaba y me preguntaba que si tenía algún inconveniente con las canciones que tocábamos, y también me felicitaba por el trabajo como guitarrista suplente de Jason.

El recital se pasó muy rápido. Yo me quedé esperando detrás del escenario a que salieran mis amigas para tocar con ellas. Nuestra actuación también pasó rápido ya que solo tocábamos unas cinco canciones en todo el concierto.

Luego del concierto volvímos al hotel, yo me tumbé en mi cama como siempre, y Nekane se sentó a mi lado. La miré esperando a que comentara algo sobre Billie y mío.

- Has estado genial tocando con los chicos –me comentó y yo suspiré.

- Gracias :D

- De nada.

- ¡GENIAL! –oímos como Naiara gritaba en el pasillo.

Nekane y yo nos miramos y Sandra abrió la puerta. Lo único que se veía era la mata de pelo rubio de Mike, y solo se oía la voz de Nai. Decidimos salir fuera para ver la escena con más perspectiva. La conversación era personal, por llamarlo de alguna forma, Naiara y Mike estaban rodeados por Billie y los demás chicos; mi amiga le gritaba al bajista y estaba todo acalorada y roja como un tomate.

- Solo quiero que me olvides.

- Lo haré encantado –le contestó Mike.

- Gracias –dijo ella resentida.

Los dos se dieron la espalda y cada uno se fue a su correspondiente habitación. Yo no entendía una m*erda y cuando me fui hacia donde Nai se había ido, la voz de Billie me retuvo. Lo miré sin ninguna expresión en mi cara, sus ojos verdes me miraron un momento y luego él volvió a hablar, pero yo no le dejé.

- ¿Qué ha pasado aquí?

- Creo que nosotros no somos los únicos liados aquí… Mike le ha dicho a Naiara que ha sido un error y que lo siente mucho –se encogió de hombros.

- Por cierto –dijimos los dos a la vez.

- Dime.

- Lo de esta mañana…

- Sé que no ha sido un error pero no quiero hacer más daño a Addie…

Capítulo 8 A la mierda Taylor.

Cuando me fui hacia mi habitación para descansar un poco Tré me llamó a lo lejos, me giré y al verle mirándome atentamente le sonreí.

- ¿Qué pasa Tré?

- Necesito que Taylor se vaya ya de aquí –dijo, estaba bastante acalorado y a mí me preocupó mucho verle así.

- ¿Y eso?

- Quiere llegar a lo más alto quitándonos a nosotros la fama. No sé como planea tal cosa –comentó -. Pero sé que si se lo propone bien lo conseguirá.

- ¿Y qué quieres que haga yo? –pregunté alzando una ceja.

- Mike –fue la única respuesta que conseguí sacarle.

- ¿Qué pasa con Mike? –me hizo un gesto con la cabeza y entonces entendí -. Ya… quieres que Mike odie a Taylor, así le explicáis lo que piensa hacer, y conseguimos echarlo, ¿es eso no?

- Sí. Pero para eso tienes que, yo que sé, engañar a tu amiga Naiara. ¿Se te ocurrirá algo? Yo me encargo de él.

- Claro. Ahora le digo –le guiñé un ojo -. Tú solo espera.

Dejé a Tré en el pasillo y yo entré en mi habitación. Naiara era la única que estaba dentro y parecía bastante aburrida sentada en la cama mirando el techo sin decir palabra.

- Nai –ella levantó la cabeza -. Tengo una buena noticia para ti.

- Mike ha cortado con Britt –dijo deprisa.

- No. Pero sé de otro que está enamorado de ti.

- ¿Quién? –se le notaba que estaba algo desesperada por conseguir cacho, yo la miré apenada por la mentira que le iba a soltar.

- Taylor. No para de hablarme de ti. Que si Naiara lo uno, que si Naiara lo otro. Ya sabes lo pesado que se vuelve un tío cuando está enamorado.

- ¿Estás de coña, no? –preguntó desconfiada.

- ¿Tengo pinta de estarlo?

- No.

Naiara y yo no volvímos a hablar de ese tema en ningún otro momento. Me sentía fatal por la gran mentira que le había contado, pero ya no aguantaba más viendo como Taylor me miraba raro, además, desde hacía unos cuantos meses había recibido anónimos todos los días o cada dos días, y estaba más que segura de que el autor de todo esto era Taylor. Después de los anónimos comenzó a amenazarme de muerte en el pasillo cada vez que nos encontrábamos, no se lo podía contar a nadie o si no acabaría matándome haciéndome sufrir cruelmente. Yo estaba acojonada por todo lo que me decía, y por eso estaba empezando a temer por la vida de mi amiga Naiara ya que comenzó a salir con Taylor muy a menudo, y se rumoreaba que estaban juntos.

Esos rumores se hicieron realidad cuando les vimos besándose en un parque de Bilbao. Mike estaba empezando a odiar a Taylor con todas sus fuerzas, y con ello Tré encontró la oportunidad que estábamos esperando desde hacía muchos meses, el momento de despedir al técnico de sonido fue un sábado de Noviembre, el en cual Naiara estaba con su familia en San Sebastián. Taylor se fue la noche siguiente de su despedida. Y cuando volvió Naiara de su viaje familiar él ya no estaba. No pareció importarle la desaparición de su novio, ya que según nos contó ella una noche, solo era un rollo de invierno.

Pero la despedida de Taylor no acabó con las amenazas de muerte y todos estábamos algo cansados de las bromitas de poca monta. La policía pilló a Taylor cuando intentó ir a por la novia de Tré y ya estaba entre rejas para alivio de todos nosotros.

Aunque los problemas del grupo no se habían solucionado del todo estábamos tranquilos ya que nadie nos iba a intentar matar nunca más, o al menos Taylor ya que estaba condenado a cincuenta años de prisión ya que al parecer había matado a varias personas además de intentar matar a la novia de Tré.

Solo quedaban apenas unas pocas semanas para que los conciertos se acabaran, y para comenzar a grabar el disco.

Capítulo 9 Separación.

(Narrador exterior, Pasado)

Oakland, 30 Noviembre 2008

Se tornaba un día aburrido y negro para uno de nuestros protagonistas y su mujer con la cual había compartido los mejores años de su vida, con la que tenía dos hermosos hijos saludables y felices. Pero llegaba el momento de decirse adiós, el momento de echar por la borda todo lo que habían cultivado juntos, pero también el momento en el que apoyarse más que nunca y a seguir siendo muy buenos amigos.

Billie Joe Armstrong hablaba con su mujer, ahora ex mujer, Adrienne Nesser de su ruptura matrimonial, Addie lo miraba y le escuchaba todo lo que tenía que decirle sin decir ni una sola palabra hasta una vez su marido hubiera terminado.

- ¿Esto es un adiós, verdad? –dijo ella lo más tranquila que pudo.

- Sí, lo siento Addie –contestó Billie Joe muy serio -. Te quiero, y mucho… Pero tengo a otra.

- Yo también te quiero. Sí eres feliz con esa chica, está bien… Yo solo quiero que seas feliz –le dijo su mujer mientras se le escapaba una lágrima de sus ojos.

- Lo siento, mucho –volvió a repetir.

- No importa, sé feliz Billie Joe Armstrong. ¿Es Andrea, verdad?

- Sí –dijo él algo extrañado por la respuesta de Adrienne.

- Salúdala de mi parte –dijo Addie, prefería mil veces que fuera una chica a la que ella también conociera que a una completa desconocida.

Lo peor de todo aquello era cómo decirles a sus dos hijos que se separaban para siempre, y que su padre había encontrado a otra mujer con la que pasar su vida.

(Andrea)

Oakland, 3 Diciembre 2008

Billie me había dicho que había cortado con Adrienne, quería ver como estaba mi amiga después de tantos años sin verla; no sabía cómo iba a entrar o encontrarme con ella en su casa sin que me tirara algún jarrón en la cabeza bien merecido, pero saqué fuerzas de a saber dónde y me presenté en su casa.

Llamé al timbre de la casa temblando un poco; al cabo de unos dos minutos más o menos Addie salió a mi encuentro; al verme pasmada mirándola desde el otro lado de la puerta imitó mi reacción y se quedó también pasmada mirándome a mí. Adrienne Nesser pestañeó un montón de veces, cuando pareció convencerse de que era yo me sonrió ampliamente.

- Andie –gritó sin dejar de sonreírme.

- ¿No, No me vas a tirar un plato ni nada a la cabeza?

- Ja, Ja –comenzó a reírse -. ¿Por qué debería hacer eso?

- No sé… Déjame pensar… Desaparecí sin dejar rastro, y cuando vuelvo resulta que tu marido te deja por mí. ¿Te parecen pocas razones?

- Pues ahora que lo dices… ¡Prepárate para morir! –gritó poniendo una cara de loca impresionante.

- Cada año estás más rara… -le comenté.

- Bueno… Estar casada con Bie tanto tiempo, se te acaba pegando la locura.

- No me digas eso.

- Ja, ja. Pobre mujer en lo que te has metido –me dijo bromeando.

- ¿Y tú qué tal, Addie?

- Jodida… Pero bien. Pasa, pasa –me invitó y yo hice lo propio.

La casa era bastante, fuimos al salón donde estaban Joseph y Jacob jugando juntos, al vernos llegar a su madre y a mí nos dejaron solas, saludándome a mí con educación. Miré a mi antigua amiga sonriéndole.

- Que monos tus hijos –le dije.

- Gracias.

Estuvimos hablando de todo un poco, de su vida como mujer de Billie, de su discográfica “Adeline Records” donde yo y mis amigas íbamos a grabar el disco en cuestión de días. Ella iba a estar allí ese día por lo que me dijo.

A las diez más o menos volví a mi casa donde Sandra me esperaba muy impaciente. Me extrañé mucho al verla dentro y no fuera esperando a que llegara, me comentó que había encontrado la copia que yo tenía debajo del felpudo. Me hizo dejar todas mis cosas rápidamente y que le acompañara al salón. Yo lo hice lo más rápido que pude. A continuación me hizo sentarme con ella en el sofá de la sala.

- Tengo algo muy importante que contarte –me dijo muy preocupada.

- ¿Qué pasa? –le pregunté todo el rato pero ella no me contestó a ninguna de las preguntas que le hacía.

Minutos después rompió a llorar delante de mí, yo no supe qué hacer ni qué decirle para que se tranquilizara un poco.

Esperé, simplemente esperé a que se serenara un poco para que me siguiera contando lo que co!ones había pasado, o qué le pasaba. Cuando se decidió a explicarme el qué la tenía preocupada yo me quedé flipando.

Capítulo 10 Te quiero de todas formas.

- Tengo un cáncer –me dijo con los ojos llorosos y las mejillas mojadas.

- ¿Cuándo te lo han dicho?

- Esta mañana… Dicen que se puede curar… pero no sé Andie… Tengo miedo – tartamudeó mientras me lo contaba.

- Joder… Tranquila de seguro no es nada. Ánimo mujer –le contesté sonriéndole -. Tienes todo mi apoyo y lo sabes.

- Gracias, Andie.

La noticia de que Sandra, nuestra baterista, tenía cáncer se propagó por toda California, y ninguno sabíamos cómo hacer para eso que se decía llegara a parecer solo un rumor creado por la prensa, solo para hacer daño. Pero queda decir que no lo conseguimos, tal vez porque éramos pésimos mintiendo en esos campos, o porque era ya demasiado tarde para negar todo.

Sandra casi ni quería salir de casa, solo lo hacía para ir a la discográfica y poco más, las compras se las hacíamos las chicas y yo. Lo único así que le alegraba a Sandra eran nuestros apoyos, y además, por lo del cáncer, Jason W. no se separaba de ella un segundo.

Por otra parte Mike y Naiara seguían con lo suyo, Brittney ya no sabía qué hacer para ocultarle a su novio que sabía todo lo que estaba pasando, y un día Mike tuvo que quedarse a dormir en casa de Billie porque ella le había echado de la suya.

En cuanto a lo de Billie y mío, no pasó nada desde aquel día en los camerinos, tampoco hablábamos como antes de volver a pelearnos.

Las demás chicas andaban en royos con los fans, era una especie de “me gustas mucho” dicho por los fans y un “toma mi teléfono” por parte ellas. A mí me resultaba una manera muy curiosa de ligar, pero a ellas parecía que les iba bien, por ahora.

Todo parecía ir bien en mi vida, el disco estaba casi terminado, Sandra se mejoraba milagrosamente, y un día…

- Lo siento –me dijo una voz conocida.

- No importa –dije mirando hacia el suelo donde se me cayeron todos los discos que llevaba en la mano.

- Siempre he sido muy torpe cuando me encuentro contigo –levanté la mirada, suspiré… era Billie.

- Ja, ja, ja… No te preocupes… Te quiero de todas formas.

Me callé en seguida y me puse roja… ¿Había dicho eso en alto? Me pareció que sí. Miré a Billie una vez recogió los discos, él sonreía y yo rezaba porque no lo hubiera oído.

- Yo también te quiero –me comentó acercándose hacia mí.

Noté como volví a sonrojarme, lo tenía tan cerca… Entonces me dejó los CDs en las manos, y yo me los quedé observando sin apenas cariño por ellos.

Billie se ofreció a acompañarme a mi casa o a donde fuera que yo iba. No hablamos nada durante un gran rato, y al pasar media hora de paseo noté como me cogía de la mano, la suya estaba caliente, la mía congelada, el contraste de temperaturas hizo que tuviéramos que deshacer nuestro enlace por poco tiempo.

Tardamos un poco más en llegar a casa, y al hacerlo Billie también entró conmigo.

- Dejo esto en la cocina y vuelvo –le dije mientras lo dejaba sentado en el sofá del salón.

Una vez dejé el montón de discos en la mesa, suspiré, y volví hacia donde estaba Billie esperándome, no le quería hacer desesperar. Cuando llegué al salón me lo encontré mirando un paquete donde estaban todas la fotos de mi familia, me pregunté como las había encontrado, las había escondido demasiado bien.

Me hice notar, parecía muy entretenido viéndome de pequeña, asquerosamente feliz con mi maravillosa pero a la vez desastrosa familia.

- Ah. Hola –dijo mirándome.

- ¿Qué haces?

- ¿Qué pasó entre tu familia y tú? –me preguntó serio -. ¿Por qué te emancipaste?

- Mi padre era un drogadicto, y mi madre quería que fuera una especie de clon suyo –le comenté sentándome a su lado -. En un principio me gustaba todo eso de ser ama de casa, pero me fui hartando de todo aquello. Me convertí al estilo punk… y les mandé por saco.

Me quedé pensativa durante un gran rato, y Billie no me interrumpió. Odiaba a mi familia, y ellos me odiaban a mí por haberme metido en el mundo de la música; no había recibido noticias suyas desde la muerte del heroinómano de mi padre por una sobredosis, como era lógico. Me fui de casa sin decir nada a nadie, para nunca volver. Desde que comencé a vestirme “raro”, como ellos decían, me excluyeron de la familia, tanto hasta que yo empecé a sentirme odiada por cómo era.

Una lágrima resbaló desde mi ojo izquierdo hasta rodear toda mi mejilla y mojándola levemente. Billie la vio surcarme el rostro, me miró preocupado, demasiado.

- ¿Estás bien? –preguntó acercándose a mí. Yo negué con la cabeza -. No debería haber preguntado, ¿es eso?

- Sí. Pero no importa… ya lo has hecho.

- ¿Puedo hacer algo para remediarlo? –me preguntó acercándose más a mí.

Yo no pronuncié nada más, no pude, Billie se acercó mucho, demasiado. Me besó, por fin había decidido a besarme después de tantos meses sin hacerlo. Luego de convertir el beso tierno en uno apasionado, me cogió en brazos en el sofá todavía besándome.

Poco a poco conseguimos llegar al piso de arriba, se nos hizo muy difícil subir por las escaleras abrazados y besándonos, pero al cabo de unos minutos llegamos. Luego de ello, fuimos a mi cuarto y me tumbó en la cama. Nuestros corazones iban muy deprisa, cada uno a su ritmo pero aún así muy rápido los dos.

Billie comenzó a quitarme la ropa muy rápido, se le notaba algo nervioso y yo no entendía por qué. Después de que pasaran unos cuantos minutos, estábamos los dos desnudos, uno encima del otro.

Capítulo 11 Cabrón.

Lo había hecho, después de tanto tiempo intentando hacerlo, al fin lo había conseguido. Se sentía feliz, de una forma un tanto rara, pero lo estaba.

Notó como ella se movió a su lado, no hablaron, ni se dijeron nada, simplemente se quedaron allí, tumbados, y abrazados; hasta que el teléfono comenzó a sonar.

Andrea fue a contestar, habló unos pocos minutos con la persona que se suponía que había llamado, y colgó mirando a Billie.

- ¿Quién era? –preguntó el guitarrista con cara de mala uva.

- Mike… Nos tiene preparada una sorpresa –ella se encogió de hombros -. Viene hacia aquí.

- Joder, Dirnt y sus sorpresas.

La chica lo miró sin entender a qué se refería con aquello. Se sentó al lado de Billie Joe quien le rodeó la cintura con sus brazos.

Estar con Billie así, de esa forma, tranquilos y sin decir nada me gustaba cada vez más, a medida que los días pasaban me apetecía más estar con él, solos, sin que nadie nos interrumpiera.

Mike llegó en quince minutos como me había dicho, me sorprendió que fuera puntual, venía con Tré y ambos tenían unas sonrisas muy raras en sus caras, los observé desconfiada. Billie vino hacia donde yo estaba con los chicos. Tré al verle, se acercó a él, y le dio un beso apasionado.

- ¡Humm! –dijo una vez se separó de su amigo, y luego se relamió los labios -. Normal que las chicas vayan a por ti… ¡Menudos labios!

- Es que me dio cacao de frambuesa todos los días –comentó el cantante imitando a un gay.

Me encantaban sus bromas homosexuales, les hacían más interesantes como amigos. Me sorprendí a mi misma pensando aquello, pero en cierto modo tenía razón con ese pensamiento.

Los chicos me sacaron de ensimismamiento diciéndome algo que entendí como: Billie + Andrea = sexo. Levanté la mirada extrañada por lo que había oído.

- Ejem –exclamó Mike -. Dejemos de hablar de eso… Tenemos una sorpresa para ti, Andrea.

- ¿Para mí? ¿Qué cosa?

- Ya lo verás, no creo que te guste pero ya lo verás.

Todo esto me estaba resultando algo muy extraño, no entendía a que venía tanto misterio, y tampoco me ayudaba mucho a estar tranquila después de que Tré me hubiera dicho que no me iba a gustar.

Ninguno de los tres amigos hablaron conmigo, pero en el coche se formó una discusión entre Billie y Mike por algo que Mike le había dicho al cantante.

- ¡¿Cómo se le puede ocurrir eso al muy hijo de puta?! –gritó Billie Joe.

- Tú mismo lo has dicho… Porque es un hijo de puta –le dio la razón Tré.

- ¿Y por qué no me lo habéis dicho antes de coger el coche?

- Es algo entre ella y él… Nos ha dicho que la traigamos cuanto antes… Sin importarnos lo que tú dijeras… Lo ha dicho bastante cabreado, hemos pensado que sería mejor hacerle caso.

- ¿Qué está pasando aquí? –pregunté yo, harta de que nadie me contara nada, y de que hicieran como si yo no estuviera presente en la conversación.

- David se ha encaprichado contigo… No sé qué coño le has dado, pero dice que como no le hagas caso no tendrá más remedio que hacer algo para que odies a Billie, y creo que puede que lo consiga –me explicó Tré bastante serio.

- ¿Qué piensa hacer?

- Ha encontrado no sé qué documentos sobre… Lo que hacía Billie cuando era joven.

- Já. ¿Vender porros a dos dólares? ¿Qué lo expulsaron cuando cumplió los dieciocho? ¿Qué casi consigue matarme por un ataque de furia?

- Ya le hemos dicho que no iba a conseguir nada con ello, pero no ha hecho caso –comentó el bajista -. Pero nos gustaría ver cómo le mandas tú a tomar por culo.

Parecía maravillado con esa idea, y la verdad es que me gustaba bastante, disfruté mucho pegándole aquel puñetazo cuando quiso besarme, y esperaba disfrutar mucho dándole calabazas por segunda vez.

Mientras nos acercábamos al lugar, donde David pensaba conseguir asombrarme con esas gilipollas ideas, fui planeando en mi cabeza lo que le iba a decir para que me dejara en paz de una puta vez.

Una vez llegamos, los chicos y yo bajamos del coche, Sandra se nos acercó corriendo, parecía algo preocupada por lo que estaba pasando con David.

- Dios, neno. Ese hombre está loco –comenzó a descojonarse sola -. Cree que va a conseguir que odies a Billie por lo que todos sabemos que hizo.

- Ya lo sé… Es que enamoro a los locos –le dije mirando al guitarrista, él me sonrió cariñosamente.

Capítulo 12 Cabrón 2ª parte.

Entré en ese cobertizo con solo una idea en mi cabeza, los chicos me seguían de cerca tal vez preparados para lo que pudiera pasar ahí dentro.

Cuando vi la cara de David, allí, en el fondo del lugar, con su típica sonrisa de idiota, el odio que sentía en ese momento hacia él se reflejó en mis ojos, ya que el propio David dio un paso atrás asustado. Tré y Mike parecían estar pasándolo en grande; en cambio el guitarrista miraba al frente aún más enfadado que yo.

David se acercó a nosotros sonriendo, lo seguí mirando con rabia pero él siguió a lo suyo; comencé a temblar de rabia y aún más cuando él se atrevió a dirigirme la palabra.

- ¡Andie! –pronunció con los brazos abiertos y todavía con su estúpida sonrisa.

Me dirigí hacia donde estaba, cuando lo tenía ya lo suficientemente cerca de él le pegué un fuerte puñetazo en el estómago. David se retorció en el suelo haciendo pequeños gemidos de dolor. Podía parecer demasiado loca por ello, pero en verdad esto de pegarle me estaba comenzando a gustar demasiado.

Seguí propinándole puñetazos mientras le decía todos los insultos que me llegaban a la cabeza, cuando consideré que ya le había pegado bastante lo dejé en el suelo.

Todos se me quedaron mirando, parecían demasiado asustados por cómo me había comportado.

- Se lo merecía –les dije encogiéndome de hombros.

Nadie se atrevió a decir nada, ni siquiera a contradecirme lo que les había dicho. Pero David se levantó a duras penas y comenzó a hablar entre pequeños tartamudeos.

- Billie… Tiene… Una hija –todos nos giramos y nos lo quedamos mirando asombrados por lo que acabábamos de oír.

- ¿Cómo dices? –pregunté acercándome hacia él.

- Que tu querido Billie Joe Armstrong tiene una hija secreta por ahí.

Miré al cantante para ver que decía, pero para mí desilusión se quedó cayado, completamente mudo y sin decir ni una sola palabra al respecto. Parecía tan asombrado como nosotros ante aquella inesperada noticia.

- ¿Sabías tú eso? –le preguntó el bajista, Billie negó con la cabeza y con la mirada perdida en algún lugar del mundo.

- ¿De… quién? –consiguió pronunciar el cantante.

- ¿Te acuerdas de Julie Walker? ¿De tú relación sexual con ella? Pues ella es el fruto de vuestro “amor”.

Observé la expresión de uno y del otro, Billie lo miraba desconfiado, y David parecía divertirse con la situación.

- Billie –le dije al guitarrista haciendo que me mirara -. ¿Sabes donde vive Julie?

- En casa de sus padres, ¿por qué?

- Mira, me da igual que tengas una hija con ella, me da igual lo que hiciste en ese tiempo… Pero vamos a conocerla… No me creo nada de lo que este hijo de puta diga… Pero si hay que descubrir que es verdad se descubre y ya está.

- Yo… yo no sabía nada… -me dijo Billie mirándome a los ojos.

- Te creo, Billie… En serio, te creo. Y esto, lo de tu hija secreta, no va a cambiar nada de lo que siento hacia ti, ¿de acuerdo?

- Va… vale.

Todos nos fuimos de aquel lugar, le dimos la espalda a David quien se quedó disgustado por lo que podía haber pasado y no pasó.

Lo de la hija de Billie me dio mucho en lo que pensar… Si era cierto… Sacudí la cabeza disimuladamente. Estaba segura de que él no sabía nada, había dejado a su mujer al cuidado de dos hijos, ¿Cómo podía pensar que me iba a dejar por una chica a la que no veía desde, tal vez, diez años?

Miré a mi acompañante, estaba completamente segura de que él no podía hacerme eso, ¿o sí?

Todo esto me parecía demasiado extraño como para que fuera real, pero tenía la certeza de que no era un sueño, que todo lo que había pasado ahí dentro, había sido en la realidad y no en una de mis imaginaciones.

No volví a hablar de este tema con nadie, no me sentía ganas de nada, y menos de evocar aquel recuerdo de media desilusión. A Billie parecía que también le pasaba lo mismo, ya que no paró de beber cervezas y whiskey barato, ni de fumar cigarrillos, en toda la noche. Una tras otra, y uno tras otro sin parar.

Capítulo 13

Ya terminamos el disco, pero nadie se veía con ganas de publicarlo por ahora; Sandra seguía con sus tratamientos, Leire y Nekane se les veía muy contentas con sus nuevos novios, y estos parecían ir en serio; Esti y Naiara parecían demasiado tranquilas. Los demás, los chicos de Green Day andaban con sus movidas de siempre. Y, por último, Billie y yo estábamos planeando el día en el que iríamos a ver a Julie y a su supuesta hija.

Todos estábamos demasiado raros últimamente, y cada uno enfrascado en sus pensamientos, era como si nadie quisiera hablar con nadie y solo existiera él mismo. Por su parte el tiempo no era de los nuestros, llovía cuando decían que iba a hacer sol, y nevaba cuando se decía que iban a hacer treinta grados a la sombra. Pero aguantábamos el tipo como podíamos, no nos quedaba otra.

Una mañana Billie me despertó a eso de las siete y media, se le veía demasiado preocupado y daba todo el rato vueltas por la habitación.

- ¿¡Me quieres decir que te pasa!?

- Tengo que ver a Julie cuanto antes –me comentó él.

- Pues vamos hoy… Yo te acompaño.

Y eso hicimos, a las doce más o menos nos montamos en el coche de Billie dirección a la casa de Julie.

Cuando estábamos a unos pocos minutos para llegar al barrio de la mujer, el móvil del cantante comenzó a sonar ruidosamente, me imaginé que era uno de los chicos, y por alguna razón supuse que era Tré. Al parecer le decía a Billie que no hiciera nada raro, y que todo ese asunto de su hija secreta no le causaba buenas vibraciones, y no le faltaba razón. Llegamos a la casa, era bastante amplia pero a la vez demasiado vieja, llamamos a la puerta algo agarrotados.

La chica que nos abrió portaba una gran sonrisa en los labios que se convirtió en una mueca rara al ver a mi novio. Billie le devolvió la mirada revisándola de arriba abajo. Yo comencé a sentirme algo rara ante tal situación.

Una voz de hombre, extrañamente familiar, sonó en el interior de la casa llamando a la mujer que nos miraba.

- ¿Quién es Julie? –era David que, cuando nos vio allí delante de él, se le iluminó la cara de alegría -. Pero si me habéis creído. ¡Qué gran sorpresa!

- ¿Qué hacen estos aquí? –preguntó Julie algo histérica.

- Solo quiero ver a mi hija –comentó Billie sin dejar que David contestara.

- ¡No quiero que te conozca!

- Mamá –dijo una niña detrás de Julie, no sé porqué, pero no se me parecía a Billie ni en los ojos de un extraño color azul claro.

La mujer intentó esconder a la niña, pero fue demasiado tarde ya que todos la habíamos visto con nuestros propios ojos.

Marine, la supuesta hija de Billie, preguntó todo el rato que quienes éramos nosotros y qué se suponía que estábamos haciendo allí. Decidimos irnos de allí una vez vimos a la niña.

- ¡¿Cómo puede decir que es mi hija?! ¡Si ni se me parece un poco! –gritó Billie una vez llegamos a casa.

- Bie. No te das cuenta… todo esto es una trampa de David. Marine no es tu hija, no sé de quién será pero tuya no es. Tranquilo –le calmé mirándole a los ojos.

- Lo sé… No sé qué me ha pasado… Siento haber gritado.

- No te preocupes, Bie, sé que esto no es fácil, para mí tampoco lo es… Pero hay que mantener la calma a veces –le comenté todavía sin despegar mi mirada de sus ojos.

- Te quiero –pronunció el cantante acercándose a mí y dándome un beso.

- Y yo a ti.

Billie volvió a besarme, una vez y otra, no paró hasta que se descargó y tranquilizó por fin. Después de ello me cogió de la mano y fuimos juntos hacia el cuarto de arriba, donde, ahora, dormíamos los dos.

Al día siguiente fuimos, todos, por fin juntos a un recital en el cual la banda del hijo de Billie: Emily’s army, participaba para ganar un premio que les llevara de gira con unos cuantos grupos muy conocidos de California. Joey y los chicos lo hicieron de maravilla, y se les notaba que querían ganar ese premio aunque no se supiera quienes iban a ser los grupos con los que iban a viajar. Billie se le veía muy ilusionado al ver a su hijo tocar y al parecer se le había olvidado por completo lo pasado el día anterior.

- ¿Qué le hiciste ayer? –me preguntó Esti haciendo cejitas.

- Ya sabes… Una noche de sexo lo arregla todo –le contesté entre risas de los demás.

- Billie, campeón –le dio Mike una colleja, y este se le quedó mirando con una cara algo descojonante.

- ¿Qué haces?

- Nada, déjalo.

Me encantaba estar con todo Green Day y además con mis amigas, ya nos llamaban la familia de músicos y músicas, o Green Nightmare como nos nombraban la prensa cada vez que hablaban de nosotros en algún reportaje o noticia. Incluso solíamos hacer bromas sobre una posible unión.

Todos nos callamos enseguida al oír al presentador del concurso que iban a dar los resultados para conocer a los ganadores, después de un poco de publicidad sobre los organizadores del concurso comenzó a abrir el sobre dorado que una de las azafatas le daba.

- Y los ganadores de una gira con muchos profesionales en el campo de la música son…

Capítulo 14

Estaba solo en la casa de Julie, ella y la niña se habían ido con la intención de ir a comprar.

No entendía qué había pasado, Billie y Andrea se habían marchado sin decir nada, y no parecían agobiados y enfadados porque él fuera el padre de la niña.

Estaba furioso consigo mismo, solo podía haber una razón de su actitud, y era que habían descubierto que todo era una mentira inventada por él. No sabía cómo iba a hacer para que Billie y Andrea se enfadaran de verdad, o para que David se quedara con la chica, lo único que se le ocurría era matar al músico, y si no encontraba una solución que no tuviera que acabar con un derramamiento de sangre lo tendría que hacer de todos modos.

Se levantó del sofá, cogió su abrigo de piel y salió de la casa cerrando la puerta con llave.

Tenía licencia de armas que había conseguido unos cuantos años atrás, y se fue a la tienda de pistolas más cercanas a la casa. Obtuvo una magnum por mil dólares y salió del local. Se metió la pistola al bolsillo y volvió andando, como lo había hecho antes, andando hacia la casa de Julie.

- Emily’s army –pronunció despacio el presentador una vez consiguió abrir la carta.

Joey y sus amigos se pusieron muy contentos al oír el nombre de su grupo como ganadores.

Una vez el concurso hubo terminado fuimos a los camerinos para felicitarlos por su buen trabajo en el escenario. Allí nos juntamos con Addie y un chico al que ninguno de nosotros conocíamos, los saludamos algo extrañados al ver a la mujer con otro tan rápidamente. Ella nos lo presentó, se llamaba James, y era un importante hombre de negocios en una sucursal de Los Ángeles. La verdad es que hacían buena pareja y se notaba que se querían bastante.

A los pocos minutos de presentaciones los chicos y Joey salieron de los camerinos, todos iban con sus instrumentos excepto el baterista que llevaba las baquetas en la mano derecha, y todos con unas grandes sonrisas en los labios.

Todos fueron a saludar a sus familias que habían ido para darles ánimos en el concurso. Joey abrazó a su madre, y luego fue hacia Billie, se le vio aún más contento al ver que su padre también había ido a verle tocar. Por último nos saludó a Green Day, las chicas e incluso a mí. No parecía molesto por verme allí, como una más de su familia.

Todos nos fuimos a un bar a celebrar que habían ganado.

- ¿Y quiénes son los grupos con los que vais a tocar? –le preguntó Ronnie al chico.

- No nos lo han dicho –comentó Joey algo triste -. Pero han dicho que con Good Charlotte y no sé cuáles más.

- ¿Y cuántos conciertos son?

- Unos cinco por distintos estados. El primero es dentro de un mes en Oakland. Iréis a verme, ¿verdad? –miró a sus dos padres.

- Claro que sí –contestó Addie sonriendo a su hijo mayor.

- ¿Y tú, papá?

- No lo sé… a lo mejor… -Joey lo miró triste.

- Claro que irá. Ya me encargaré yo de que vaya.

- Gracias, Andie.

A los pocos días de que Joey ganara el premio, los organizadores del concurso hablaron con Marta, nuestra manager, y nos pidieron que fuéramos nosotros unos de los grupos que tocaran con los chicos ya que Good Charlotte habían cancelado su asistencia por problemas personales. Dijimos que sí, por supuesto, y como no habíamos publicado todavía el disco decidimos que ya era hora de hacerlo, así que nos pusimos en contacto con la prensa y dimos una entrevista anunciando que salía a la venta el dieciocho de ese mismo mes, dos semanas antes de la fecha del primer concierto con los chicos.

- Joder… acabamos de terminar la gira con Green Day y ya nos llaman para otra –comentó Leire, que a pesar del joder del principio, se le veía encantada con la idea.

- Eso nos pasa por ser tan famosas –dijo Nekane.

- Ja, ja. Será por eso.

- Pues claro que es por eso, ¿por qué si no?

- Porque estamos buenas… sin más –exclamó Sandra.

- Será por eso…

Todos estábamos en el bar riéndonos de cada parida que se nos podía ocurrir… Todo parecía ir de lo más normal en un grupo de amigos, hasta que un grito hizo que todos nos volviéramos hacia donde había salido. David nos apuntaba a todos con una pistola, y pedía a gritos que Billie se entregara sin oponer resistencia o mataba a la señora mayor que la tenía agarrada del cuello y en la que el cañón de la pistola reposaba en su cabeza. Oímos al segundo como David apretaba el gatillo, no podía ir de farol.

- No seas idiota, si matas a la señora la policía te perseguirá, y si me secuestras harán lo mismo –le dijo el guitarrista.

- Me da igual…

Capítulo 15.

Hubo un gran revuelo en el bar, y sin que nos diéramos cuenta David ya había cogido a Billie y soltado a la anciana mujer.

Vimos como el muy hijo de puta de David se llevaba a Billie y lo metía en su coche negro. Después observamos, sin saber qué hacer, como desaparecían por la carretera sur de Berkeley.

Nadie habló, ni casi respiró. El bar se había convertido en el lugar más intranquilo de toda la ciudad, nadie sabía cómo había podido ocurrir todo aquello en apenas quince minutos, ni el porqué de los hechos. Simplemente sabíamos que un loco, llamado David Williams, había secuestrado al conocido cantante y guitarrista de Green Day.

No pudimos hacer nada, y tampoco sabíamos el qué hacer. La policía estaba hasta arriba de casos de mucha más importancia, y nos pedían que fuéramos a denunciar el secuestro en el transcurso de una semana.

Yo andaba dando vueltas, histérica, por la casa, a nada que veía o a nada que me movía, todo me recordaba a Billie. Era como si ya no lo iba a volver a ver con vida.

Cuando vi el teléfono, me acordé de que Addie no sabía nada, así que descolgué el aparato y marqué el número de la mujer lo más rápido que mis temblorosos dedos me lo permitían. Me devolvió el saludo la voz del hijo menor de Billie.

- ¿Está tu madre? –le pregunté con la voz ronca y aguantándome las ganas inmensas que tenía de llorar.

- Ahora te la paso, Andie.

Unos minutos de silencio sucedieron a la voz de Jacob, y después la voz algo extrañada por mi llamada a las dos y media de la noche en un jueves, a pesar de ser las vacaciones de invierno, se hacía demasiado raro que una loca, como yo, te llame a las tantas de la madrugada, de ahí el tono de extrañeza de Addie.

- Andie, ¿qué se supone que ha pasado?

- ¿Te acuerdas de David… el chico que salía conmigo hace unos años?

- Sí… El gilipollas aquel –dijo Addie y consiguió que sonriera un poco con ese comentario -. ¿Qué ocurre con él?

- Esta tarde ha entrado en el bar de siempre, y se ha llevado a Billie a punta de pistola –le contesté medio llorando.

- ¿No… no es una broma?

- Más quisiera yo que lo sea.

- No te muevas, Andie, dejo a los niños con la madre de Be, y vamos James y yo allí.

- Gracias, Addie.

Se despidió de mí. Yo me quedé esperando con nerviosismo a que Addie y James llegaran. Lo único que se me ocurrió para no desesperar más fue tocar un poco la guitarra, pero nada servía para que mis nervios se relajaran.

Cuando ya estaba a punto de ponerme a romper lo primero que se me pusiera en medio de mi camino llamaron a la puerta de la entrada. Salí corriendo a mirar quien era, aunque sabía de antemano quien era, cuando vi que eran ellos abrí la puerta bruscamente, y sin darles tiempo a reaccionar, lo primero que se me ocurrió, salí disparada a abrazar a mi amiga, quien me miraba muy preocupada, y se le notaba que había estado llorando.

- Estamos aquí, Andie –me dijo para que yo me tranquilizara.

- ¿Lo sabe Ollie?

- Sí… Tranquila, los chicos no lo saben…

- Cuéntanos lo que ha pasado y lo que has visto… Si no te importa revivir ese momento –me pidió James, y yo asentí despacio.

Entraron a dentro, y mientras Addie me preparaba un té bien caliente, les expliqué con pelos y señales lo que había pasado hacía ya unas cuatro horas.

- ¿Crees que por esto Andie te querrá? –le preguntó Billie a su secuestrador fríamente, mientras este le ataba a la silla.

- ¡Cállate! –le espetó David.

- No se va a quedar de brazos cruzados, llamará a la policía y ellos te encontraran.

- ¡He dicho que te calles! –volvió a gritar David.

Cogió la cinta adhesiva que tenía a su derecha, cortó un trozo largo y se lo puso a Billie en la boca para que no hablara.

David se estaba poniendo demasiado nervioso, no sabía qué hacer en ese momento. Miró su pistola cariñosamente, y acarició el lomo de esta sintiendo como la frescura del metal enfriaba su mano. Puso el arma de lado y se la colocó al guitarrista como había hecho con la anciana del bar.

- Les doy una semana… Si la policía no se presenta aquí dentro de una semana habrás muerto, Billie Joe Armstrong.

Billie no comentó nada, más bien no podía hacerlo ya que la cinta le tapaba la boca, pero miró a David muy seguro de que tarde o temprano lo encontrarían.

Mientras David se fue a la cocina de aquel extraño lugar, Billie Joe intentaba soltarse las cuerdas que le ataban las manos a la silla. Estuvo así unos cuantos largos minutos hasta que se rindió por completo. Estaba cansado, muy cansado, así que decidió que ya intentaría soltarse al día siguiente.

Al guitarrista solo le quedaba una única esperanza, que Andie fuera lista y consiguiera la ayuda necesaria para encontrarle en el plazo de una semana.

Capítulo 16.

El teléfono comenzó a sonar, por fin, después de demorarse tanto en hacerlo, sonó.

James le dio al botoncito de grabar antes de que yo descolgara el teléfono, al hacerlo mi voz sonó poco firme por el tubo, y David me comunicó lo que había estado planeando todo el rato desde que no llamaba.

- Tienes una semana. No pido dinero ni nada, simplemente quiero que te presentes aquí, solo te queda una semana nada más.

- ¡ANDIE! 20 minutos desde que salimos del bar… -se oyó la voz de Billie en el fondo, y luego no habló nada más.

David colgó en seguida. Miré a James para ver si tenía todo grabado y él me asintió.

Solo quedaban unas pocas horas para que llegáramos a la comisaría de policía a poner la denuncia del secuestro.

Ya teníamos pruebas para que los policías nos tomaran en más en serio.

- Gilipollas –le pegó David a Billie en la boca.

El cantante escupió sangre al suelo; había conseguido quitarse la venda con las manos que tenía atadas. David se acercó a él, le puso de nuevo la cuerda atándole atrás de la silla.

- Te cogerán… Y tienes miedo…

- ¡Cállate!

Y antes de que Billie pudiera decir nada más, volvió a cortar un trozo de cinta adhesiva y se la colocó de nuevo al guitarrista en la boca. Después de ello, se rió del muchacho con mucha frialdad. Billie Joe simplemente lo miraba con cara de asco.

- No tengo miedo, Billie Joe Armstrong, cuando la policía venga aquí tú ya estarás muerto con una bala en la cabeza –y volvió a reírse cerrando la puerta y marchándose a dormir.

El cantante comenzó a deshacer de nuevo el nudo que le ataban las manos a la silla, esta vez estaba mucho más duro, ya que David había tenido mayor cuidado al atarlo. Billie Joe empezó a sudar, era un sudor frío que le recorrió todo el cuerpo, el muchacho se encogió ya que le produjo un escalofrío.

No sabía cuánto tiempo llevaba ahí metido, y estaba comenzando a ponerse muy nervioso y a temer por su vida más de lo que ya temía.

A medida que pasaban los días, Billie perdía mayor energía, poco a poco se iba consumiendo en su propia locura. David apenas le daba de comer, y lo poco que bebía agua no le servía de mucho.

Comenzó a preocuparse, y llegó a pensar que sus amigos se habían olvidado de él del todo, aunque eso no era posible. Se sonrió un poco al pensar en ellos, y más concretamente cuando recordó la cara que Tré siempre ponía cuando iba a contar un chiste. Acordarse de sus amigos le mantenía con vida aunque solo fuera un poco.

Comenzaban a ponerse aún más nerviosos de lo que ya estaban, Tré no hacía más que jugar con las baquetas que había escondido en su chaqueta. Mike comenzaba a marearse poco a poco. Yo estaba con las chicas demasiado preocupadas como para pensar con eficacia. Los Jasons y Ronnie no paraban de dar vueltas por la comisaria. Y por último, uno de los policías del lugar nos miraba algo estresado.

Delante de nosotros se agrupaban un montón de personas en una gran fila, y cuatro policías atendían con rapidez a la gente que solo había ido allí a pagar la fianza de algún familiar que se había metido en apuros.

- ¿Y estos son los asuntos tan importantes? –preguntó Mike casi en alto, ya desesperado.

- Al parecer –contesté casi sin ánimos mirando al suelo. Mike colocó su brazo por encima de mi hombro.

- Tranquila mujer. Lo encontraremos, como que yo me llamo Michael Ryan Pritchard. Alias Mike Dirnt.

- Gracias, Mikel… Pero nada me anima –le dije todavía mirando al suelo.

- Tranquila… Mira a Cool. De seguro te ríes.

- Ey –comentó el baterista -. Andie, tranquila… Que Be es muy fuerte. Y si no, con solo mirar al anormal ese con cara de gay de seguro que le deja escapar.

- Ja, ja. ¡Qué imaginación!

- Te reíste… Lo encontraremos –ahora se puso serio.

- Lo sé.

- Siguientes –anunció un policía mirándonos a nosotros.

Me quedé sorprendida de que la fila hubiera llegado hacia nosotros en menos de un cuarto de hora, pero también me alegré demasiado al ver que ya nos tocaba y que podíamos denunciar de una maldita vez el secuestro.

Mike y Addie, los más cuerdos en estos momentos me acompañaron a testificar los hechos; claro que Tré cuando se lo propone suele ser muy serio, pero por los posibles comentarios gays que pudiera decir era mejor que no entrase.

El comisario nos hizo sentarnos en tres sillas enfrente de una gran mesa, a espera de que nos tomaran cuenta de nuestros nombres, etc.… El policía que nos atendió se le veía demasiado serio, colocó una carpeta con hojas delante de la mesa y comenzó a escribir rápidamente.

- Menos mal que no ha venido Tré –comentó el bajista intentando que los nervios se nos fueran enseguida.

- La verdad –coincidimos Addie y yo.

Capítulo 17.

El policía nos miró fugazmente a los tres y nos callamos al instante. Comenzó a preguntarnos quiénes éramos y de donde. Todo pura rutina. Después de contestar a ese pequeño cuestionario llegaron las preguntas sobre a lo que habíamos venido allí. El agente nos miraba cada vez que decíamos algo, luego de escribir nuestra respuesta en el mismo cuaderno del cuestionario.

- ¿Haber si he entendido? El guitarrista Billie Joe Armstrong, del conocido grupo de aquí llamado Green Day, fue secuestrado el pasado 4 de enero en Berkeley delante de ustedes tres y mucha más gente –dijo el policía leyendo lo que había apuntado -. Y por lo que he oído tenéis una grabación de una conversación de telefónica con el tipo que lo ha secuestrado, ¿cierto?

- Sí, aquí está –le contestó Addie dándole la cinta.

No hicieron salir de allí, y nos pidieron que esperáramos un poco más a que escucharan la cinta que le entregábamos.

Al salir de aquel cuarto todos nuestros amigos vinieron corriendo a saber el qué nos habían dicho los policías.

- Nada, que esperemos un poco más –les dije.

- ¿¡Más!? –exclamó Naiara algo furiosa -. ¿Cuánto, otras tres horas?

- No lo sabemos… Escucharán la cinta de la conversación con el cabrón de David y luego a saber el qué harán más… No desesperemos –nos animó Mike sonriendo a su pesar en una mueca un tanto forzada.

Un conjunto de ocho policías hablaban sobre el caso de secuestro que les acababa de llegar. Habían terminado de oír la conversación de los testigos, y amigos de la victima (si es que lo era), con el sospechoso.

Nadie decía nada, todos se miraban esperando a que alguno de ellos se atreviera a hablar primero, y hasta que el jefe de policía no les alentara prisa no reaccionaron.

- ¿Qué pensáis?

- No será difícil hacernos con él. Por lo que el cantante decía estaba a veinte minutos del bar –comentó uno con gafas y pelo largo.

- Potter tiene razón, solo tenemos que ir al bar aquel, y preguntar por los alrededores sin vieron un coche como el del sospechoso –le apoyó otro que estaba enfrente de él, era joven, y algo apuesto.

- Vale… Potter y Roberts vais a apoyar a la novia del cantante en su casa. Vosotros cuatro al bar, y tú y tú conmigo a hablar con los testigos de la zona.

Todos los policías se pusieron a hacer lo que el jefe les había mandado, y en un cuarto de hora ya estaban peinando la zona del secuestro. Les quedaba solo una semana para encontrarlo, pero nadie les aseguraba de que fuera así como decía el secuestrador, y temían que encontraran al guitarrista muerto o alguna trampa.

Iba en el coche de Mike camino hacia mi casa y con dos policías pisándonos los talones. Ahora que estaba protegida por si a David se le ocurría venir a por mí, así que los chicos podían irse cada uno a sus casas y con sus familias, para dejar de preocuparse por mi estado.

Al llegar a casa ninguno de los policías me habló más de lo necesario, iban vestidos de paisano y se les veía buena gente. Le dije que necesitaba descansar ya que no había dormido a penas en los últimos cuatro días, daba vueltas en la cama intentando no pensar en nada malo, pero mi imaginación me jugaba malas pasadas y llegaba a penar en que Billie podía estar muerto y que no fuera a verle sonreír nunca más. Me imaginaba en sueños la cara blanca y muerta del cantante, con los ojos bien abiertos y con una bala en la frente. Después me despertaba sobresaltada y llena de sudor, me levantaba de la cama y no volvía a dormirme de nuevo.

Pero esa noche fue todo lo contrario, tranquila por los dos policías que estaban seguramente en la cocina vaciándome la nevera, me sentía mucho mejor, y también por saber que lo estaban buscando y tenía la palabra de todos los que trabajaban en el caso de que lo iban a encontrar vivo y, coleando.

El sueño y el cansancio, acumulado por los días, pudieron conmigo y conseguí dormir bastantes horas.

Miré el reloj despertador, eran las ocho de la mañana, los primeros rayos de sol entraban por la ventana y yo me sentía mucho mejor.

Cuando me levanté de la cama y mientras me vestía para salir a comprar, acompañada por los policías, por supuesto, me acordé de que ese mismo día tenía el primer concierto con Joey y su banda de música, y me estremecí al recordar, que le había prometido al adolescente que su padre iba a estar ese día allí para verlo tocar en directo, y no lo iba a poder cumplir por una mierda de capricho del destino.

Llamaron a la puerta y oí como uno de los policías de la casa la abría, y hablaba con alguien que resultó ser Nekane.

Bajé por las escaleras rápidamente para encontrarme con mi amiga quien me miraba algo preocupada, comencé a mirarla atentamente la expresión de su cara para ver algún indicio de malas noticias, pero no lo encontré, estaba tranquila dentro de lo que podía estar al saber que su amigo todavía seguía desaparecido.

- ¿Tienes ganas de ensayar? –me preguntó algo tímidamente.

- Necesito distraerme con algo, pero primero voy a desayunar –le comenté haciendo por sonreír -. ¿Has desayunado, tú?

- No, la idea era ir ahora a un Starbucks y comprarnos un cappuccino para tomárnoslo por el camino, ¿te hace?

- Vale. Voy a por la guitarra y dinero, y ahora bajo –le dije antes de volver a subir las escaleras hasta el piso de arriba.

Como le dije, cogí mi guitarra negra, la cartera y bajé de nuevo a donde Nekane y los dos policías, Potter y Roberts me esperaban.

Capítulo 18.

Llevaban toda la tarde buscando al cantante sin tener éxito; aún así seguían intentándolo, hablaban con todas las personas que pudieran haber visto un coche como el de David, y buscando el vehículo en alguna casa cercana del lugar de los hechos. En dos ocasiones creyeron haber encontrado el coche y la casa, pero las dos se equivocaron.

Habían peinado toda la zona durante el día y la noche completos, y tan solo les quedaban cuatro cuadras de revisar. Estaban divididos en dos grupos, uno de ellos hablaban con las personas del lugar, en dos de las cuadras; y otro buscaban el coche y el posible domicilio del secuestrador, en las dos cuadras que quedaban.

- ¿Y de verdad no lo vieron pasar?

- No, solamente oímos que la persona secuestrada era el cantante de Green Day –comentó uno de los vecinos -. Al parecer casi todas las personas de este barrio están buscando a ese tipo que tiene pinta de drogado… No sé cómo la gente le ha cogido tanto cariño…

- ¿Quién es la persona que ha organizado todo esto? –le preguntó el policía haciéndole callar.

- Mi hija. Ésta de aquí, la mayor de todas.

El policía se acercó a una niña que había detrás del señor; era bastante mona, y su aspecto, de punk… Era de esperar que una fan de un grupo como Green Day, tuviera esas pintas. Le recordaba a cuando él era pequeño y comenzó a escuchar a los Ramones.

La adolescente miró al oficial con algo de desconfianza. El pobre hombre comenzó a ponerse nervioso por cómo le estaba mirando.

- ¿Vienen de verdad a buscar a Billie Joe, o vienen a meterlo en la cárcel por algo? –comentó ella todavía mirando al policía con desconfianza.

- Aunque parezca que no, admiro al guitarrista, cantante y compositor de Green Day, y vengo a ayudarlo –le explicó el hombre poniéndose algo rojo al haber descubierto su secreto, y al ver como su compañero lo miraba medio riéndose de ello -. Sólo quiero saber por dónde habéis buscado, y donde os queda por buscar. Necesitamos todos los colaboradores que podemos encontrar.

- Y si habéis visto este coche, o a este hombre –el otro policía le enseñó dos fotos a las cuales la chica negó con la cabeza.

- Lo siento.

Seguía sin saber el qué hacer, atado en esa silla un día sí y otro no, no le ayudaba mucho en el momento en el que Billie quisiera divertirse o hacer algo especial para no seguir decayendo, y así poder seguir aguantando un poco más a que le encontraran de una maldita vez.

Seguía sin probar bocado, su estómago le pedía a gritos un poco de comida, y Billie comenzaba a ver borroso, después de unos segundos, no vio nada más que oscuridad, y se desmayó en la silla.

Capítulo 19

Notó un chorro de agua caer por encima de su cabeza, abrió los ojos como pudo, y se dio cuenta de que seguía sentado en la misma silla de siempre. Delante de él estaba David. Billie Joe le envió una mirada asqueada.

- Recuerda que solo te quedan dos días para morir.

- Já. Eso es lo que tú te crees –le dijo el cantante cabreado -. Andrea me encontrara y tú irás a la cárcel.

- Ya veremos quién tiene razón.

David le dio la espalda y salió de la habitación dejando a Billie solo de nuevo.

El guitarrista se revolvió el pelo, y al ver que había podido hacerlo se quedó muy sorprendido de ello. No sabía cómo había conseguido deshacer el nudo que le ataba a las manos. Pero quería usar eso, ya que David no parecía haberlo notado tampoco, en contra de su secuestrador.

Le costó unas cuantas horas, mientras David no estaba en la habitación, hacer el plan que le salvaría de la situación antes de que el plazo de dos días concluyera. Tenía todas las posibilidades existentes de salir bien parado, tal vez, algo manchado de sangre, pero conseguiría escapar con éxito.

- Ya verás, David. El único que va a morir aquí eres tú –pensó el cantante en su cabeza, y se rió en su interior. Se estaba volviendo algo loco.

Durante el ensayo era como si no estuviera en la sala, mis amigas daban vueltas por el escenario y hacían el chorra cada dos por tres, pero yo me quedaba quieta simplemente tocando la guitarra, y haciendo alguna que otra vez los coros. Las chicas no comentaron nada, sabían que yo no estaba en mi mejor momento anímico y tampoco amoroso, y no me metían prisa ni me pedían que estuviera contenta.

El concierto tampoco fue muy distinto; mientras esperábamos a que Joey y los chicos terminaran de tocar su parte, yo estaba sentada en uno de los sillones más apartados de los camerinos, y mirando el suelo bastante distraída por la forma que hacían las baldosas con el piso.

Llegó nuestro momento; Emily’s army entró en el camerino casi todos contentos, menos Joey que miraba a un lado y a otro buscando a su padre, el cuál como era de esperar no estaba con nosotros.

- Me prometiste que vendría –me comentó algo enfadado.

- Joey, déjala que tiene que subir –le dijo su madre quitándomelo de encima.

Miré a la mujer, y le dije gracias por lo bajo. El chico no se dio cuenta ya que estaba demasiado enfadado como para mirarme.

Subimos todas juntas al escenario; el público gritó al vernos aparecer allí arriba; nosotras nos colocamos cada una en su sitio predeterminado antes del ensayo. Leire, la cantante, se acercó al micrófono y habló un poco con el público; el cual comenzó a gritar aún con más fuerza.

Tocamos una serie de ocho canciones, a cada una la mejor del disco; ellas hicieron todo lo que había hecho en el ensayo incluso algunas cosas más, y yo interpreté el mismo papel que entonces; era la guitarrista que solo cantaba cuando le tocaba cantar, y tocaba la guitarra cuando tenía que hacerlo. Pero siempre con el ánimo necesario para hacer notar que me gustaba lo que estaba haciendo, que sentía lo que los acordes y la letra de la canción escrita por mí, decían.

Estuve a punto de equivocarme unas cuantas veces en el concierto, pero siempre supe como tapar esos errores, la gente no se dio cuenta para mi gran alivio. Oí como gritaban las letras como si fueran suyas, como si sintieran lo que queríamos decir con ellas, pero tal vez, no entendían una mierda de lo que nos pasó para hacer una así y la otra asá; ni sabían por qué una sonaba de una forma y la otra de otra; como no entendían seguramente, por qué yo actuaba ese día, de esa forma tan a lo mío.

En el momento en el cuál la canción que interpretábamos hablaba de un amor perdido y de la angustia que se sentía cuando no se sabe donde estaba (canción escrita por Nekane), una lágrima calló por mis ojos sin que yo pudiera evitar su expulsión. Estuve toda la canción con aquel pequeño chorro de agua salada en mi cara, hasta que me la pude secar.

Terminamos el concierto, entramos de nuevo en los camerinos, y ya no recuerdo más de lo que pasó; lo siguiente, estaba en una sala de hospital atada a una máquina. Vi el gotero del agua a un lado, y a mis amigas al otro.

- ¿Estás bien? –me preguntó Naiara preocupada.

- Sí, ahora sí. ¿Qué pasó?

- Llegaste al camerino y te desmayaste encima del pobre Mike. Llevas un día entero sin despertarte.

- Joder. ¿Cuándo me puedo ir de aquí? –quise saber.

- Tré ha ido a avisar a los médicos que ya despertaste. Enseguida lo sabremos.

Tré y el médico de siempre, amigo mío desde hacía años, llegaron a mi habitación al paso de cinco minutos.

- En seguida te podrás ir. Ya te has recuperado del todo –me anunció Mat, el médico.

- Gracias, Mat.

- Nada… Para eso estamos.

Capítulo 20

Ya habían pasado los días de plazo para poder encontrar a Billie, y no recibía noticias de ningún tipo… Ni de la policía, ni siquiera de David.

Mis amigas me miraban todo el rato, no paraba de dar vueltas por la casa y, siempre se me caía la lágrima al pensar que Billie podía estar muerto.

Comenzaba a desesperarme más de la cuenta, y Naiara me tuvo que retener unas cuantas veces, con fin de que no me hiciera daño a mí misma. Ahora no me dejaban levantarme del sofá. Y yo ya había dejado de poner resistencia, una vez me había cansado de todo.

- Aquí estás mejor. No te muevas, o acabarás haciendo daño –me comentó Nekane, pero yo no le hacía caso, no podía parar quieta.

- Es que estoy harta de no poder hacer nada –comencé a ponerme aún más nerviosa -. Llevo veinticuatro horas sin poder dormir. ¡Y nadie llama!

- Ya. Tranquila. En seguida nos llamarán –intentó tranquilizarme Sandra sin éxito.

- Já. Solo lo dices para que me calle.

Me levanté con intención de ir al baño, pero no pude, ahí me quedé, quieta, sin apenas poder ver nada, simplemente pequeños trocitos de blanco aparecían en mi vista. Noté como perdía el conocimiento sin poder evitarlo, caí al frío suelo como una roca.

- ¡Mierda! Es la segunda vez que le pasa –comentó Leire acercándose a su amiga -. ¿¡Cuando cojones piensan llamar!?


(18 horas antes…)

Esperar, solo le quedaba esperar. Había oído el ruido del coche de David marcharse carretera abajo, estaba solo, le había dejado solo en la casa o lo que fuera.

Tenía bastante hambre, las tripas habían dejado de hacer ruido, pero ahora le dolía el estómago de una manera casi insoportable. Entonces divisó, allí, encima de la mesita del cuarto, una barrita de cereales. Era poca cosa, pero aún así intentó acercarse para comérsela. Lo consiguió a duras penas. Se agotaba al mínimo esfuerzo. Desenvolvió la barrita con mucha rapidez, y a la misma velocidad acabó comiéndosela.

No le había calmado mucho el hambre, pero para lo poco que había comido se sintió algo mejor.

Volvió a donde estaba, o más o menos donde había sido colocado. Y al llegar a su sitio, oyó de nuevo el motor procedente del coche de su secuestrador. Billie suspiró al haber llegado a tiempo.

David se acercó a donde Billie estaba, lo observó un segundo, y se tumbó en el viejo sofá con intención de quedarse dormido. Y antes de tirarse al sofá, dejó la pistola en la mesa donde antes estaba la barrita de cereales robada. El cantante se guardó el envoltorio con cuidado para no hacer ruido. Y poco después esperó a que David se quedara dormido, para comenzar a realizar su plan de escape.

Una vez se hubo a cerciorado de ello, Billie se levantó con cuidado y con la silla colgando de su cuerpo, como con la barrita, y se acercó sin hacer ruido hasta la pistola. David roncó fuerte cuando el guitarrista ya estaba enfrente de él, y Billie pegó un pequeño bote asustado. Estaba comenzando a sudar como nunca. Sin hacer caso a la gota de sudor que le recorría la cara, consiguió sacar una de las manos y hacerse con el arma de fuego.

Daba vueltas por mi cama, seguía sin poder dormirme. Todo el rato soñaba con Billie, pero esta vez con los momentos que pasé con él. La vez que me lo choqué en la calle; aquella otra que le di calabazas en el baño del piso; nuestras peleas constantes; los momentos de risa; y sobre todo los de amor, nuestro primer beso… La primera vez…

Le echaba tanto de menos…

Volvía a llorar, ésta lágrima era amarga, posiblemente no volvería a ver a mi novio con vida y eso me jodía; puesto que solo llevábamos unos pocos meses saliendo, no habíamos podido estar mucho tiempo juntos como pareja.

David se despertó, miró su reloj. El guitarrista interpretó eso como que ya era hora de acabar con su secuestrador, y su secuestro de un plumazo.

David se acercó a Billie con cara de asco.

- Ya ha llegado la hora. Aquí nadie se ha presentado a por ti, así que estás muerto, Billie Joe Armstrong –el hombre se llevó la mano al trasero, y su cara cambió completamente, abrió los ojos como platos, y recorrió la mirada por la habitación hasta toparse con la pistola que Billie sujetaba.

- El único que está muerto eres tú.

Billie, con todo el odio que había ido cosechando durante esas dos semanas, y aguantando a su secuestrador, apretó el gatillo de la pistola que tenía en la mano, una bala se encasquilló en el centro de la cabeza de David, y éste cayó al suelo. Muerto.

El guitarrista se levantó de la silla, y lo primero que se le ocurrió fue ir a la cocina. Se acercó a la nevera saltando el cuerpo sin vida de su secuestrador.

Estuvo media hora comiendo hasta más no poder, y cuando se acordó de Andrea, dejó lo que estaba haciendo, y salió de la casa en dirección al coche rojo de David.

Cuando ya pensaba que nada podía devolverme a Billie, oí el sonido del timbre de la entrada. Salí corriendo para ver quién era el que llamaba, y me topé con sus hermosos ojos verdes observándome y sonriendo.

- ¿Billie? –él siguió sonriéndome. No me dejó acabar, ni decir nada más. Me besó como con rabia, pero sin dejar de ser tierno al hacerlo.

Lo que siguió a ese beso fue lo mejor que me había pasado en la vida. No solo porque fuera con el hombre al que amaba, si no porque era después de estar unas dos largas semanas sin él. No me importaba como había conseguido escapar de David, solo me importaba estar con él, con Billie Joe.

1 comentario:

  1. Hola, Ammmm Quiero Darte Las Gracias! Gracias Por El Blog. Leí Todos Los Fanfics, TODOS! Y Todos Me Encantaron.Para Mi No Es Usual Leer Fanfics, Pero Estos Me Atraparon! No Podía Dejar De Leerlos.Sinceramente Te Lo Agradezco Mucho.


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