
Rotting
Black Rose of Death
I'm rotting inside
My flesh turns to dust
Whisper, “are you dying?” in my ear
I'm so sick to death
Tumors in my head
Whisper, “are you dying?” in my ear
Black rose of death
In my fist I clutch
Thorns shred my finger tips
And drips toxic blood
Kiss me one last time
Wipe off my sweat
Whisper, “are you dying?” in my ear
As my bones they rust
20 pounds of trust
Whisper, “are you dying?” in my ear
Black rose of death
In my fist I clutch
Thorns shred my finger tips
And drips toxic blood
I'm rotting inside
My flesh turns to dust
Whisper, “are you dying?” in my ear
Kiss me one last time
Wipe off my sweat
Whisper, “are you dying?” in my ear
Whisper, “are you dying?” in my ear.
Mi vida no ha sido un camino de rosas, mas todo cambió cuando descubrí que tenía un poder que pocas personas más poseían... Salvarle la vida a alguien que acabó siendo algo más que un simple protegido, convirtiéndose en EL protegido...

Chapter 1. Premonition.
Antes de comenzar a contaros la razón por la cual he llegado a decidirme a poner esto aquí me voy a presentar: mi nombre es Smoothed y soy una chica de dieciséis años. Seguramente os estaréis preguntando qué mierda de nombre es Smoothed... Ese como es lógico no es mi verdadero nombre, me llamo en realidad Victoria. Pero no me gusta usarlo demasiado, me resulta un nombre muy usado, puesto que todos los que me conocían me llamaban de esa forma, o Vicky (incluso). Para vosotros soy Smoothed, más que nada me gusta porque me lo puso él...
Como he dicho antes soy una chica de dieciséis años, vivo en Oakland y soy la freak, la marginada social de la ciudad. No tengo ningún amigo a quién contarla mis cosas y no suelo confiar en nadie, ni siquiera en mi propia familia. Soy hija única y lo odio, aunque en un principio me encantaba serlo, me daban todo lo que pedía, todo eran atenciones y cuidados, pero sólo en un principio. Cuando cumplí los quince, hace un año, todo eso se acabó para siempre. El día de mi cumpleaños número quince mi madre tuvo un accidente de coche mientras volvía del trabajo a casa, y me quedé sola con mi padre, desde ese día yo hago de madre. Brad, mi padre, se dió a la bebida, no salía de casa excepto para ir a trabajar, y creo que de vez en cuando también se chutaba heroína.
De la noche a la mañana todo había cambiado completamente, ahora era yo la que cocinaba, lavaba la ropa y hacía las cosas de la casa. Para colmo no recibía ni un simple gracias de parte de él, era como si yo solo fuera un fantasma que deambulaba por la casa y le daba de comer. Cuando le miraba a los ojos notaba un vacío en ellos, parecía mirar através de mi, parecía no ver nada más que aire. A veces me preguntaba qué pasaría si yo desaparecía de la casa y me iba a otro lugar a vivir, qué haría mi padre sin mí, y creía saber la respuesta... Lo más probable era que pensara que yo nunca había existido, o que el fantasma que le hacía compañía todos los días se había cansado de él, y había optado por irse.
Pero por una razón no me iba del país, y esa razón se llamaba Johnny. Yo era de ese tipo de chicas que siempre solía decir que no se iba a interesar nunca por un chico, que solo daban problemas y que en su mayoría eran gilipollas, hasta hace medio año cuando apareció él. Llevaba un tiempo deseando irme de casa, ya no aguantaba más el hecho de tener que hacer de chacha a mi padre, me iba a ir en cuanto encontrara un lugar donde instalarme en Los Ángeles, y Johnny desvió mi propósito cuando me miró a los ojos. Nunca antes me había pasado con un chico de mi colegio, fue una cosa y muy extraña, y ya no había vuelta atrás. Cuando lo veía por el colegio y por la calle mis piernas comenzaban a temblarme con violencia, mi corazón se paraba de repente para luego volver a later con más fuerza y rapidez, y me relajaba por las noches pensando en sus ojos. Para mí era el chico más perfecto de todos si no llega a ser por dos cosas: tenía una novia guapa de la que nunca se separaba y sus amigos eran gilipollas más no poder.
Era de locos pensar que alguien como él se pudiera enamorar de una marginada social de mi calibre, Victoria la chica que en el jardín de infancia asustaba a los niños solo con su presencia.
Todos me odiaban, era así, y siempre había sido así. Pero antes tenía a mi madre; cuando los niños del colegio me acusaban de haberles tocado para enseñarles cosas horribles, estaba ella para defenderme; cuando los profesores la llamaban a casa diciendo que esta vez me había pasado de la raya, mi madre volvía a defenderme. Y ahora que se había ido todos me atacaban diciéndome que era la mano derecha de la muerte, y me acusaban, de nuevo, de haberles enseñado cuándo y cómo iban a morir. Yo los tachaba de locos, era verdad que siempre había sido muy rara y que los psicólogos veían algo muy raro alrededor mío, pero de ahí a saber cuando iban a morir...
Nunca me había afectado lo que la gente decía de mí y de mis supuestos poderes, y nunca me había cuestionado si lo que decían era verdad o una de sus fantasías, pero... ¿y si era cierto? ¿Podía ser verdad que yo tuviera poderes premonitorios? Intenté acordarme de alguno de los episodios en los cuales había tocado a mis compañeros de clase pero no pude, mi mente estaba en blanco en esos momentos tan extraños. Tenía lagunas en mi memoria y bastantes.
Pero no podía demostrar nada de lo que los chavales decían hasta ayer, exactamente. Mientras dormía tuve un sueño muy extraño, en él aparecía un chico, lo había visto en algún otro sitio pero no me acordaba dónde, el tipo tenía más o menos veinte años, estaba en una calle aparentemente vacía e iba a cruzar por el paso de cebra con el semáforo en rojo, de repente pasé de ser una simple observadora de la escena para convertirme en el chico; veía con sus propios ojos, sentía su corazón latiendo a velocidad normal en su pecho y era yo la que parecía controlar sus movimientos. El chico tenía unas inmensas ganas de fumar. Pude oír sus pensamientos retumbando en mi cabeza con toda la claridad del mundo: 'Le prometí a .... que no iba a fumar más, que lo iba a dejar'. Pero no pude oír el nombre que acababa de decir en su mente, como si no me estuviera permitido saber quien ocupaba los pensamientos del chico. Si hubiera podido abrir los ojos en señal de sorpresa los hubiera puesto. Noté de repente un dolor frío y metálico en mi pecho. El tipo bajó la mirada al orificio de entrada de la bala, le acababan de disparar. Un nuevo disparo le alcanzó en el lado contrario al anterior. Volví a salir de su mente, el chico estaba en el suelo de la calle, alrededor de su cuerpo había un gran charco de sangre, estaba muerto.
Me desperté bañada por un sudor frío, estaba empapada y notaba como la ropa se me pegaba a la piel. Estaba en estado de shock. Había presenciado un asesinato, me intenté levantar de la cama mas algo me lo impedía. Me paré a pensar con tranquilidad, nada me decía que el asesinato ya se había producido, el sueño podía haber sido una premonición, podía ser verdad que era capaz de ver la muerte de otras personas...
Intenté levantarme de nuevo con intención de ir al baño y esta vez pude hacer sin ningún tipo de restricción. Me lavé la cara con agua fría una y otra vez. Me observé en el espejo, debajo de mis ojos castaños había unas ojeras muy marcadas, y mi pelo estaba algo enmarañado encima de mi cabeza. Me peiné y salí del cuarto de baño a la cocina a prepararme el desayuno. Me comí dos tostadas con mermelada y mantequilla, y me tomé un vaso con café. A continuación, me vestí completamente de negro, cogí mi mochila y fui hacia el colegio andando como todos los días.
Seguí pensando en mi sueño y en el chico que había visto en él, seguía pensando en que lo había tenido que ver en algún otro lugar, pero ¿dónde? Me estaba comenzando a volver algo loca.
Alguien se puso en mi camino, era un tipo alto, vestido de negro con capucha, lo encontré bastante atractivo, tenía unos ojos grises que me helaban la piel. A su lado había otro chico, vestía como un adolescente normal, y lo reconocí como uno de los chicos de mi colegio. El adolescente sonreía pero el otro seguía serio.
- ¿Tú eres Victoria la que ve la muerte?
Me lo quedé mirando bastante seria, no parecía estar tomándome el pelo, su voz había sonado muy potente y segura. No parecía un junkie, ni por la forma de vestir, ni por la forma de hablar inglés que tenía, era acento Europeo. El tipo encapuchado no volvió a decir nada, me estaba haciendo un chequeo con la mirada, a su lado me sentí una insignificante chica de dieciséis años que vestía converse y pantalones negros. Me sentí como de otra época.
Estuvo casi tres minutos inspeccionándome con interés, parecía que me estaba desnudando con la mirada, hice un ademán de taparme, pero iba a resultar una reacción extraña y estúpida. Me di cuenta de que había dejado de respirar y que tenía la mente en blanco como si tuviera miedo de que el tipo de la capucha pudiera leerme el pensamiento. Mas Victoria Wentz nunca se dejaba intimidar, volví a ponerme relajada en el momento en el cual el hombre me volvía a hablar:
- ¿Podemos hablar contigo un momento?
- ¿Sobre qué? -me había puesto a la defensiva sin haberlo pretendido.
Entonces me cogió de la mano. Pegué un grito ahogado al notar la presión del contacto con mi piel. Lo que había a mi alrededor comenzó a desaparecer poco a poco para volver a aparecer, pero ya no estaba en el parque de Oakland, me encontraba en el jardín de infancia, pude verme de pequeña, estaba al lado de uno de mis compañeros y tenía mi mano sobre la de él, como momentos antes había hecho el hombre con capucha. El jardín de infancia despareció para dar paso al interior de mi casa, esta vez ya tenía más o menos el mismo aspecto que en la actualidad, a mi lado estaba mi madre, estaba viva y me sonreía. Me dije a mí misma que sólo era una visión para no salir corriendo a abrazarla. Mi yo joven le estaba enseñando cómo iba a morir. Sentí dolor en ese momento, un dolor profundo en mi corazón, sabía lo que iba a pasar, sabía que mi madre iba a morir y sin embargo no hice nada para impedirlo, podría haber... "No, no podías", era la voz del de la capucha. "No sabías lo que estabas haciendo en ese momento. Pero ahora puedes evitarlo, puedes evitar que vuelva a ocurrir. Sigue observando".
Y como el hombre me había pedido seguí observando. Esta vez no era yo la que salía, ahora estaba el chico de anoche, al que veía muerto en mi sueño, estaba observando el reloj de la cocina, las siete y media, justo la hora que era en Oakland, el chico seguía vivo, y como supuse la noche anterior todo había sido una premonición.
Volví a la realidad, el de la capucha me sonrió misteriosamente. Me he dado cuenta de que llevo todo el rato llamándole "el de la capucha" y en realidad sabía como se llamaba desde el momento en el cuál había cogido mi mano, se llamaba James y como había supuesto en un primer momento no era un ser humano normal y corriente, era algo parecido a mí. Y ahora que lo pensaba, de seguro que el chico de mi colegio también era uno de los míos.

Chapter 2. Initation's ceremony.
James y Matt se habían convertido en mi nueva familia. Me tuve que mudar con ellos y dejar a mi padre solo en casa, James me había prometido que iba a estar bien y que de vez en cuando alguien, no dijo quien, iba a seguir haciendo lo que yo solía hacer en casa.
Acabábamos de comenzar una extraño reunión, Matt la llamó: La ceremonia de la Iniciación, en la que nuestros jefes debatían si el elegido era digno o no de llevar acabo la misión que se le había asignado desde su nacimiento. La sala donde se iba a hacer la reunión era un lugar bastante amplio, decorado al estilo de la edad media, el suelo era de piedra gris, y alrededor de una silla del mismo color marrón que las paredes había unas cuantas gradas, la mayoría estaban vacías a excepción de las de enfrente mío donde había personas charlando entre ellas, conté diez en total.
Cuando entré guiada por James mis piernas temblaron con violencia y casi ni podía andar. No sabía qué era lo que me esperaba a continuación y por como llamaban a lo que me tenía que enfrentar ese día no podía ser nada bueno. James pareció leerme el pensamiento y colocó su mano en mi hombro en señal de apoyo, y dejándome sola delante de esa gente extraña. "Estaremos aquí a tu lado, no te va a pasar nada". Asentí a la frase de James relajándome un poco pero no lo suficiente.
El que parecía el jefe estaba justo enfrente de mí, destrés de su capucha pude apreciar unos ojos azules y una perilla negra. Me mandó sentar en la silla que había colocada en el centro de la sala, decidí que era mejor hacerle caso, me noté un poco torpe, la ropa que me habían dado chocaba contra el suelo y me hacía parecer algo tonta andando, no estaba acostumbrada a llevar sotana o como mierda se llamara esa cosa negra que llevaba encima.
Una vez sentado en la silla miré al frente de nuevo. El tipo de antes se presentó y luego a los otros nueve que lo acompañaban, no presté atención a los demás, solamente miraba a Gabriel, tenía nombre de ángel... Gabriel sonrió como para sí mismo y luego continuó hablándome.
- ¿Sabes por qué estás aquí, Victoria?
Claro que lo sabía, me lo llevaban diciendo todo el día James y Matt, a parte de otras cosas acerca de con quienes me iba a encontrar en la sala y también me habían explicado qué era lo que se esperaba de mí, y por supuesto que Gabriel sabía que yo lo sabía, era como una pregunta rutinaria que se la hacían a todos los que eran como yo e iban a esta ceremonia.
A continuación, el jefe se acercó a mí y colocó su mano sobre la mía como había hecho James en el parque, me transporté a otro lugar, estaba en un cuarto medio vacío y mirando las paredes verdes estaba el chico, a pesar de estar medio a oscuras lo reconocí como el chico de mi sueño. Como pasó hacía dos noches y media, unas inmensas ganas de fumarme un cigarrillo me llenaron el cerebro. El deseo provenía de un lugar del cerebro del muchacho, pero era como si yo también tuviera la necesidad de coger un paquete de cigarrillos y fumarme uno, como hizo él a continuación; me dieron ganas de alzar mi mano y coger uno yo también.
- Su nombre es Billie Joe -me giré y vi que Gabriel estaba a mi lado observando conmigo.
Asentí despacio a la nueva información.
- Y lo tienes que salvar de la muerte, si es que no le mata antes el tabaco, claro.
No reí, no creía que fuera un chiste gracioso lo que acababa de decir del tabaco y no sabía con exactitud si era un chiste o no. Tampoco hablé, solamente seguí observando al chico fumar con necesidad.
Gabriel por su parte me miró a mí y continuó explicándome:
- Lo que viste en tu sueño es una de las posibles muertes de Billie. Lo más probable es que dentro de unos días tu visión cambie y que, en lugar de por dos disparos, muera atropellado por un coche, o a saber de qué otras formas.
» La muerte de Billie es complicada, lleva cambiando año tras año. La que le vigilaba antes que tú acabó muerta, una pena, la verdad. Tu misión es salvarle de morir trágicamente, Dios tiene otro final para él, pero alguien intenta jodernos el plan.
» Debes hacerte amiga de él, aconsejarle lo mejor que puedas, si lo llevas por buen camino no lo matarán y si él se salva habremos ganado.
Se quedó en silencio y yo hice lo mismo. Asimilé la nueva información, no me lo podía creer; de un día para otro había descubierto que puedo predecir la muerte de otras personas, y nada más descubrirlo ya tenía que salvar a un chico, al cual solo lo conocía de un sueño... Miré a Gabriel con interés, parecía serio y si todo esto era una broma no lo demostraba y actuaba muy bien. Y lo de las visiones, la ropa, los actores y todo esto estaba muy bien preparado, y encima me lo había tragado como una completa gilipollas.
- No es una broma -contestó a mis dudas -. Si aceptas y lo consigues puedes seguir con tu vida normal y sería como si todo esto no hubiera ocurrido.
- De acuerdo... Acepto.
De nuevo volvía a estar en la sala de antes. Gabriel ya no estaba a mi lado, y todo el mundo me miraba como si lo que había visto no hubiera ocurrido nunca, pero yo sabía que había sido real, seguía teniendo esas ganas de fumar de la visión y yo nunca había probado un cigarrillo, bueno... una vez le había cogido uno a mi padre para saber cómo era y no le había cogido ningún tipo de adicción... Tal vez eso solo fuera el fantasma de la sensación que Billie Joe me había causado en la visión, supuse que acabaría por desaparecer de un momento a otro.
Gabriel captó mi atención pronunciando unas palabras en un idioma que me sonó a latín, y cuando acabó de decirlas un inmenso dolor me recorrió la cabeza durante lo que se me antojó más largo de lo que en realidad había durado. Noté como comenzaba a marearme. Cuando el dolor fue aminorando poco a poco sentí como la cabeza se me iba y acababa por desmayarme en la silla de madera.
No sé cuánto tiempo estuve sin sentido. En un principio todo se veía oscuro y, de repente, como si nada, una luz potente hizo que achicara los ojos porque me molestaba en la cara. A la que me acostumbré a ese resplandor pude ver la imagen de una persona delante de mí. El chico parecía ser el foco de esa luz, e irradiaba luminosidad por cada parte de su cuerpo. Iba completamente de blanco. Me sonaba de algo, cuando se acercó a mi cara lo reconocí de inmediato, era Johnny. Sus ojos me observaron con detenimiento, me dio la sensación de que sentía cariño hacia mí. Sus facciones estaban a escasos centímetros de las mías. Mi corazón comenzó a latirme con violencia retumbándome en los oídos, noté como mi rostro se calentaba y se ponía colorado. Daba la impresión de que me iba a besar, y cuando lo hizo no noté nada, solamente una pequeña corriente en la punta de los dedos de mi mano que me hizo cosquillas, y como había aparecido, sin más, se fue.
Abrí los ojos, no había ni rastro de Johnny, ni de la sala donde se había celebrado la ceremonia. Mas todavía podía sentir la corriente del beso de Johnny...
Giré la cabeza y me di cuenta de que estaba en mi habitación de la casa de James. Miré al otro lado y descubrí a Matt observándome, parecía como si me estuviera adorando. Mi amigo, compañero o lo que se suponía que era Matt tenía las piernas dobladas enfrente de mí y el cuerpo echado para delante. Lo observé sin decir ninguna palabra, y cuando intenté moverme él pegó un salto.
- Me has asustado -repuso el chico con una voz que no era la suya.
No me estaba mirando, y como yo había supuesto en un primer momento estaba meditando. Ya había pillado en otro momento a James haciendo lo mismo y había pensado que también me estaba observando en silencio, y cuando fui a preguntarle algo fue cuando volvió en sí de un salto haciéndome pegar un bote a mí también.
- ¿Has visto a Johnny? -me preguntó mi compañero ya con su voz normal.
- ¿Cómo lo sabes?
- Por qué él es uno de los nuestros, y tiene la última palabra -comentó en un tono místico que me puso de los nervios, todos hablaban así -. A mí me dio un apretón de manos, ¿a tí qué te ha hecho?
- Me ha besado -contesté en bajo. Me dio vergüenza.
- ¿Qué?
- Que me ha besado -esta vez lo dije casi gritando.
- Qué raro...
Me encogí de hombros. No sabía que significaba el beso y tampoco quería saberlo. Lo único que me importaba en ese momento era que me había besado, y que necesitaba descansar porque sentía un extraño cansancio en el cuerpo mucho más fuerte que un cansancio físico, también estaba cansada mentalmente, cansada de las visiones y agotada de tanta información nueva recogida durante el día.

Chapter 3. Johnny, a black rose.
A la mañana siguiente o cuando fuera que había despertado por segunda vez me sentía extraña, me sentía casi igual a ese día en el que mi madre murió. Lo de casi lo digo porque ahora me sentía llena de una energía extraña, el día de lo de mi madre me sentía un poco vacía pero a la vez algo distinta.
Me levanté de la cama y fui al cuarto de baño de mi nueva habitación, encendí el grifo del agua caliente para ducharme a continuación. Algo hizo que me mirara la mano derecha, una cosa negra que nunca antes había tenido estaba marcada en mi mano, era una rosa negra, la toqué con cuidado con la otra mano, un pinchazo recorrió la punta de mi dedo anular; no sabía cuando era que me le habían hecho. Me encogí de hombros y me metí debajo del chorro de agua hirviendo dejando que mis músculos se relajaran, casi no sentía la temperatura del agua caliente. Otras cosa que había cambiado de la noche a la mañana, no notaba el calor.
Terminé de ducharme, me sequé el pelo y me vestí como su fuera un día de colegio normal.
Salí a la cocina donde Matt estaba desayunando, no me dijo nada y yo tampoco a él. Me preparé un bol con cereales como el que tenía él en sus manos. No noté si la leche estaba caliente o no, me comí los cereales sin a penas ganas, no era mi desayuno favorito y menos si la leche estaba helada como un cubito de hielo.
- Llevas más de dos días durmiendo -anunció mi compañero.
- ¿Y?
- Por si querías saberlo -dijo para luego volver a desviar su mirada al bol de cereales de su regazo.
Yo también seguí a lo mío sin comentar nada, como dije en un principio (si es que al final lo dije, no lo recuerdo muy bien) no suelo compartir mis cosas y pensamientos con nadie y no pensaba comenzar a hacerlo ahora. Si había una cosa que más odiaba en el mundo era que le gante se metiera en mi vida y que me mandaran lo que tenía que hacer, y ya había hecho mucho dejando que unos tipos me dijeran que tenía que salvar a Billie Joe como si fuera yo la que estuviera en peligro de muerte y no él. La verdad es que había aceptado seguir unas órdenes porque lo poco que conocía de ese tal Billie Joe me había hecho interesarme por él.
No sé cómo ni por qué Matt y yo comenzamos una discusión sobre mi mente bloqueada por el simple hecho de que todos podían acceder a ella menos él.
"Dejad de discutir, niños", la voz de James retumbó en mis oídos con fuerza y dejé de discutir con mi compañero como me había pedido James.
- Así mejor -dije esta vez sin entrar en nuestras mentes.
Me giré hacia donde se había escuchado su voz normal. James estaba detrás de nosotros dos, en la puerta de la cocina. Iba vestido con un pantalón vaquero y una camiseta blanca de tirantes, gracias a la cual se le veían los brazos al descubierto, eran musculosos y eso le daba un toque aún más atractivo... no llevaba puesta la túnica y por ello tampoco la capucha, pude ver como era en realidad, tenía la cara angulosa y perfecta, los ojos azules eran los que más destacaban, llevaba perilla y el pelo lo tenía cortado al estilo Kurt Cobain, pero el de James era negro, no rubio. A pesar de tener el rostro de un veinteañero daba bastante respeto.
- Ha venido alguien a conocerte, Victoria.
Lo miré sin entender y fue entonces cuando la puerta de la cocina se abrió y por ella entró Johnny. Sus andares lo delataban. Había sustituido su ropa blanca de la visión por unos vaqueros, una camiseta verde con capucha remangada en los brazos y sus guantes negros sin dedos. Salió de detrás de James para acercarse hacia donde yo estaba. Sus ojos azules se posaron en los míos haciéndome bajar la mirada de inmediato, me hacían daño. Por alguna razón noté que la sangre se me helaba más de lo q ue ya estaba de por sí. El chico rubio sonrió ampliamente, me recordó a uno de esos días que me había mirado y sonreído en el patio del colegio, en ese momento las piernas me temblaron como un flan y casi me choco con el tipo que tenía delante. Comprendí de inmediato qué era lo que había sentido al verle por primera vez, fue una sensación de reconocimiento, como si ya nos hubiéramos visto en otro momento o en otra vida... Esos ojos azules, ese pelo rubio y esa nariz los había visto cuando tenía más o menos cinco años en un sueño. Johnny se me había aparecido en sueño. Recordé que después del sueño llamé a mi madre asustada... Sólo tenía cinco años, y aún así había soñado con un Johnny del mismo aspecto que actualmente.
Noté un contacto y abrí los ojos, los había cerrado sin darme cuenta. Johnny me observó la rosa negra de la mano y sin decir nada mandó a mis dos compañeros que nos dejaran solos. Una vez Matt hubo cerrado la puerta de la cocina Johnny me miró a los ojos con cierta curiosidad. Me acercó una silla, y él se sentó en otra, yo hice lo mismo que él. Volvió a sonreírme encantadoramente y casi consigue que me cayera de la silla al piso. Por alguna razón, siempre que él estaba cerca de mí me ponía nerviosa y acababa metiendo la pata de alguna forma.
- No me han presentado, me llamo Johnny.
Era la primera vez que oía como hablaba.
- Y soy quien te descubrió.
Lo miré sin entender apenas nada.
- ¿Recuerdas el día que nos vimos por primera vez en el patio del colegio? -preguntó, asentí despacio -. Ahí fue cuando supe que eras especial, cuando supe que eras la persona idónea, la elegida para ayudar a Billie Joe. Te seguí a todos los sitios a los que ibas, pero tú no me veías. Observaba todos tus movimientos con interés. Descubrí que no había estado equivocado cuando me aparecí, aparentemente por error, en uno de tus sueños. Eras tú y nadie más.
» Sé que eres solitaria, que no te relacionas con nadie de tu edad y no confías ni de tu sombra, eres callada y no había peligro de que te fueras de la lengua en tú misión...
- Por eso has venido aquí, ¿no? -le pregunté a duras penas -. ¿Quién eres?
- Ya te lo he dicho, soy Johnny.
- No, quiero saber quién eres de verdad. Y nada de jueguecitos.
- Vale... te lo contaré. Mi nombre es Johnny y soy un Black Rose como tú, como James o como Gabriel, cada uno de nosotros hemos nacido con algún que otro poder, parecemos personas normales, somos vulnerables como los humanos pero sólo a ciertas cosas. Somos seres mágicos, estamos aquí por alguna razón, yo puedo saber si una persona es buena gente o, por el contrario, mala. Gabriel es un ángel. James por su parte puede controlar las emociones de la gente... Y tú. ¡Oh, tú!
- Yo... ¿qué? -pregunté levantando la ceja.
Acababa de encontrarle un defecto, estaba algo chiflado.
- Tú tienes el poder más poderoso de todos. Conoces, intuyes la muerte de otras personas, y también puedes cambiarla como quieras... Por eso te necesitamos para que salves y cambies la vida de Billie Joe. Eres una Black Rose of death.
Me lo quedé mirando con los ojos abiertos de par en par, sin saber qué decir, qué contestar... No era tan genial como él pensaba, no al menos para mí, no me gustaba este Don que alguien me había dado, no quería tenerlo, era algo horroroso, abominable, no me sentía orgullosa de llamarme así, odiaba tener que ver la muerte de las personas de mi alrededor sin poder hacer nada al respecto, sin poder decirles cuánto les quedaba de vida, solamente podía salvar a uno, y encima a alguien a quien sólo conocía de unas pocas visiones mortíferas, no conocía como era por dentro, si era majo, arisco o un psicópata, para que alguien le quisiera matar debía de ser alguien malvado, alguien retorcido, no podían querer matarle sólo porque existía.
Johnny no comentó nada más, había oído todo lo que yo había pensado en mi interior pero no dijo nada sobre ello, ya que yo no le había dado permiso para leerme la mente, y él la había leído de todos modos. Tenía que aprender a cerrar la mente como pasaba con Matt, pero según lo que me había explicado James esa parte venía después de haberme encontrado por primera vez con Billie Joe, o como él me había dicho: mi protegido.
Me pregunté qué iba a ser de mi vida una vez todo esto se hubiera acabado, ¿podría quedarme con James en su casa? ¿o volvería a estar sola en el mundo a pesar de haber querido todo lo contrario? Pero como Johnny me había comentado el día en el cual llegué a este lugar, primero tenía que conseguir cumplir el plan y luego ya se vería lo que ocurría después.
Suspiré con ganas, todavía me quedaba un largo camino que recorrer hasta llegar a lo que podría ser mi propia muerte.

Chapter 4. Billie Joe Armstrong?
El día en el que conocí a Billie Joe me llevé una gran desilusión. James y Matt llevaban toda la semana y media pasándome montones de folios donde estaba apuntada toda la información que Jane había ido recogiendo sobre Billie Joe. Mi antecesora había escrito más de ochocientos folios sobre el protegido, como ella lo llamaba, y todo lo que le había ocurrido a él antes de que ella apareciera en su vida. Daba la impresión, por lo que Jane había escrito, que Billie Joe y ella habían estado hablando durante horas y horas y que se habían cogido mutua confianza, tal vez incluso demasiada de la que se nos está permitido llegar con los mundanos a los que protegemos, tal vez incluso se habían enamorado... No lo sabía, eso era cierto, pero Jane escribía todo como si Billie Joe fuera perfecto, no había ni rastro de la adicción que tenía el chico al tabaco, los porros, el alcohol y las drogas como me daba a entender a mí en las visiones, y eso sólo daba a dos opciones: o intentaba esconder algo para que los de la organización no sospecharan; o los dos, Billie y Jane, estaban liados.
Si seguía leyendo los apuntes podía recoger varios nombres que salían repetidas veces, en total eran diez: Andy era el padre, había muerto cuando Billie apenas tenía diez años, Billie Joe adoraba a su padre y cuando éste les dejó el niño de diez años no volvió a ser el mismo de siempre. Se hablaba mucho también de Ollie, su madre, y el novio de ésta al que se referían como él, adjunta con ese nombre, Jane, había incluido una canción titulada: Why do you want him? Coloqué el papel en el montón de "para luego" donde también estaba el diario de Jane y alguna otra composición músical con la letra borrosa y apretada de Billie Joe. Alguna que otra vez salían los nombres de los hermanos: Alan, David, Anna, Hollie y Marci. Por último aparecían los nombres de John Kiffmeyer, Mike Dirnt y Tré Cool, supuse que trataban de los nombres de los compañeros de Billie Joe en su grupo de música. Creo que incluso mencionaba algo acerca de un gato de nombre Zero y una secadora o lavadora.
Terminé de leer todos los folios que Jane había entregado a eso de las tres de la mañana de un jueves de colegio llegando luego al edificio arrastrando los pies, una de las ventajas de pasar casi como si fuera un fantasma delante de mis compañeros de clase era que nadie te molestaba, y menos a las siete y media de la mañana. Me senté como siempre detrás del todo de la clase mirando la ventana y el paisaje que se veía através del cristal, Johnny jugaba con su compañeros al fútbol y justo en el momento que yo miraba marcó un gol en la portería contraria; sonrió hacia donde yo estaba, me puse roja, pero no era a mí a quien miraba, su novia se levantó del banco que estaba colocado debajo de mi ventana y lo abrazó mientras se besaban. Cuando Johnny se separó de ella me miró con cara de circunstancias, le saqué el dedo y giré la vista a la profesora de matemáticas.
El timbre que indicaba el final de la clase interrumpió a la profesora en medio de una frase.
- Sentaos, no he acabado -dijo la señora Anderson mirando a los alumnos que estaban levantados preparándose para salir de clase.
Cuando acabó de mandar los deberes para el lunes siguiente todos salieron de clase con prisa. Yo recogí mis cosas con lentitud, no tenía nada de prisa por llegar a la siguiente clase, ni iba a ir de todas formas.
Una vez todo bien colocado en mi mochila salí por la puerta dirección al patio. Me metí entre los estudiantes de último curso que salían fuera a fumar y logré salir a la calle. Me coloqué al lado de un grupo de chicas que esperaban a que el semáforo se pusiera en verde para cruzar al otro lado. Oí como una voz me llamaba a lo lejos, el grupo de chicas de mi lado se giraron para ver quien gritaba, yo hice lo mismo y me topé con Johnny que venía hacia mí a la carrera. Todo el mundo nos observaba con gran interés, casi me puse roja pero Johnny seguía igual de impasible que siempre. Envidiaba a esos que no se alteraban por nada del mundo, yo era todo lo contrario. Los ojos azules de mi amigo me quemaron la piel.
- ¿Dónde ibas? -preguntó jadeando un poco por el esfuerzo que acababa de hacer.
- A ningún sitio que te interese -contesté colocándome bien la mochila al hombro y yéndome de él cruzando el paso de cebra sin mirar si venía algún coche o no.
Cuando los cabreados conductores me pitaron yo no les hice caso, seguía corriendo sin pararme a mirar si había causado algún accidente, no me interesaba saberlo. No aminoré la marcha en ningún momento, hasta que entré a una cafetería a cambiarme de ropa en los baños, ya que llevaba el uniforme del colegio y no me apetecía mucho tener que volver al edificio si alguien me pillaba por la calle en horas laborales. Me encerré en uno de los compartimentos, coloqué mi mochila negra encima de la taza y saqué de ahí un pantalón vaquero y una chaqueta con capucha. Me quité el uniforme y me puse la otra ropa. Metí de nuevo las cosas en la mochila y me dirigí al espejo con mi delineador de ojos. Ahora que lo pensaba nunca había usado un cacharro de esos y no sabía como debía aplicármelo; por suerte, la semana anterior había ido al cine a ver una de esas películas de la época y había visto como la chica protagonista se aplicaba el delineador en los ojos. Solo tuve que acordarme de como ella lo había hecho y voilà. Me resultó extraño de todas formas. Antes de salir a la calle me deshice la coleta que solía llevar casi siempre para ir a clase y dejé que mi pelo callera a ambos lados de mi rostro. Noté como había envejecido dos años más, no me importó, es más, así mejor. Quería que Billie Joe me tomara en serio, e iba a hacerlo más si aparentaba más años de los que en verdad tenía.
Una vez en la calle me metí hacia el mar de gente que andaban de un lado a otro con prisa, como si llegaran tarde a una importante reunión. La mayoría de esa gente, que me llevaba a empujones donde ellos querían, eran personas de negocios, enfundados en sus caros trajes, con corbatas aburridas y caras largas y serias. Odiaba a ese tipo de gente, atrapados en la maldita rutina, haciendo todos los días lo mismo. Una cosa tenía yo clara, no iba a ser una de esas personas, no quería sus aburridas vidas ni sus empleos más aburridos aún, si eso era posible. Si es que sigues con vida cuando llegue tu turno de elegir trabajo.
En uno de los empujones de ese mar de gente que me rodeaba tiré a alguien al suelo. Me paré al reconocer al chico que estaba delante de mí. No pegaba estar entre esa gente, chocaba con su manera de vestir ya que llevaba vaqueros y una camiseta negra normal, ni rastro de los trajes. El muchacho que acababa de chocar era Billie Joe, lo reconocí por su pelo y por sus ojos que me miraba con recelo desde el suelo. Le ayudé a levantarse del piso y él me dijo un seco gracias, se dio media vuelta y siguió andando, fui detrás de él sin que Billie Joe lo notara en un principio. Hasta que llegamos a una calle menos concurrida no se dio cuenta de que lo estaba siguiendo. No pude saber exáctamente cuando fue que se había dado cuenta de mi presencia, pero él lo hizo saber en el momento en el que desapareció de mi vista. Me encogí de hombros al ver que ya no estaba y seguí andando buscándolo por todas partes con la mirada. Al pasar por un callejón una mano de hombre me tapó la boca para que no pudiera gritar, aún así lo intenté y solo conseguí que apretara más su mano con mi boca. Decidí que ya era suficiente y dejé de poner resistencia. Un pensamiento de: ya estás muerta me vino a la mente, y cuando mi capturador me miró a los ojos me relajé inmediatamente, era Billie Joe. Le observé con odio.
- ¿¡Qué m.ierda te pasa!? -el chico se sorprendió por mi pregunta y atacó con otra:
- ¿¡Qué m.ierda te pasa a ti!? ¿Quien eres? ¿Y por qué me estabas siguiendo?
- Soy Victoria -le contesté relajándome un poco -. Te estaba buscando.
- ¿¡Qué!?
- Soy conocida de... Bueno, los que me envían conocían a Jane Greene.
Billie Joe me miró sin entender nada de lo que estaba diciendo, tal vez, después de todo, el chico que tenía ahora mismo delante no era quien yo estaba buscando, solo lo había visto de cerca en dos visiones, y las dos veces estaba todo estaba algo oscuro y no se le veía bien como era físicamente.
Observé al chico que tenía delante con detenimiento, no había duda, era Billie Joe, pero le pregunté por si acaso.
- Sí, soy yo -contestó frunciendo aún más el ceño.

Chapter 5. The vision has changed.
- ¿Me vas a decir de una maldita vez qué es lo que quieres de mí?
Me lo había quedado mirando detenidamente y no había abierto la boca ni un momento. Billie Joe me recordó a mí, no por el físico ya que no nos parecemos en nada me recordaba a mí en la forma de hablar, siempre a la defensiva y se alteraba con la misma facilidad que yo, es decir, demasiada.
Su queja acerca de mi comportamiento me llegó con cierto retraso, y la escena me resultó algo cómica porque contesté dejando un gran espacio de tiempo.
- Lo mismo que Jane en un principio, supongo.
- ¿Interrogarme? -preguntó sorprendido. Me dio ganas de lanzar una carcajada pero no lo hice por respeto.
- No, eso no. Ya sé todo acerca de tí.
- Entonces, ¿qué? Seguirme a todas partes, irse sin avisar y sin dejar ratro, y...
- Está muerta.
- ... romperme el corazón -terminó de hablar, parándose de repente y rompiendo a llorar-. ¿Qué?
- No... ¿No lo sabías? -ahora la que estaba sorprendida era yo.
O sea, él no sabía que Jane estaba muerta, pensaba que le había dejado... Lo vi llorar y no supe qué hacer para que se calmara, no tenía la suficiente confianza como para hacer algo. Con su llanto me confirmó lo que yo había pensado desde el principio.
- ¿Puedes dejarme en paz? -preguntó él sin levantar la vista del suelo.
Lo miré un último momento antes de obedecerle. No volví la vista atrás. Y no, no me daba pena dejarlo así, llorando de esa forma, él se lo había buscado, en serio. Nos está completamente prohibido mantener una relación sentimental con nuestro protegidos, como incluso estar saliendo entre nosotros, se consideraba sucio y estúpido. Así que si Billie y Jane estuvieron saliendo juntos, o lo que fuera que estuvieron haciendo, es solo culpa de ellos, se les había advertido desde el primer momento, nada de enamorarse, luego se acababa como ahora habían acabado Jane y Billie, con uno de ellos sufriendo por la muerte o la despedida del otro.
Volví a meterme entre la multitud, y poco a poco fui saliendo de ella a la calle donde estaba mi nueva casa. James me esperaba en la puerta, parecía realmente cabreado. Me acerqué a él algo encogida por su posible regaño, nunca antes alguien me había afectado de la manera que James lo hacía, y eso me frustraba bastante. Sin embargo cuando me habló no dio muestras de enfado en su tono de voz.
- ¿Lo has visto ya?
- Sí -contesté relajándome un poco. No era yo con quien estaba cabreado.
- ¿Y?
- Nada. No sabía que Jane había muerto y me ha despachado...
- Vaya... Johnny quiere verte -cuando dijo el nombre del chico lo hizo con rencor, supe entonces que ese era el foco del enfado que había percibido en un primer momento.
- ¿Qué mierda quiere ese ahora?
- Eso mismo quisiera yo saber... -suspiró y comenzó a caminar dentro de la casa después de abrir la puerta de entrada.
Le seguí. Recorrimos el mismo pasillo de siempre a paso decidido, y cuando llegamos a una puerta que no había visto en mi vida James me indicó que entrara. Hice lo que me pidió pero él se quedó fuera, le pregunté extrañada si no entraba, me contestó con un silencio; me encogí de hombros y cerré la puerta detrás de mí. Me giré hacia donde Johnny estaba, llevaba la misma ropa que usaba en el Instituto, a su lado vi que estaba Matt. John dio un paso adelante y me observó en silencio.
- ¿Qué pasa? -pregunté algo irritada por su silencio.
- ¿Sabes quién es él?
Miré hacia donde su dedo indicaba, Matt. Observé al chico que tenía delante, y luego volví mi vista a Johnny, me encogí de hombros, no lo sabía.
- Es Matt, tu primo.
Casi me entra la risa, no entendía qué tenía que ver eso ahora mismo, de verdad que la escena era algo cómica. Volví de nuevo mi mirada a Matt, que él era mi primo era la primera noticia que tenía, no lo había visto en mi vida, aparte de las pocas veces que me lo había chocado por los pasillos del Instituto, pero ni idea de que fuera mi primo o no, y de todas formas, ¿importaba mucho que Matt fuera familia mía?
- ¿Y? -pregunté alucinada.
- Te enseñará a tocar la guitarra. Sé que no has tenido suerte hoy, y como Billie Joe toca es una buena forma de que entableis una conversación y os cojais confianza.
- Comenzamos hoy a las ocho de la tarde -anunció mi primo dejándome a solas con Johnny.
Yo solo asentí levemente, y seguí con la mirada fija en Johnny. Él se acercó un poco más donde yo estaba, me puse algo nerviosa, pero conseguí no hacerlo notar demasiado. El chico me sonrió de medio lado aumentando mi nervisosismo anterior. Sus ojos brillaban con intensidad y yo me lo quedé mirando.
- Tengo que hablar contigo, Vic.
- ¿Sobre qué? -volvió a acercarse un poco más como lo había hecho en la aparición del primer día y mi corazón aumentó la velocidad.
- Sobre esto -dijo antes de colocar sus labios sobre los míos.
Aumentó su presión y yo no le paré, estaba demasiado ocupada disfrutando el momento. El beso fue ganando intensidad a medida que los segundos iban pasando. Cuando Johnny se separó abrí los ojos despacio todavía sintiendo el fantasma del beso. Sabía que estaba mal, no solo porque tuviera novia, si no porque, como dije hace un rato, está prohibido hacer este tipo de cosas, pero no podía evitar sentirme atraída por Johnny -ahora comprendía a Jane y Billie aunque no lo quería comprender -.
Johnny volvió a acercarse a mí dándome otro beso, pero esta vez no pude seguir, la cabeza me daba vueltas y comenzaba a perder el conocimiento, la visión se volvió oscura y durante unos excasos segundos no pude ver absolutamente nada. Cuando la luz volvió me di cuenta de que yo no estaba con Johnny, es más, no miraba con mis ojos, volvía a ser Billie, lo supe porque volví a sentir las inmensas ganas de fumar que siempre sentía cuando era él. Esta vez sentí algo más que nunca antes había sentido, rabia, impotencia y sobretodo dolor, demasiado dolor. Noté un cuchillo en la mano derecha, "me" lo acerqué a la muñeca de la otra mano, y "me" hice un corte en las venas, ahora el dolor se hizo más intenso, grité al notarlo con demasiada fuerza, poco a poco fue remitiendo al igual que el corazón latía con menos fuerza. Billie Joe se iba a suicidar. Volví a gritar pero esta vez con mi voz. Una mano me agarraba la cabeza, mi cabeza, y el propietario de esa mano me llamaba con insistencia. Desperté, o lo que fuera que hice. Billie Joe se suicida.
- ¿Qué? -preguntó Johnny. Lo miré sin entender -. Has pronunciado algo pero no te he oído.
- Billie Joe se suicida -repetí lo que había pensado.
- Descansa. Sólo ha sido una visión... No pasa nada.
- Se va a suicidar porque Jane ha muerto -comenté casi gritando.
- Ya mandaré a alguien a vigilarlo. Tranquila, Vic. Estará bien.
Asentí despacio, no estaba del todo segura de lo que me había dicho, pero creerle era lo mejor que podía hacer en ese momento.
Noté como todo el cansancio acumulado durante el día me vencía completamente y me hizo cerrar los ojos y quedarme dormida.
Sin pretenderlo, durmiéndome lo que hice fue la solución a la visión del suicidio de mi protegido, Billie Joe Armstrong.

Chapter 6. Dreaming with the protected.
Era como si volara, como si mi cuerpo fuera solo de aire. ¿Qué me había pasado? Lo primero que se me ocurrió fue pensar que había muerto y el miedo se apoderó de mi cuerpo, o de mi esencia, o de lo que fuera que tuviera en ese momento. Algo tiró de mí con fuerza, vi a alguien a lo lejos, era como una especie de alma, un pensamiento, no era algo sólido, de eso estaba segura. Cuando llegué a donde estaba ésta me habló sin que yo le preguntara nada.
- Estás en un sueño -era la voz de James -. Tu misión es encontrar a Billie Joe y convencerle de que no se suicide, de que no es la mejor opción y que Jane no quisiera verle morir. Hazlo como quieras y recuerda -atendí ahora con más fuerza -, puede que estés soñando, pero eres igual de débil que cuando estás despierta, tienes que cerrar tu mente o si no te verán. Buena suerte, Victoria.
Asentí no muy segura todavía.
Comencé a andar buscando a Billie. Mantener la mente cerrada me era muy difícil, más aún que cuando estaba despiertaa, llegar a no pensar absolutamente en nada era algo demasiado costoso y para lo que se necesitaba una buena concentración y mucho esfuerzo en las primeras veces que se intentaba.
Me metí por un montón de calles en las que nunca me había metido antes, no sabía a donde iba pero mis pies andaban solos, como si ellos sí supieran donde. La gente que pasaba alrededor mío no daban muestras de verme junto a ellos, sus rostros se veían difuminados, no estaba a mi alcance saber nada de ellos y yo estaba segura de que solo iba a poder a ver a Billie Joe.
Mis pies se pararon de repente delante de la puerta de una casa grande, acababa de llegar a la casa que compartía Billie Joe en Oakland. Traspasé la puerta con facilidad, mis pies volvieron a llevarme y esta vez hasta dentro del cuarto del muchacho. Lo vi tumbado en la cama, me acerqué a él y lo observé dormir. Su mata de pelo cubría más o menos toda su cara, los ojos los tenía cerrados y el pecho subía y bajaba con normalidad. Mediante un impulso coloqué mi mano sobre su frente, me colé en su sueño literalmente.
Billie Joe estaba delante de mí, sus ojos verdes me observaban brillantes, alrededor de nosotros había una nada de color blanco intenso.
- ¿Smoothed? -preguntó el chico con algo de extrañeza, su voz sonó alargada por el eco del lugar donde estábamos -. ¿Smoothed?
- Em, no. Soy yo, Vic -le dije algo frustrada. Billie Joe se fijo en mi presencia cuando le hablé.
Cuando me contestó me habló como con asco.
- ¿Es que no puedo soñar tranquilo?
- ¿Eh? -fue lo único que pude decir.
- ¿Qué es lo que quieres?
Iba a preguntarle quién era Smoothed pero como no importaba en ese momento decidí que se lo preguntaría otro día.
Billie Joe seguía esperando mi respuesta, suspiré y comencé a explicarme:
- Sabes lo que soy -no era pregunta, Billie asintió despacio -. Lo mismo que Jane.
- A Black Rose.
- Exácto. Ahora soy yo tu ayuda, he venido a guardarte las espaldas.
- Yo no quiero que me ayudes -replicó el algo triste, lo noté vencido, como con ganas de que todo acabara de una vez por todas, se sentía frustrado. Y yo le entendía, sabía qué era lo que le pasaba, porque yo había pasado prácticamente por lo mismo que él, ambos habíamos perdido a alguien muy importante en nuestras vidas, y los dos sentíamos que ya no podíamos más, queríamos que todo acabara de una vez. Cuando mi madre murió caí en una gran depresión, la única persona en el mundo que siempre me había entendido y apoyado en los momentos en los que nadie más lo hacía acababa de irse para no volver nunca más. Un día me encerré en el baño de mi casa, cogí una cuchilla de mi padre e intenté cortarme las venas, no lo logré, no podía acabar de esa forma, no podía terminar mi vida tan pronto, no era la mejor opción y lo sabía. Mi madre no hubiera querido que eso ocurriera, si no todo lo contrario, que siguiera viviendo, que luchara para conseguir sobrevivir, no por mí, si no por ella. Se lo expliqué a Billie con lágrimas en los ojos, quería hacerle ver que yo también había pasado por lo mismo y que le entendía más de lo que él podría haber imaginado.
- Pero a mí me ha ocurrido dos veces...
- Lo sé, Billie, y es muy duro, pero no es la mejor opción, hazme caso.
- ¿Y qué quieres que haga? -preguntó, lo noté desesperado.
- Sigue viviendo, Bill, es lo mejor.
- ¿Y tú qué harás? -su actitud cambió de repente. Le sonreí encantada.
- Ya lo verás.
- Espera... No te vayas -pidió, pero ya era demasiado tarde, estaba despertando del sueño, mas aún así pude contestarle una única cosa más:
- Nos volveremos a ver, Billie, ten fe en ello.
Abrí los ojos poco a poco, me sentía más relajada a pesar de haber estado hablando con Billie. Al parecer le había hecho cambiar de opinión, no se iba a suicidar e iba a hacer lo que yo le pidiera. Sonreí ante la idea, al final no era tan imbécil como me había hecho pensar en un primer momento.
Decidí que se lo tenía que contar a James inmediatamente para que me dijera qué debía hacer ahora. Así que salí de la cama y me cambié de ropa, me vestí de negro; me peiné en el baño y cuando volví al cuarto vi que había una nota en mi escritorio, la cogí y la leí, era de Johnny.
Cuando acabes las clases de guitarra con Matt ven a mi casa, necesito hablar contigo.
Johnny.
Me encogí de hombros, me metí el papel en el bolsillo del pantalón y fui a buscar a James por la casa. De camino a su cuarto me topé con Matt quien me dijo la nueva hora de las clases, lo vi desaparecer pasillo arriba y yo seguí caminando como si nada. Cuando llamé a James me dejó pasar.
- ¿Qué pasa? -me preguntó tranquilamente y sonriendo a la vez -. ¿Qué tal soñando con Bill?
- Creo que conseguí quitarle esa idea del suicidio y conseguiré también hacerme su amiga.
- ¿Pero? -le miré sin entender y él volvió a sonreír esta vez más ampliamente -. Te preocupa algo, ¿no es cierto?
- No lo sé exactamente. Hay algo sobre la relación de Billie con Jane que no me acaba de gustar del todo -comenté más mística de lo que había pretendido ser.
- Victoria... Billie y Jane estaban enamorados, todos los Black Roses lo sabemos y por eso acabó Jane como acabó -la nueva información me dejó algo sorprendida.
- ¿Cómo murió Jane? -esa pregunta me la llevaba haciendo todos los días que llevaba viviendo con James y Matt, nunca me habían contado por qué muró mi antecesora.
- Su insensatez fue lo que la mató. Nuestras leyes están para algo.
- Y también para romperlas.
- Eso no lo dudes, querida -sonrió de nuevo. Comenzaba a cansarme que todos hicieran eso -. Pero hay quien piensa que romperlas es un error y un pecado. Jane fue asesinada por estar enamorada de un protegido. Vic, yo que tú andaría con mucho cuidado, lo digo por tu bien.
- Y no me voy a enamorar de Billie -repuse haciendo una mueca de asco al imaginarme besándome con el chico.
- Ni de él, ni de nadie más.
Esa última frase me dio mucho en lo que pensar. ¿Hasta qué punto sabía James lo que Johnny y yo estábamos haciendo? ¿Qué podía pasarme si nosotros llegábamos a lo mismo que hicieron Billie y Jane?

Chapter 7. I'm in a mess.
Comí lo primero que pillé por la nevera, un sandwich vegetariano, mientras le pegaba pequeños mordiscos me quedaba pasmada mirando las baldosas verdes y blancas de la cocina, era la primera vez que me fijaba, todas las baldosas formaban una palabra, no sé si por pura casualidad o si estaba hecho con intención, la palabra no la entendía, estaba en un idioma desconocido para mi.
- Pone: Rosas Negras -dijo una voz detrás de mí.
El que me acababa de hablar iba vestido con la misma sotana marrón de los Black Roses, era Gabriel.
- ¿Dónde está James? -preguntó esta vez en inglés.
- En su despacho -contesté volviendo a comer el sandwich.
Gabriel dio media vuelta y se perdió por la puerta. Estaba acostumbrada a que entrara en casa gente que no había visto nunca, y era la primera vez que Gabriel aparecía.
Cuando terminé de comer fui en busca de Matt, estaba en su cuarto como había supuesto. La habitación de mi recién descubierto primo era algo más pequeña que la mía, las paredes estaban pintadas de un suave color verde, tenía una ventana que daba a la parte sur de Oakland, debajo de esta había una mesa de escritorio. La cama estaba al lado de la puerta, y Matt estaba sentados sobre las sábanas con dos guitarras al lado, una negra y otra con estrellitas verdes. Me senté a su lado y el me dio la guitarra negra, la cogí con torpeza, nunca había tenido una en la mano y pensaba que pesaban menos.
- Venga, no tengo mucho tiempo.
- ¿A dónde vas? -le pregunté interesada.
- Con unos amigos. Ésta será tu guitarra -continuó con la clase -. Puedes hacer con ella lo que quieras, ya no me pertenece. Me consta que sabes solfeo. No sé qué piensa Johnny que te voy a enseñar, solo te daré canciones para que toques, aprenderás sola, ¿de acuerdo?
- Mejor -contesté y él asintió.
- Toma -me tendió una partitura -. Es la primera canción que aprendí.
- Can't get you outta my mind.
- Te saldrá de seguro, es de The Ramones.
- Lo sé.
- Cuando te salga me la tocarás y te daré otra.
- Me parece bien -me levanté con la guitarra en las manos y salí del cuarto hacia el mí al otro lado del pasillo.
No me había sorprendido que Matt me hubiera dado tan seco la clase, y tampoco me importaba, prefería ensayar yo sola a tenerle delante desesperado porque no me sale la canción.
Una vez en mi habitación dejé la guitarra encima de la cama y me cambié de ropa para ir a casa de Johnny.
Salí a la calle, como había ocurrido en el sueño mis pies me llevaron a dónde tenía que ir. Johnny ya me esperaba en la puerta, iba vestido con unos vaqueros normales y una camiseta de manga corta; sonreía como era normal en todos y me dejó entrar en la casa sin decir nada. Observé la decoración, todo el pasillo estaba pintado de color crema y había un montón de cuadros y fotografías por las paredes. John me llevó al salón que constaba de un sofá rojo, una televión y al fondo una mesa grande rodeada de sillas, el salón tenía mucha luz y era espacioso.
- ¿Tus padres? -pregunté extrañada al ver que solo estábamos nosotros dos en la casa. El chico movió la cabeza a los lados con los ojos cerrados.
- Murieron.
- Oh, lo siento no lo sabía -me había quedado cortada por al respuesta.
- Mi padre era A Black Rose, hacía lo mismo que yo, era el que elegía. Conoció a mi madre como yo a tí y en el último momento la besó.
Johnny se había vuelto a acercar a mí mientras hablaba de como se conocieron sus padres. Y yo me había quedado pillada, era igual a nuestra historia.
El chico colocó su frente sobre mi frente aguantándome la mirada. Las ganas de besarle aumentaron como ya era habitual en mí, no podía concentrarme.
- Pero luego llegó el protegido de ella -siguió hablándome -, y se enamoró de él. No quiero que la historia se repita.
- No pasará -dije muy segura de mí misma.
- Te quiero.
Lo miré a los ojos, los suyos brillaban de una forma muy intensa, y de seguro que los míos también lo estaban. Sus labios se posaron en los míos con delicadeza, tarde un poco en devolverle el beso aumentando la presión de nuestra unión y colocando mis brazos alrededor de su cuello caímos al sofá abrazados. Él estaba encima de mí, separé un poco sus labios de los míos.
- ¿Y Kate? -me delanté a él preguntando por su novia.
- ¿Qué pasa con ella? -preguntó él de vuelta besándome en el cuello y produciéndome un escalofrío en la espalda.
- No se merece esto.
- Lo hemos dejado -anunció separándose de mí y sentándose en el sofá. Yo hice lo mismo.
- ¿Por qué?
- Era una cárcel estar con ella, y porque te quiero a tí, Victoria.
Me quedé callada durante un rato mirándome las manos y sobretodo a la rosa negra que llevaba tatuada en la derecha. Johnny colocó su manos sobre la mía, me hizo levantarme del sofá y seguirla al piso de arriba. Subimos las escaleras a trompicones y cuando llegamos dentro de la habitación más grande me tumbó en la cama con suavidad. Se echó encima de mí. Volvió a besarme con intensidad, bajó de mi boca a mi mentón y de ahí al cuello, un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Y lo demás ya os lo podéis imaginar.

Chapter 8. Did I dream you dreamed about me?
Como ya era habitual, nada más cerrar los ojos y de quedarme completamente dormida, poseí el cuerpo de Billie Joe y de nuevo sentí unas inmensas ganas de fumar, pero esta vez eran más intensas aún de lo solían ser los días anteriores, era como si me faltara el aire, como si mis pulmones solo pudieran respirar el humo del tabaco. Billie metió su mano en el bolsillo y sacó un paquete de cigarrillos, cogió uno y se lo encendió. Antes de continuar caminando pegó una profunda calada, se sintió mejor y algo más relajado. Los pensamientos del muchacho se acumularon desordenadamente, conseguí captar una de sus preocupaciones: yo. Sonreí en mi interior. Pero el momento de paz duró poco, un tipo con capucha y braga para el cuello se acercó a Billie Joe, advertí una navaja en su mano derecha. Billie intentó escapar asustado y dejando caer su cigarrillo al suelo. Otro tipo, vestido como el anterior, le taponó el paso, el chico dio media vuelta. El segundo le agarró la espalda; Billie estaba atrapado y no podía moverse; fue entonces cuando el primer hombre le pegó una, dos, tres puñaladas en el pecho. A continuación, los dos hombres encapuchados salieron corriendo dejando al cantante desangrándose en el suelo. Noté como los órganos vitales de Billie comenzaban a apagarse poco a poco. Intenté gritar, pero no pude. El muchacho clavó sus ojos verdes en los míos pidiendo ayuda, alzó una mano llena de sangre a donde yo estaba. Lo último que me acuerdo de la visión fue la voz de Billie gritándome con todas sus fuerzas:
- ¡VICTORIA!
Abrí los ojos de repente. La voz de Billie Joe llamándome retumbó en mis oídos. Comencé a respirar con energía, como si hubiera estado corriendo una maratón. Sabía que era una visión, que no había pasado, todavía, pero nunca antes Billie me había llamado, que podía verme en las visiones era nuevo... Tenía que hablar con él y con urgencia.
Me levanté y me vestí con rapidez, observé que ya era de día mientras terminaba de atarme las converse. Sin despertar a John de su profundo sueño salí de la casa dirección a la de Billie. No había nadie por las calles de Oakland, miré mi reloj, eran las siete de la mañana de un domingo. No me preocupé en darme prisa alguna, era demasiado temprano y Billie Joe probablemente no se había despertado todavía. Cuando llegué a su casa vi que alguien esperaba en la puerta, en un principio me dio algo de miedo y pensé que podía ser alguien enviado a hacerle daño. A medida que me iba acercando el miedo que había sentido se fue poco a poco, el chico alto, rubio y de ojos azules era Mike Dirnt, el amigo de Billie; estaba segura de que era él porque lo había visto en una foto que adjuntó Jane con sus notas; me miró preocupado, sus penetrantes ojos azules se me clavaron como dos cuchillos ardiendo, algo no iba del todo bien.
- ¿Tú eres Victoria? -preguntó algo relajado al verme llegar.
- Sí. ¿Ha pasado algo?
- Yo soy Mike, el amigo de Billie. Se ha despertado gritando y pronunciando tu nombre -me comentó con un deje de preocupación en su voz -. Se ha encerrado en su pieza y me ha dicho que no iba a salir hasta que tú llegaras.
Entré siguiendo a Mike y cerrando la puerta de la entrada detrás de mí. El amigo de Billie me indicó el camino al cuarto, cómo si no supiera donde estaba. Cuando llegamos a la puerta, Dirnt llamó haciendo una especie de melodía estraña. Billie se movió en su interior y oí como el cerrojo de dentro del cuarto se abría. Entré dentro, Billie Joe volvía a estar tumbado en la cama mirando al techo, cuando me vio acercárme se incorporó de un salto y me pidió que cerrara la puerta de nuevo con cerrojo; le hice caso. Los ojos del chico estaban más verdes que nunca, y tenía pinta de no haber dormido nada por la noche, se le notaba bastante preocupado, ¿quién no lo estaría si acabara de ver su muerte?
Me acerqué a Billie Joe despacio, él me miró sin quitar su anterior expresión de la cara, cuando sus ojos se posaron en los míos noté que había estado llorando. Lo observé también preocupada, ya que, según Jane, Billie casi nunca lloraba por algo y que cuando lo hacía era porque de verdad no podía aguantarse más su orgullo. En eso también nos parecíamos. Ví como una lágrima caía de sus ojos rodeándole las mejillas hasta llegar al cuello. Mi estómago dio un vuelco extraño al ver esa lágrima. A continuación, Billie se echó en mis brazos.
-¿Por qué se molestan en querer matarme? -preguntó medio gritándome y todavía agarrado a mí, en un principio no supe qué hacer ni qué decir.
- No, no lo sé -contesté devolviéndole el abrazo algo torpe, no estaba acostumbrada a que la gente hiciera eso.
No sé cuanto tiempo estuvimos abrazados y en silencio, pero se me pasó muy despacio. Billie Joe lloraba en mi hombro, yo miraba a un punto de uno de los pósters de los Ramones que había pegados en la pared mientras notaba como sus lágrimas mojaban mi camiseta.
Cuando ya pareció calmarse un poco se separó de mí y se sentó en su cama, me coloqué a su lado con torpeza. Billie me miró a los ojos, y yo le sostuve la mirada como pude. Él fue quien rompió el hielo después de estar unos minutos mirándonos a los ojos y cuando lo hizo noté como algo había cambiado entre nosotros dos, pero no supe saber qué era exactamente lo que había pasado.
- ¿Soñé que soñabas conmigo?
- S-Sí -contesté tartamudeando un poco -. Es una especie de conexión extraña.
- Vic...
- ¿Sí? -nos habíamos quedado en silencio otra vez.
- Con Jane nunca pasó nada -comentó. Lo miré sin entender a qué se refería con eso exactamente -. Quiero decir que ella tenía esas... visiones... pero nunca las ví yo también.
- Seremos almas gemelas -le dije bromeando, ambos nos reímos con ganas.
Nunca antes me había reído de esa forma con nadie, y menos con un chico. Esa conexión extraña, como yo la había llamado, que sentía con Billie no sabía qué era. Más o menos era como si nos comprendiéramos en todo, hasta en nuestros pensamientos interiores. No teníamos que disimular nada entre nosotros dos; como si de verdad fuéramos almas gemelas.
Desayuné con Billie y con Mike, el primero ya se había calmado un poco y hasta contaba chistes y hacía bromas, el segundo le seguía el juego y yo me lo pasaba genial.
Los dos amigos se hicieron mis compañeros en el tiempo libre, les escuchaba tocar con su otro amigo, tocaba yo con ellos día sí y día no, me esperaban a la salida del Instituto para hablar conmigo y pasear por las calles de Oakland. Todos sabíamos que nuestra amistad iba a durar poco, que no siempre íbamos a estar juntos y que, tarde o temprano, íbamos a tener que separarnos por culpa de mis poderes y de lo que tenía que hacer con los que querían matar a Billie Joe, mas intentábamos no pensar en ello demasiado y disfrutar el poco tiempo que íbamos a estar juntos.

Chapter 9. Gabriel.
"2 Diciembre de 1988.
Hoy han pasado cosas muy extrañas durante el transcurso del día; pensaba que iba a ser una solitaria jornada más en la aburrida y triste residencia de los Cameron, pero al cruzar la calle que daba al Instituto dos hombres se me acercaron, uno de ellos de mi edad: Matt, y otro vestido con una capucha del cual solo he podido ver que tenía los ojos azules, su nombre era James; me han confirmado lo que ya sospechaba, sé precedir la muerte de otras personas. James me ha tocado y me ha explicado de qué trataban exactamente las visiones que llevo teniendo desde hace un tiempo sobre un chico llamado Billie Joe..."
Iba a llegar tarde al Instituto así que dejé de leer el diario de Jane y una vez lo metí en la mochila me puse en camino hacia el viejo edificio. Hacía un día bastante penoso, no hacía más que lloviznar y eso me deprimía un poco, nunca antes lo había hecho pero ahora la lluvia me deprimía más que nada en el mundo. De camino al Instituto comenzó a llover con más fuerza aún que cuando había salido de casa y comencé a mojarme poco a poco, pero al cruzar la esquina de la calle Matt me alcanzó y me tapó con su paraguas, mi primo había cambiado de aspecto, ya no parecía un adolescente de mi edad, como podía cambiar su aspecto a su antojo ahora se había hecho más alto, incluso creo que tenía menos músculos antes, su pelo es entre rubio y moreno, y sus ojos ahora son de un extraño color verde, me sonrió ampliamente al ver que yo me había dado cuenta de que se veía distinto.
- ¿Y ahora qué vas a hacer? No puedes ir a mi clase porque ya no pareces un adolescente, y sin embargo vienes conmigo al Instituto.
- James me ha conseguido trabajo como profesor de música, no te vas a deshacer de mí tan fácilmente -contestó sonriendo aún más si eso era posible.
- Como te envidio... -comenté resoplando.
- ¿Por qué? -se detuvo y se quedó mirándome detenidamente.
- Por poder cambiar de aspecto cuando quieras.
Hacía pocos días que me habían contado que tanto Matt, como James, Gabriel, Johnny e incluso yo éramos una de las primeras especies que poblaron la tierra, ángeles. Todos mis amigos tenían más de doscientos años, y por ello podían cambiar de aspecto como se les antojara, para no desentonar en el mundo moderno; pero yo, por mi parte, no podía hacerlo, no había crecido lo suficiente, todavía era, en cierto modo, humana, hasta que no cumpliera los diecisiete años -la mayoría de edad de un ángel- no sería un ángel completo, no podría cambiar de aspecto para parecer más joven, no podría ser casi inmortal, es decir, iba a seguir siendo humana y me podrían matar simplemente con una pistola, algo que ni a Matt ni a ninguno de los demás podría causar daño.
Pero no podía malgastar mi tiempo maldiciendo y sintiéndome mal por mi misma por ser tan poco resistente, simplemente debía de seguir con mis estudios, con mi vida de humana normal y corriente, y esperar a que llegase el día de mi decimoséptimo cumpleaños.
Cuando llegamos a la verja que indicaba donde estaba mi Instituto Matt se paró de repente, se giró hacia mí y me miró con ojos críticos, no sé por qué pero esa nueva mirada procediente de ese nuevo cuerpo me resultaba algo incómoda, como si fuera la primera vez que tenía al chico a mi lado. Cuando noté su rostro cercano al mío casi se me saltaron los colores de la cara, y si lo hicieron Matt no dio muestras de haberlos visto aparecer, siguió a lo suyo, llevó sus manos a mi pelo y deshizo mi coleta dejándome que el cabello suelto chocara contra mi rostro, sonrió satisfecho de lo que había hecho.
- Así te queda mucho mejor -comentó sin dejar de sonreír un solo momento.
Varias chicas de un curso más que yo pasaron por nuestro lado y se nos quedaron observando un momento antes de seguir su camino al interior del patio del Instituto.
- Gracias -le dije al que ahora iba a ser mi profesor de música.
- Nos vemos a las doce y media en clase -contestó él sonriendo y marchándose a la sala de profesores.
Yo seguí mi camino hacia mi salón pensando en lo extraño que estaba ahora mi supuesto primo; antes no me hablaba como ahora, no se había acercado a mí en ningún momento cuando estábamos en clase y hacía como que yo no existía, como todos los demás, pero ahora había cambiado a la vez que su aspecto, me había resultado extraño pero se sentía bien sabiendo que ya me tomaba un poco más en serio.
A la que doblé la última esquina del pasillo del Instituto que me llevaba al lugar donde iba a ser mi primera clase del día Jennifer, una de las chicas más pijas y populares del Instituto que siempre se metía conmigo y que momentos antes me había mirado mal cuando estaba con Matt, me salió al encuentro, hoy iba vestida de una forma especialmente chillona -ya muy normal en ella- gracias a la cual parecía más pija de lo que ya sabíamos todos los alumnos que era. Se colocó bien su pelo rubio detrás de sus perfectas y pequeñas orejas y comenzó a hablarme con cierto punto de burla en su voz, no le hice caso y entré a mi clase sentándome en uno de los asientos más alejados de mis demás compañeros y abrí mi mochila sacando mis libros de Física y Química.
Las primeras clases del día se pasaron sin ningún encuentro embarazoso con Jennifer, fue después de la última cuando los problemas aumentaron. Salía de mi clase tranquilamente deseando llegar a casa con James cuanto antes para seguir con mis clases para aprender a cerrar la mente, una vez llegué a la puerta de la salida me topé con ella, sus dos otras amigas y los amigos de su novio y me taponaron el paso, no me dejaban salir, Jennifer y las otras se habían colocado delante de la puerta, y los amigos del novio de la "líder" se acercaron peligrosamente a mí, vi su intención en sus ojos, sabía lo que me esperaba, siempre era lo mismo, me comentaban algo que no tenía nada que ver conmigo y luego comenzaban a pegarme puñetazos donde primero pillaban, había a veces en las que no me hacían daño porque pensaban que pegar a una chica era algo malo, pero hacía unos cuantos días que esa época de dejarme en paz había pasado, y volvían a lo de siempre, pegarme sin importarles a quien estaban pegando. Mas esta vez fue diferente, no habían calculado bien, todavía quedaba un adulto en los pasillos del colegio, el profesor de música, es decir Matt, aun así se las arreglaron para pegarme un primer puñetazo en el estómago haciéndome caer al suelo, odiaba mi debilidad, odiaba que al primer ataque me quedara K.O., y no entendía qué había hecho para merecer que se metieran conmigo siempre. Yo seguía en el suelo esperando a que Hugh y los demás me dieran la primera patada cuando vi por el rabillo de mi ojo izquierdo una sombra en el piso que se acercaba a donde estábamos.
- ¡Eh! -reconocí su voz enseguida -. Dejadla en paz que no os ha hecho nada.
- ¿Quién te crees tú que eres? -ese había sido Joe, el más gordo de los cuatro amigos.
- Alguien que puede haceros mucho daño si no os vais ya.
- Qué te lo crees tú.
Observé como todos pasaban de mi y acorralaban a Matt, cuando el ángel se preparó para luchar alguien, supuse que fue Lawrence, detuvo a los chicos pidiéndoles que se fueran de aquí, y asombrosamente hicieron caso.
Una vez que todos ya habían huido cada uno a su casa intenté levantarme del suelo sin mucho éxito, y Matt me ayudó a conseguirlo agarrándome fuerte de los brazos, y sin comentar nada y todavía agarrándome fuerte comenzó a correr con todas sus fuerzas hacia casa de James; otra de las ventajas de ser un ángel es que pudes correr a una velocidad que los humanos jamás podrían soñar tener. En menos de cinco minutos Matt había aminorado la marcha y había llegado a la puerta de entrada de nuestra casa. Me colocó en el suelo ya que me había cogido en brazos y abrió la puerta de la entrada sujetándome de un brazo. Me llevó hacia la cocina donde estaban James y Gabriel quienes se giraron al oírnos entrar, me sentaron en una de las sillas que había alrededor de la mesa, me dolía el pie a causa de que había caido mal cuando me pegaron.
- ¿Te duele mucho? -preguntó Gabriel observándome con sus ojos azules.
- Bastante -contesté haciendo una mueca de dolor al notar como me movía el pie hacia la izquierda.
- Lo tienes hinchado, con esto servirá.
Y se puso a hablar en un idioma que yo no entendía mientras movía las manos de una forma muy extraña, un rayo de luz azul que prodecía de su mano izquierda me chocó en el pie. Milagrosamente ya no me dolía al moverlo. Miré al hombre de pelo medio gris medio blanco asombrada por lo que acababa de hacer, él volvió a observarme con sus ojos azules.
- ¿Cómo lo has hecho?
- Si quieres te puedo enseñar -comentó sonriéndome.
- Si no es molestia -me sentía un poco insegura, no quería que se molestara por mí.
- Me harías un favor.
- No sé...
- Por favor -pidió.
- De acuerdo, ¿cuando empiezo?
- Mañana, si te viene bien, claro -propuso sin dejar de sonreír un solo momento.
- Gracias.
Una vez Gabriel se fue de la cocina, y supuse que también de la casa, James comentó que Gabriel nunca había pedido nada por favor, que era la primera vez que le oía decir esa palabra en todos los años y siglos que llevaba trabajando con él. Yo me encogí de hombros, no me importaba, es más, me sentía alagada de que yo hubiera sido la primera persona a la que le pedía algo por favor.
Después de ese comentario sobre nuestro jefe, James insistió en que era hora de que comenzáramos con la clase para cerrar la mente.

Chapter 10. El nuevo.
Billie y yo habíamos salido a dar una vuelta por Oakland después de que hubiera acabado con la sesión con James, era algo cansada la clase, eso de esforzarte por cerrar la mente para que no consiguiera leerme los pensamientos más profundos de mi interior, mis dudas sobre Johnny y Billie, y sobre todo el extraño sentimiento de conexión que sentía con mi protegido, era costoso y algunas veces hasta necesitaba descansar durante varios días y no ir al colegio, pero esta vez había sido muy diferente, según James ya había aprendido a cerrarla por completo y por eso ya no me cansaba tanto como en el principio, y había comentado algo sobre de que el siguiente paso era aprender a disparar. ¿Disparar?, había preguntado asombrada. Sí -me había contestado él y me enseñó su pistola-, tanto Matt, como Gabriel, como yo tuvimos que aprender a usar estas armas mundanas para protegernos de los que están encontra nuestro, a nosotros no consiguen hacernos daño, pero entre ellos hay humanos y por ello necesitamos las pistolas, y tú tienes que aprender a usarlas también, así que yo te tengo que enseñar.
Cuando se lo expliqué a mi nuevo amigo, él se quedó un poco alucinado, como yo me había quedado cuando James me lo había dicho.
- ¿Sólo tienes dieciséis años y ya te empiezan a enseñar a usar armas? -me preguntó, estaba algo preocupado por algo que yo no entendía, al menos por ahora, pero no pregunté porque sospechaba que era algo sobre Jane y su muerte.
- No me va a pasar nada... Tranquilo.
- No sé si creerte... No quiero... -pero se calló de repente. No le forcé a que acabara la frase, sabía lo que seguía.
- Hazme caso... Soy más fuerte de lo que crees.
- Por favor, prométeme que vas a tener cuidado -me pidió mirándome a los ojos, no pude decirle que no a esos ojos verdes.
- De acuerdo, lo prometo.
Me abrazó con fuerza sorprendiéndome y causándome de nuevo ese tipo de conexión extraña. Le seguí el abrazo cerrando los ojos.
- ¿Qué os creéis que estáis haciendo? -esa voz, Johnny.
Observé al recién llegado cuando Billie Joe me soltó, me puse de pie sin dejar de mirarle a los ojos, estaba enfadado por algo que seguramente eran celos, se le notaba en los ojos, nunca antes los había visto de esa forma, era como si le saltaran rayos rojos de ellos; lo que luego iba a descubrir que de verdad eran rayos rojos lo que creí ver ese día saliendo de sus ojos.
Johnny se acercó un poco más a donde yo estaba de pie, noté como Billie Joe se movía inquieto en el banco detrás de nosotros, y por el rabillo de mi ojo izquierdo vi como se levantaba de su asiento.
- Victoria, nos vemos mañana, ¿de acuerdo? -dijo mi amigo.
- O.K.
El recién llegado ni siquiera observó a mi protegido irse, estaba enfadado y sobre todo con él, aunque conmigo también lo estaba. Cuando Billie Joe desapareció de nuestra vista Johnny comenzó a hablar de nuevo medio gritándome.
- ¿Qué mierda hacía ese?
- Abrazarme -dije seca, cómo si no fuera obvio.
- ¿Y por qué lo hacía?
- Déjame en paz, anda.
Odiaba que me controlaran, y más si el que lo hacía era él.
- No te dejo en paz porque sé que algo está pasando.
- Estás loco.
- ¡No me digas que estoy loco! -ahora comenzó a gritar.
Intenté irme de allí, no quería discutir, y menos con él, pero Johnny me lo impidió agarrándome con fuerza el brazo, cada vez apretando más, haciéndome más daño. Nunca podía haber llegado a pensar que detrás de esa apariencia, ese rostro amable, se escondiera algo tan oscuro, y tan insensible, nunca antes me había tratado así, nunca antes me había gritado como hasta ahora.
La presión de su contacto con mi brazo cada vez era más fuerte, intenté sacudir su mano pero no lo conseguí, no podía deshacerme de esa presión, no al menos en el primer intento; cuando lo intenté una vez más conseguí sacar mi brazo y salir corriendo con todas mis fuerzas lejos de él. Sin poder evitarlo me tropecé con mi propio pie y me caí al suelo en el mismo momento en el cual se ponía a llover con fuerza. No pude levantarme así que rodé por el suelo hasta llegar a uno de los portales vacíos, una vez en uno de ellos resguardada de la lluvia conseguí ponerme de cuclillas, apoyé mi cabeza en mis piernas y cerré los ojos escuchando la lluvia caer al otro lado del portal. Mientras me esforzaba por no comenzar a llorar recordé una de las páginas más extrañas que había leído en el diario de Jane, la última que había escrito:
"17 Febrero 1989.
Un nuevo chico misterioso ha aparecido hace poco en casa de James, decía llamarse Johnny, nunca antes lo había visto, pero tanto James como Matt lo conocían, no parecía mal chico, al menos no en apariencia, incluso noto como me mira interesadamente cada dos por tres.
Anoche me lo encontré cuando volvía del baño de lavarme los dientes, me ha parado y me ha preguntado algo sobre Billie Joe y yo, insinuaba que mi protegido y yo teníamos algo, no le he contestado, pero mi enrojecimiento en la cara lo ha descubierto todo, espero que no se lo cuente a nadie, o porque si no tendré serios problemas con los "Black Roses"...
Ahora son las siete de la mañana, apenas he conseguido dormir, los gritos en la habitación de al lado no me han dejado, algo extraño le había pasado a Matt, creo que James lo ha solucionado; hace un tiempo que me siento observada, no sé quien es, ni siquiera si es real, tengo algo de miedo. Al final he optado por salir a desayunar, hoy es el cumpleaños de Billie y le había prometido que iba a celebrarlo con él y sus amigos, James y Matt también estarán, y creo que también estará el nuevo... Algo me dice que nada va a ser igual que antes..."
- Disculpa.
Alguien me estaba llamando, sabía que era a mí, no podía ser a nadie más, así que levanté la cabeza de mis rodillas y observé al recién llegado, iba vestido de negro, con un gorro en la cabeza del mismo color, llevaba una melena algo larga y sus ojos eran de un extraño color gris, por una extraña sensación en mi cuerpo supe que era parecido a lo que yo, el hombre misterioso al cual no había visto en mi vida me observaba respirando tranquilamente y con atención, demasiada, diría yo. Cuando vió que no contestaba volvió a hablar él.
- ¿Te encuentras bien? -como si le interesara.
De todos modos contesté:
- Sí, ¿quién lo pregunta?
- Mi nombre es Angelo, y estoy buscando la casa de un hombre llamado James -contestó, y por la cara que debí de poner supo que conocía a la persona de la que me estaba preguntando -. ¿Y tú eres?
- Victoria.
- ¿Me puedes llevar?
- Claro -dije sin pararme a pensar en que podía ser uno de los malos.
Me ayudó a levantarme y luego me preguntó por qué estaba tan sucia, le contesté con evasivas y no volvió a preguntar, si no llega a ser porque ya había aprendido a cerrar la mente del todo hubiera pensado que el nuevo me la acababa de leer.
Comenzamos a andar uno al lado del otro sin hablar tan siquiera un poco. Yo tenía la certeza de que el hombre sabía todo acerca de mí, de quien era yo y de por qué conocía a James, tal vez lo decía su lenguaje corporal o había sido aquel brillo extraño en sus ojos grises, el mismo brillo que había visto en los ojos de Johnny aquella tarde, pero esta vez no era un brillo de enfado si no un brillo de reconocimiento.
Caminamos unas cuantas cuadras, exáctamente cuatro, y llegamos al lugar donde llevaba viviendo el último mes, llamé a la puerta de la casa ya que no había llevado llaves al encuentro con Billie Joe, fue el nuevo aspecto de Matt quien nos abrió.
- Llegas bastante... -se cayó al darse cuenta de que no estaba sola -. Angelo, ¿pensábamos que llegabas mañana?
- Vosotros... ¿o-os conocéis? -ahora la que estaba sorprendida era yo.
Al fin y al cabo parecía que yo no me había confundido al creer que no era uno de los otros, y que el brillo extraño que había notado había sido de verdad... Y a partir de ahora todo iba a ser más caótico que antes... Si eso era posible, claro.

Chapter 11. An strange feeling.
Observé como Matt se llevaba a Angelo al despacho de James, me pidió que le esperara en mi cuarto que debía comentarme algo, supuse que era sobre las clases que Johnny le había pedido que me diera. Le hice caso y me dirigí a mi pieza, cuando llegué me encontré con que Gabriel me esperaba sentado en la cama, a la que abrí la puerta me sonrió mientras se levantaba. Lo observé sorprendida de que estucviera allí dentro.
- La clase no es hasta mañana -le dije a modo de saludo.
- Lo sé. Pero no vengo a hablarte sobre eso, lo que quería comentarte era que Angelo ha venido como otro de tus profesores, forma parte de nuestra organización, es uno de los pocos que hay entre nosotros y como es el más joven de todos y está más acostumbrado a los humanos lo hemos elegido para que te hable sobre los que son como él, y están en el bando contrario.
- ¿Es uno... de ellos?
- Sí, pero no te preocupes, Victoria, es de los nuestros. Sólo decirte eso, Matt ahora te contará lo demás.
Nada más irse Gabriel llegó Matt quien sonrió y cerró la puerta detrás de sí, se acercó a mí y se sentó en la silla que usaba en el escritorio. Yo me coloqué cerca de él en el borde de la cama y observé mi mano derecha y el tatuaje de la rosa negra, algo me pasaba, no podía levantar la vista, era como si el nuevo aspecto de mi supuesto primo me pusiera nerviosa, como si tuviera vergüenza de mirarle a la cara.
- ¿Te pasa algo, Vic? -preguntó Matt preocupado.
- No, naada... ¿Qué querías?
- Decírte que hemos descubierto algo sobre Johnny -comenzó tranquilamente.
- ¿Algo sobre qué?
- No es quién dice ser, no sabemos como se llama de verdad, ni dónde está el verdadero Johnny, pero el hombre del que te enamoraste y el mismo que dijo que éramos parientes no es quien dice ser -siguió comentando consiguiendo que me comenzará a poner nerviosa -. Todo lo que hizo, dijo o comentó durante el tiempo que estubo entre nosotros es mentira, sólo quería conseguir información sobre nosotros.
No podía creer lo que mis oídos estaban oyendo, no podía creer que todo lo que Johnny, o como se llamara, sentía por mí fuera mentira, no podía creer que me hubiera usado de esa forma, sólo por conseguir información sobre las personas con las que yo estaba viviendo. Intenté que lo que Matt me acababa de decir no me afectara, o que no se notara que lo había hecho, pero no pude, solamente el pensar que mi vida había estado en peligro, y que todo lo que yo había creido que compartía con Johnny era mentira, una sucia y asquerosa mentira.
- Victoria, lo siento de verdad, sé que todo esto es muy duro de aceptar, pero debemos acabar con Johnny, y protegerte de él -dijo acercándose a mí y abrazándome fuerte -. Por eso mismo mañana debemos irnos de la ciudad unos días, tú y yo. Sé que es una solución un tanto radical, e inesperada, pero es la única que tenemos por ahora.
- ¿Y Billie... quien lo va a proteger hasta que todo se solucione? -pregunté, no quería correr ningún tipo de riesgo y mucho menos que Billie Joe muriera por mi culpa y la de Johnny.
- Angelo estará con él, no le pasará nada, Angelo es uno de los mejores demonios que tenemos entre nosotros, lo cuidará muy bien.
- De... acuerdo.
Matt me dejó sola, sola con mis pensamientos, al día siguiente tenía clase, y encima luego nos íbamos a ir a no se sabía donde, el día siguiente iba a ser el más largo de toda mi vida, lo presentía, por eso, mi razón me decía que debía dormir, pero mi cuerpo me pedía que me ocupara de otra cosa, que me mantuviera despierta durante la noche, que algo malo iba a pasar, no entendía qué era lo que me estaba pasando, primero veía los rayos rojos saliendo de los ojos del supuesto Johnny, luego el sentimiento extraño al conocer a Angelo, más tarde no podía levantar la mirada hacia los ojos de Matt y ahora sentía un peligro inminente. Mis sentidos estaban revolucionados y era por algo que no entendía.
Comencé a dar paseos por mi habitación pensando en algo que hacer durante la noche, al final opté por salir fuera y ver quién estaba despierto. Todos los pasillos estaban desiertos y las habitaciones igual, hasta que llegué a una sala que no había visto en mi vida, la puerta estaba entre abierta y dentro de la habitación se oía un sonido parecido al de una espada atacando contra algo, me acerqué a la puerta entre abierta y me quedé observando al demonio que se entrenaba con la espada, Angelo, le miré atacar todo el rato a un maniquí que mágicamente recuperaba su forma normal cuando el filo de la espada del demonio chocaba contra él y le producía un pequeño corte. Observé sorprendida como Angelo manejaba la espada, su velocidad al atacar una y otra vez, su resistencia. Estaba tan centrada y tan embobada mirando como luchaba el nuevo que cuando paró de atacar al maniquí no me dio tiempo a desaparecer de ahí y Angelo me pilló, quien sonrió ampliamente al descubrirme.
- ¿Qué, te gusta? -preguntó de repente cerca de mí.
No conseguí contestar nada, tenía su rostro tan cerca de mí que me paralizaba a la hora de hablar y de pensar en qué decir.
- Victoria -era una segunda voz, Matt.
- ¿Si?
- Tenemos que hablar, si no te importa, claro.
- No, no... Mejor... -dije medio tartamudeando y dándome la vuelta hacia Matt.
Fuimos a su cuarto, Matt cerró la puerta y se sentó conmigo en su cama.
- Mañana te recogeré antes del primer recreo, los del colegio piensan que te tengo que llevar a Berkeley a visitar a mi padre, es decir, tu supuesto tío durante un tiempo, así que diez minutos antes de que acabe la segunda clase del día tienes que salir por la puerta, no podemos correr el riesgo de que "John" te vea marcharte conmigo y comience a darse cuenta de lo que está pasando, intenta evitarle durante toda la mañana, y todo saldrá bien, ¿de acuerdo?
- O.K. -dije volviendo a mirarme la mano como había hecho por la tarde en mi habitación.
- Ahora debes ir a dormir.
- Matt -conseguí decir a duras penas, el chico me miró interesado -. ¿Puedo quedarme a dormir hoy aquí, contigo?
- ¿Y eso?
- Presiento que algo malo me va a pasar si me quedo en mi cuarto sola, y contigo me siento más segura.
- Cómo quieras.
Le dí un beso en la mejilla y me acosté en la cama como él me indicó. Segundos después apagó la luz y se metió conmigo en la cama tapándonos con las sábanas. Me acurruqué al lado de la pared intentando no molestar a Matt.
- Vic -oí como me llamaba.
- ¿Sí?
- Puedes acercarte si quieres, no te voy a comer.
- Prefiero no hacerlo -dije notando como mis mejillas se sonrojaban en la oscuridad.
- Cómo quieras, yo estaré aquí toda la noche.
- Matt, gracias por dejarme que me quede aquí.
- De nada, Vic.
- Oye, una pregunta que llevo deseando hacerte desde hace un rato.
- Dispara -dijo mientras giraba su cuello y me miraba con sus ojos verdes.
- ¿Somos primos, o eso también fue una mentira? -me puse nerviosa por la posible respuesta afirmativa de Matt.
- Fue una mentira, ¿por qué quieres saber eso, ahora?
- Porque -ahora sí que estaba nerviosa, deseaba decirle esto desde que me había salvado de los amigos de Jennifer -, lo preguntaba porque...
- ¿Sí?
Él lo presentía, y yo sabía que él lo presentía, no podía estar tan ciego como parecía, mi nerviosismo cuando hablábamos debía de haberme descubierto.

Chapter 12. The chaos begins.
Al final había conseguido quedarme dormida, seguramente gracias a que Matt estaba tumbado a mi lado, él no necesitaba dormir así que supuse que había estado toda la noche velando mi sueño, seguramente había estado pensando en todo lo que habíamos hablado antes, todo lo que le había confesado. Por mi parte, había vuelto a tener una visión sobre Billie Joe, esta vez, sin embargo, nadie le atacaba ni le intentaba matar, también salían Angelo y James quienes intentaban explicarle por qué debía de irme con Matt a una casa lejos de la ciudad. Era la primera vez que no veía muerte ni destrucción, así que eso debía de significar algo importante. Gabriel ya me había comentado que mis poderes iban a comenzar a aumentar poco a poco, así que decidí contárselo luego a Matt.
Cuando me desperté a la mañana siguiente descubrí que Matt ya no estaba a mi lado, me levanté deprisa de la cama y salí al pasillo exterior, el nuevo demonio caminaba hacia la cocina, se me quedó observando a la que pasó delante de mí y me indicó que le siguiera, le hice caso, por experiencia sabía que era mejor no llevarle la contraria a un demonio, por muy bueno que otras personas te hayan dicho que es. Le seguí a una prudente distancia mirando hacia el suelo como si temiera que se diera la vuelta y me degollara ahí, pero nada de eso pasó, simplemente se quedó parado de repente y como no le había visto pararse me choqué contra su espalda, sus alas vibraron como con irritación a causa del golpe. No dije lo siento cuando choqué, me había quedado observando las dos cascadas negras que le caían por la espalda, las alas, era la primer vez que las veía, al parecer era verdad que comenzaban a aumentar mis poderes. El demonio no comentó nada, fue entonces cuando ví que Matt estaba delante nuestro (la verdadera causa de la irritación del demonio nuevo), al contrario que las de Angelo, las alas de Matt eran dos cascadas de luz bastante brillantes, observé que también vibraban con irritación. Unos pocos minutos después de completo silencio Matt me dijo mentalmente que no debía ir a clase y que fuera al garage a eso de las once de la mañana. Le observé irse dirección a su cuarto y con Angelo seguimos andando hacia la cocina. Hasta que no entré por la puerta no me di cuenta del hambre que tenía, al menos mis necesidades humanas seguían intactas. Me preparé un gran bol de cereales mientras escuchaba atenta a lo que el demonio me estaba comentando, su voz era profunda y se notaba que fumaba o que había fumado mucho durante su longeva vida, y eso por alguna extraña razón me atraía más aún del demonio, más aún que por el simple hecho de eso, de ser un demonio, más aún que por el color gris mezclado con el usual tono rojizo de los demonios, y más aún que por su pelo medio largo y revuelto...
- ¿Quieres empezar hoy y así matamos el tiempo mientras llega la hora de irte o lo dejamos para cuando vuelvas? -me dijo consiguiendo que colocara los pies en la tierra y dejara de imaginarme cosas raras con él.
- Bueno, de todas formas tendré que entretenerme con algo, ¿no? -comenté terminando de beberme la leche fría -. Empezamos hoy.
A eso de las diez y media Angelo me dejó ir a duchar y a preparar para el viaje. Notaba todo el cuerpo dolorido, los brazos no se movían aunque lo intentara con todas mis fuerzas y las piernas me pesaban como dos toneladas cada una, por no hablar de cuánto me dolía la maldita cabeza, notaba el latido de mi corazón en la sien y toda la cara roja y caliente. La ducha no consiguió mejorar mucho el dolor pero la sensación de calor sofocante se había pasado milagrosamente. A la que salí del cuarto de baño, ya vestida con ropa limpia y una toalla en la cabeza, me encontré con Matt quien insistió en acompañarme a mi habitación.
Cuando acabamos de hacer mi maleta mi amigo me sonrió misteriosamente y yo me puse nerviosa.
- ¿No quieres comentarme nada? -pregunté sin dejar de mirarme un solo momento.
- No, que yo sepa, no...
- Bueno, hay otro cambio de planes -comentó con un rápido giro inesperado en el tema central de la conversación -. Debemos aparecernos.
- ¿Y eso qué es?
- Teletransportarnos.
- ¿Y eso cómo va? -pregunté, en ese preciso instante me sentí la chica más estúpida del planeta tierra.
- Solo hay que cogerse de la mano y lo demás lo hago yo.
Le di la mano como me había dicho y, a continuación, pronunció unas extrañas palabras en el idioma demoníaco, luego una pequeña sensación de asfixia y aparecemos en otro lugar. Estábamos en un salón-cocina, en el cual el único sofá rojo miraba a una chimenea y en el otro lado había colocadas una mesa con sillas y la cocina tradicional que tenía mi abuela materna en su casa.
Matt parecía no estar afectado por el viaje tan extraño que habíamos tenido, pero yo estaba mareada y tenía ganas de vomitar, me senté en el sofá a esperar a que se me pasara un poco. Mi acompañante me preguntó si necesitaba algo, le dije que no, que lo único que quería era descansar ya que tanto el entrenamiento con Angelo y el teletransporte me habían cansado bastante.
- Voy a proteger la casa y enseguida vuelvo, puedes leer un rato si quieres -me dijo antes de salir por la puerta -. No tardo nada.
Cuando ya sentí la cabeza despejada y mi cuerpo me dejaba moverme con facilidad me levanté del sofá rojo para inspeccionar un poco la casa, enseguida descubrí que era un poco pequeña, el salón-cocina era la habitación más grande de todas, solo había un cuarto de baño y una habitación con dos camas y un armario.
Volví a la habitación principal y rebusqué entre los libros, encontré The catcher in the rye uno de los libros que nos habían mandado para leer en la escuela, no me había dignado a comprarlo y sorsupuesto ni lo había comenzado a leer, pensé que tal vez era el momento de hacerlo, lo cogí y me senté en el sofá después de encender fuego en la chimenea (uno de los pocos hechizos que Gabriel me había enseñado) comencé a leer el libro.
No se cuánto tiempo pasó desde que Matt se había ido, el libro me había embobado desde el primer momento y todo se había pasado muy rápido. Mi amigo se colocó a mi lado en el sofá y yo dejé de leer para observarle como él me estaba observando a mí, sus ojos verdes brillaron igual que siempre.
- ¿Has encendido tú el fuego? -preguntó por romper el hielo de alguna forma poco brusca.
- Sí, Gabriel me enseñó el otro día. He estado práticando mucho desde entonces.
- Oye, respecto a lo que me dijiste el otro día...
- No hace falta que digas nada, estoy hecha un maldito lío, no te molestes, ¿de acuerdo? -me había puesto nerviosa como siempre me pasaba.
- Billie, ¿no?
- Yo... sé que está prohibido y esas cosas pero...
- Ey. No te preocupes, en serio. Yo también tengo parte humana, ¿sabes? Y también pasé por lo que tú.
- Pero no lo entiendes, todo el que se mete conmigo acaba mal -estaba medio llorando y no sabía exáctamente el por qué.
- Vic, de verdad que no pasa nada.
Me di cuenta de que sus alas vibraban algo nerviosas, que sus ojos verdes brillaban más de lo que nunca les había visto brillar, y que poco a poco sus labios se iban acercando a los míos, no me moví, no quería moverme, quería que sus labios siguieran avanzando hasta que chocaran con los míos, necesitaba sentirlos; siempre había sido una presa fácil y ahora entendía el por qué, pero no me importó -y eso que me estoy llamando puta a mí misma-. Por fin los labios de Matt estrecharon los míos en un suave y tierno beso que a medida que pasaban los segundos se convirtió en uno lleno de fuerza, ese beso consiguió que dejara de sentir el cuerpo helado, hizo que mi temperatura corporal aumentara peligrosamente. En ningún momento le pedí que parara, ni siquiera cuando se separó de mí y se levantó del sofá tendiéndome la mano primero, ni cuando llegamos al único cuarto con cama, tampoco cuando, sin poder evitarlo, estábamos el uno encima del otro, y mucho menos cuando seguimos más, mucho más. Necesitaba aquello, lo necesitábamos los dos, y lo sabíamos, lo noté por cómo reaccionó mi cuerpo, mucho mejor que cuando lo hice con Johnny, muchísimo mejor, más placentero y mucho más largo, un sentimiento difícil de explicar que me recorría todo mi cuerpo al igual que lo estaba recorriendo Matt.
Oí voces en el exterior, voces cabreadas, muy cabreadas, reconocí la voz de Matt y la de Angelo. Salí de la cama al exterior. Tanto el demonio como el ángel estaban gritándose y entre todo ese alboroto estaba un chico moreno y de ojos verdes, Billie.
- ¡¿Pero no te das cuenta de que os han podido seguir?!
- ¡¿Y qué querías que hiciera, dejar que mataran al chico?! -el que gritaba ahora era Angelo.
- Haber pedido ayuda a Gabriel o a James, pero no venir aquí donde está Victoria, la buscan también a ella, no solo a Bill...
Un ruido del exterior hizo a Matt callarse y a los demás pegar un salto asustados, alguien estaba intentando entrar pero los hechizos protectores de Matt no le dejaron, pero solo por ahora. En el peor de los momentos una visión vino con fuerza a mi mente, demonios entrando en la casa, demonios que querían acabar conmigo y matar a Billie Joe, demonios que atacaban a Matt y a Angelo. Cuando volví le dije al ángel lo que acababa de ver, después de un momento en el que Matt pensaba que hacer me explicó el plan que se le acababa de ocurrir.
- Llévate a Billie, el armario de la habitación es un portal, corred siempre al frente y esquivad las ciudades, Angelo y yo iremos enseguida.
- Pero... -comencé pero Angelo no me dejó acabar.
- Hacedle caso -de nuevo un golpe en la puerta -. Es la única solución, vosotros dos sois más útiles vivos que muertos, y nosotros por el contrario no importamos tanto. No dejaré que le hagan daño, Victoria -eso último me lo dijo sólo a mí en bajo.
Estuve por decirle que ya estaba más tranquila si le cuidaba él pero no era momento para chistes, los demonios habían conseguido entrar y tuve que llevárme a Billie dentro del armario. Un precipicio se abría ante nosotros sin dejarnos tiempo para reaccionar, comenzamos a caer lentamente hasta que chocamos con la arena de una especie de desierto extraño. Billie se levantó y luego me ayudó a levantarme.
- ¿Dónde estamos? -preguntó cuando nos limpiamos la arena de la ropa.
- Ni idea. Será un portal mágico de estos que te llevan a otro lugar.
- ¿Y qué vamos a hacer?
- Nos han dicho que andemos hacia el frente -comenté encogiéndome de hombros.
Comezamos a andar, la arena del desierto se nos metía en las zapatillas y nos entorpecía el camino. A mí el calor no me afectaba y por tanto no veía espejismos, pero Billie Joe era otra cosa, insistía en que veía oasis donde no había y que tenía mucho calor y por tanto mucha sed.
-¡Tienes una botella! -exclamé cuando mi protegido se tiró al suelo cuando la noche nos alcanzó y decidimos hacer un alto en nuestro camino.
- Sí, eso parece... -contestó sentándose.
- Me lo podías haber dicho.
- ¿Y eso qué iba a cambiar? No tiene agua.
- Puedo llenarla con magia, Bill, me sé el encantamiento necesario para conseguirlo.
Le llené la botella unas cuantas veces hasta que ya estaba saciado del todo.
- ¿Te he dicho ya cuánto te quiero?
Sin poder evitarlos mis mejillas se encendieron, pero él no lo notó gracias a la oscuridad de la noche.
- No sabes lo bien que usa la espada ese tipo... El nuevo.
- Sí, lo sé. Es mi nuevo profesor -le dije y él asintió.
- Es muy bueno, aprenderás bien.
- Lo sé.
Mi impaciencia comenzaba a ganarme, no podía dejar de ponerme en lo peor, y si nos quedábamos Billie y yo en ese mundo para toda la vida, y si los demonios habían acabado con los chicos... No teníamos noticias, y la noche cada vez se hacía más fría hasta tal punto que Billie comenzaba a tener demasiado frío, no podía hacer fuego ya que no había con qué hacerlo, le dejé mi chaqueta pero no le hizo mucho.
Y justo en el momento en el que ya no podía ponerme más nerviosa llegaron los que faltaban, lo que no sabía era que uno de nosotros no iba a sobrevivir mucho tiempo más... Se habían traído a los demonios con ellos y debíamos abrir otro portal lo más rápido posible sin poder evitar que uno de nosotros cayera herido de gravedad.

Chapter 13. Time of dying.
No lo conocía demasiado, casi nunca nos habíamos dedicado una sola palabra hasta el día en el que Johnny -perdón Jack- no había ido al colegio. Y ahora que por fin nos conocíamos de verdad ya no estaba. Le habían atacado y ahora estaba muerto. Muerto por mi culpa, muerto por intentar protegerme, muerto... Esa palabra se repetía todo el rato en mi cabeza sin dejarme dormir, sin dejarme pensar en otra cosa que no fuera en él...
Ahora estaba arrodillada encima de mi cama con mis brazos rodeando mis piernas, y mirando por la ventanta con la mirada perdida en el sol que comenzaba a desaparecer en el horizonte. Una lágrima recorrió mi mejilla en cuanto la luna se hizo ver, redonda, brillante pero que para mis ojos solo era un círculo blanco en el cielo. Me eché en la cama tapándome un poco con las sábanas, cerrando los ojos y quedándome profundamente dormida.
Apenas podía ver qué era lo que estaba ocurriendo cerca de mi, Billie me había cogido de la mano y nos habíamos ido lejos de la pelea, Angelo me gritaba a lo lejos que fuera abriendo un portal, que no había tiempo. Mientras tanto Matt luchaba con todos los demonios que pasaban por su lado. Mi amigo, el demonio, estaba peleando con uno de ellos mientras volaban. Billie me preguntaba con la mirada como iba a abrir un portal. Por mi parte intentaba recordar qué era lo que me había explicado Gabriel. Nunca antes había abierto uno, pero estaba segura de que podía hacerlo de todos modos. Comencé a pronunciar las palabras exactas para poder conseguirlo a la vez que intentaba que mi mente dejara de oír los gritos de la pelea. Noté como la energía de la magia llegaba a mis manos, recorriendo mis brazos por el interior, y formaba una luz cegadora delante de mí, el portal comenzó a aparecer poco a poco. A medida que el portal se completaba yo me sentí cada vez más débil, y cuando pensé que iba a desmayarme alguien me ayudó con su magia, ese alguien era Angelo quien acababa de matar al demonio con el que estaba luchando. Cuando Matt vino corriendo hacia nosotros y Billie Joe se acercaba a donde Angelo y yo estábamos usando magia, el portal estaba terminado. Del portal mágico salía un fuerte aire que hacía que mi pelo ondulara con fuerza delante de mi cara. Oí como Matt nos pedía que entráramos mientras él lo mantenía abierto. A duras penas pude negar, no quería que corriera el riesgo de quedarse encerrado en ese desierto para siempre, pero él insitió tanto que fue imposible no hacerle caso. Con los ojos cerrados y con mi brazo tapándomelos entré en el iluminado portal. A continuación, noté como caía, y antes de darme contra el suelo, la misma fuerza que me había hecho caer me mantuvo flotando unos pocos segundos para hacer la caída menos fuerte al final. Todo lo que sentí después fue el polvo entrando en mi nariz produciéndome ganas de estornudar. Y más tarde alguien gritando pidiendo mi ayuda, ese alguien era Billie Joe. Abrí los ojos poco a poco, todo estaba oscuro así que podía manternerlos abiertos sin ningún problema, fui corriendo hacia donde dos personas estaban arrodilladas sujentando a una tercerca, Matt. Observé horrorizada como la sangre del ángel caía poco a poco al suelo.
- Debemos llevarlo al hospital de Oakland -comentó Billie en bajo.
- ¿Y cómo explicamos que le han apuñalado con una espada? -preguntó Angelo negando con la cabeza.
- ¿Entonces qué podemos hacer?
- Llevarlo a nuestro hospital.
- ¿Y dónde está eso? -pregunté desesperada, estábamos perdiendo el tiempo y Matt podía morir de un momento a otro.
- Nadie que no haya estado antes puede ir, así que debemos transportarnos. Yo sé donde está.
Así que eso hicimos, Angelo nos agarró de la mano a cada uno, y Billie y yo sujetamos a Matt cada uno con el brazo que nos quedaba suelto. La misma sensación que tuve el día anterior me llenó el cuerpo, una sensación que duró más bien poco. En apenas unos segundos estábamos en una sala de hospital blanca.
Lo siguiente que recuerdo fue el despertarme en uno de los sillones que había en la sala, en frente mío estaba Matt entubado, una máquina respiraba por él. Mi mano agarraba la suya sin querer soltarle, y comenzaba a molestarme ya que se había dormido. Desvié mi mirada de mi mano y me fijé en que, ahora, milagrosamente, el ángel tenía los ojos abiertos. Lo observé con la boca medio abierta y sin apenas reaccionar. No sabía si llamar a los médicos o lo que fuera que hubiera en ese hospital. Pero tanto mi cerebro como Matt no querían que hiciera eso.
- Tenemos que... hablar, antes de... que llames a... los... doctores -me dijo mi amigo intentando hablar seguidamente sin conseguirlo.
- ¿Sobre qué?
- Vic, me... estoy... muriendo -dijo a duras penas -. Lo... estoy... sintiendo...
- No, eso no es verdad -contesté a la vez que una lágrima caía por mi ojo derecho -. No te puedes estar muriendo... Todavía debes salvarme de Jack hasta que esté muerto...
- Vic... Lo siento... Sé que es... duro -hizo una mueca de dolor al decir esto último -, pero... debes... asimilarlo... cuanto antes mejor...
- No, no puedes estar hablando en serio... No te puedes dejar vencer tan rápidamente...
Me negaba a creerlo, no podía estar muriéndose, era imposible y casi impensable. Me negaba a aceptarlo aún sabiendo que en la situación en la que Matt estaba, en ese momento, era prácticamente imposible que se recuperara. Me negaba a creer que otra vez Jack y los demás demonios volvieran a ganar. No podía aceptar que esto estaba ocurriendo... No podía, de verdad que no...
- Vicky... Prométeme una cosa... -miré al ángel a los ojos de nuevo, puesto que había bajado mi mirada para observarme las manos -. Debes... ser... feliz...
Cada vez le costaba más terminar las frases, se ahogaba enseguida, y las dejaba a medio terminar. Tenía que coger aire muy de vez en cuando y luego completar las frases. Mis lágrimas seguían cayendo a medida que Matt hablaba y que su corazón comenzaba a ir más despacio. Reprimí un gritito ahogado cuando sentí su mano aflojar la mía, cuando vi que sus ojos se cerraban poco a poco, cuando abría los labios a duras penas para decir sus últimas palabras. Esas últimas palabras se me clavaron en la memoria para siempre:
- Te... quiero -había dicho en un pequeño susurro.
Momentos después, la máquina que marcaba sus pulsaciones comenzó a emitir un potente zumbido, el zumbido que indicaba que el corazón de Matt acababa de pararse. Pocos segundos después los enfermeros intentaron revivir a mi amigo una y otra vez pero no había nada que hacer. Matt ya estaba muerto, su corazón había dejado de latir y ya no iba a volver nunca más. Mis ojos se empañaron de lágrimas y solo pude ver las brillantes y vibrantes alas de un ángel pasar por mi lado, no eran las alas de los enfermeros, eran las alas de mi ángel. Las alas de Matt.
Me desperté en sudor, y con la cara pegajosa a causa de las lágrimas que habían caido de mis ojos antes de dormirme. Me quité unos cuantos mechones de pelo que se me habían quedado pegados en la cara a causa de las lágrimas. Sin dejar de mirar por la ventana medio abierta de mi habitación de Oakland me levanté de la cama y observé la calle que se veía por ella. Abajo del todo, casi en medio de la carretera, había una persona parada mirando hacia donde yo estaba asomada. Mi cuerpo y mi mente se llenaron de un miedo irracional, luego descubrí que quien me miraba no era otro que Billie Joe. Saludé a mi amigo con la mano y él hizo lo mismo, unos segundos después me indicó que saliera fuera. Yo por mi parte le hice un gesto para que esperara mientras me cambiaba el pijama por ropa de calle. Minutos después estaba bajando por el árbol que había cerca de mi ventana. En otras circunstancias hubiera salido por la puerta principal, pero en las circunstancias en las que estábamos ahora debía bajar por el árbol -como James lo había llamado: estábamos en cuarentena-.
Con Billie Joe no pronunciamos palabra hasta que no estuvimos lo demasiado lejos de la casa que compartía con James, para que el ángel no nos viera ni nos oyera. A mi protegido se le veía algo conmocionado por la noticia de la muerte de Matt. Apesar de que no lo conocía bien sentía dolor por su muerte. Aunque sólo fuera al verme a mí así de triste. Cuando llegamos a nuestro claro favorito, donde siempre nos quedábamos a hablar, Billie me hizo sentarme en el banco que había y apoyar mi cabeza en su pecho. En esa postura era capaz de oír con total claridad el sonido de los latidos de Billie, incluso más de lo que ya los oía por el simple hecho de ser un ángel. Dejé que mis lágrimas surcaran mi rostro una vez más, dejando que calleran de mi cara a la camiseta de Billie. Mi amigo me acunó con cariño sin pronunciar ni una palabra.
Chapter 14. Judie.
- ¿¡De dónde te crees que vienes!?
La adrenalina y una sensación de absoluto miedo recorrió mi cuerpo, a la vez que un escalofrío me hizo medio temblar. Cuando me di la vuelta y noté los ojos grises de Angelo observándome me relajé un poco. Me dirigí hacia la cocina, a donde iba en un primer momento. El demonio me siguió haciéndome preguntas sobre el lugar al que me había ido.
- He estado con Billie Joe, ¿te importa? -le pregunté a la vez que cogía una taza del armario. Me dirigí a la cafetera a prepararme un café.
- Por supuesto que me importa -repuso él impidiéndome el paso -. Uno de los nuestros ha muerto, casi morimos también nosotros... Estamos en cuarentena, por si no te habías dado cuenta. ¿Qué le iba a decir yo a Gabriel y a James si te hubieran atacado?
Revoleé los ojos antes de contestarle:
- No ha pasado nada, ¿verdad? Pues deja de amargarme la mañana y déjame tomarme una taza de café. Llevo toda la noche sin dormir.
Se quitó de en medio a la vez que susurraba algo parecido a: encima que me preocupo. A continuación, se sentó en la mesa mirándome fijamente. Yo, por mi parte, llené la taza de café y leche y me senté a su lado sin mirarle en ningún momento.
Pocos minutos después de auténtico silencio James irrumpió en la habitación, no venía solo, a su lado una chica más o menos de unos veinte años esperaba detrás de él. El ángel nos saludó, y fue entonces cuando la recién llegada carraspeó.
- ¿Quién es ella? -preguntó Angelo algo desconfiado.
Lo observé a la vez que escuchaba la respuesta de James. La chica se llamaba Judie y era, por así decirlo, la sustituta de Matt. Dejé de mirar a Angelo para dirigir mi mirada a la nueva. Tenía el pelo moreno cortado a media melena, sus ojos eran de un extraño color marrón avellana, un intenso brillo rojo aparecía en ellos de vez en cuando, y dos cascadas negras caían a ambos lados de su espalda. Me sonrió al notar que la estaba mirando. Bajé mi vista al suelo intentando disimular, pero tenía la certeza de que había sido demasiado tarde. Ya había visto el brillo blanco de mis ojos, y ya sabía lo que yo era. De todas formas estaba segura de que no le importaba demasiado, más sabiendo que había sido James, o Gabriel, quien la había contratado, es decir: la había contratado un ángel. La muchacha se hizo un hueco entre Angelo y yo, y noté como las alas del demonio vibraban con irritación. En cambio, las alas de Judie vibraban con alegría. A Angelo le molestaba la presencia de la demonio, y a Judie le hacía gracia.
- ¿Siempre es así? -preguntó la recién llegada en cuanto Angelo se levantó del asiento y se fue de la cocina.
Por mi parte miré a mi alrededor pensando en que la pregunta iba dirigida a alguien que no fuera yo, pero resultó que solo quedábamos Judie y yo en la cocina.
- Nunca lo había visto tan nervioso como ahora, la verdad...
- Entonces ya sé lo que le pasa -y acabó la frase con una sonrisa -. Tú eres Victoria, ¿cierto?
- Sí...
- He oído hablar mucho sobre tí.
- Ah. Qué bien.
No había querido sonar tan brusca, pero lo había sonado. Desde la muerte de Matt, hacía ya más o menos tres días, tenía un humor de perros, y cualquiera que me hablara recibía una contestación malhumorada. La muerte del ángel me había afectado bastante, eso quería decir que de verdad Jack y los suyos quería hacernos daño, que no era un juego. Sí, todavía quería que llegara el día en el que me dijeran que todo esto era una broma y que nadie había matado a nadie. Aún sabiendo que nada de eso iba a ocurrir. Que la muerte de Matt había sido de verdad, y que querían matar a Billie. Billie... el único que conseguía sacar la mejor parte de mí, el único que conseguía hacerme sentir bien de verdad. Y el único al cual nunca iba a poder amar de verdad y mucho menos verle todos los días. No entendía cómo iba a poder salvarle de la muerte si nunca estaba a su lado, y menos ahora que estábamos en cuarentena.
Noté como Judie se movía a mi lado, y acababa por levantarse de la silla cansada de esperar a que yo dijera algo más. Se paró en frente de mí y luego salió de la cocina dejándome sola con mis pensamientos. Como siempre que me quedaba sola me paré a observar las palabras "Rosas negras" que había escritas en la pared. Justo en el momento en el que deviaba mi mirada de la pared alguien entró en la cocina, Judie. La miré sin entender y ella sonrió encantada por la mirada que acababa de mandar.
- Siento lo de tu amigo... Matt -comentó en apenas un susurro.
- No, no lo sientes...
- Mi novio, el primer hombre al que amé, se acabó suicidando, se volvió loco y perdió la memoria. No quería ser un demonio nunca más, había llegado incluso a ir a lo que los humanos llaman psicólogo para que le quitara la sensación que le decía que no era como los humanos con los que convivía. Llegó un momento en el que no me hablaba y me rechazaba cuando intentaba algo con él. Fue hace mucho tiempo, eso es verdad, pero no puedo olvidar lo que me dijo antes de morirse... Sé lo que se siente al ver a alguien morir, sé lo que estás sintiendo ahora mismo... Pero tienes toda una vida por delante, sé que es duro, al menos los primeros dos años, pero te aseguro que acabarás encontrando a alguien que te haga sentir lo que él te hacía sentir.
- ¿Tú lo has encontrado? -le pregunté después de pensar un largo rato en lo que me había dicho.
- No... Lo intenté unas cuantas veces, pero nadie a conseguido hacerme sentir especial...
- Lo siento...
- No lo sientas... Solo procura que nunca te pase lo mismo a tí... ¿O es que ya has encontrado a alguien que te hace feliz?
Me callé. El único, como antes había dicho, que podía hacerme sentir eso era Billie Joe, y estaba tan lejos de poder hacerse realidad como que Matt resucitara.
- Tu protegido, ¿verdad? -preguntó leyéndome el pensamiento.
Yo solo giré mi cabeza, me levanté y dejé el vaso en el fregadero antes de salir de la sala e irme a mi habitación. Nada más sentarme en la cama Angelo entró en mi habitación anunciándome que era hora de empezar a ensayar con las espadas. Yo simplemente le hice caso, necesitaba algo para mantener mi mente ocupada y ésta podía ser mi gran oportunidad para conseguirlo.
El entrenamiento nos llevó como unas dos horas, hasta que yo no podía ni mantenerme de pie no paramos de atacarnos y contraatacarnos. En la decimosexta vez que Angelo me ganaba me sonrió y me mandó guardar las espadas. Todo el entrenamiento había sido observado por la nueva chica, Judie, quien sonreía con alegría. Pero el demonio la miró con cara de malos amigos y ella haciendo un gesto con la mano desapareció de la sala con sus alas flotando detrás de ella. La escena me resultó bastante cómica, y tuve verdaderos problemas para controlar la carcajada que me pedía a gritos salir de mi boca.
- ¿Por qué te pone nervioso? -le preguntó al demonio.
- No me pone nervioso.
- Lo que tú digas -repliqué dejándolo solo con las dos espadas.
¿Por qué me molestaba que a Angelo le pusiera nervioso Judie? ¿Y por qué también me molestaba que en lugar de haber muerto él hubiera acabado siendo Matt? Era como una mezcla de sentimientos encontrados que no sabía a qué lugar llevaban, pero que como no los sacara de mi interior pronto, iba a acabar por explotar de verdad.

Chapter 15. Tomorrow I'll go away.
Había quedado con Billie Joe a vernos en su casa, así que cuando dejé a Angelo solo salí de la casa dirección a la del guitarrista. Gabriel y James sabían a donde era que había ido, y por eso mismo me dejaron una espada de un demonio llamado Nergal, no podía salir de la casa sin protección, y como ya había acabado mi entrenamiento podía llevar espada. Como todas las espadas, la de Nergal me eligió a mí, no entendía como un arma demoníaca había podido elegir a un ángel como lo era yo. Una vez había leído algo acerca de ángeles que eran descendientes de demonios, no había muchos, y los pocos que había eran eliminados por gente de su mismo bando, nada decía que yo pudiera ser descendiente de un demonio, pero si la espada de éste me había elegido como su siguiente propietaria era por algo.
Tardé más o menos un cuarto de hora en llegar a casa de mi amigo, podía haber corrido hacia allí, pero necesitaba caminar, necesitaba tiempo para ordenar mis sentimientos y mis pensamientos, y andar me ayudaba a concentrarme en ello. De todos modos, un cuarto de hora no había servido de mucho que se diga, y cuando llamé a la puerta de Billie Joe, salió a abrir mi amigo en calzoncillos y sin camiseta en el pecho, solo consiguió que mis pensamientos volvieran a desordenarse. Noté como me ponía algo roja, así que bajé la mirada al suelo cuando entré en al interior de la casa, mi amigo me dejó en el sofá y él subió las escaleras hacia el piso de arriba para ponerse algo más de ropa.
Para cuando mi amigo llegó al piso de abajo, ya vestido completamente de negro, mi color rojo de la cara ya debía de haber desaparecido. Mi amigo se sentó a mi lado en el sofá y encendió la televisión sin comentar nada. Mi mirada pasó de su cara al aparato de televisión, estaban echando las noticias, algo acerca de España. Minutos después Billie apagó el aparato para mirarme profundamente a los ojos, algo en su mirada me decía que no sabía qué decirme. Opté por romper yo el hielo:
-¿Dónde están Mike y Tré? -pregunté, de verdad que yo tampoco sabía qué decirle.
-Mike con Anastasia -puso los ojos en blanco-. Y Tré... sinceramente hace unos cuantos días que no le veo por la casa.
-¿Y qué vamos a hacer?
-Frank no ha pasado por aquí, pero me ha llamado y me ha dicho que hay una especie de fiesta en la casa de un amigo, me ha preguntado si nos apetecía ir...
-Me parece buena idea -accedí. La verdad que hacía mucho tiempo que el cuerpo me pedía algo de marcha-. ¿Qué vamos a hacer mientras tanto?
-Lo que quieras... Hasta las nueve todavía nos quedan unas tres horas. ¿Has comido?
Fue entonces cuando me di cuenta de que llevaba sin llevarme nada a la boca casi un día entero, mis tripas rugieron contestando a la pregunta del cantante quien sonrió con mucha alegría.
-Vamos, te prepararé algo.
Me cogió de las manos y me llevó con él a la cocina, me hizo sentarme en una de las sillas de la sala observando como él me daba la espalda y calentaba fuego para hacer la comida. Le vi moverse de un lado a otro de la cocina, cogiendo tomate, pasta, agua, un vaso, dos platos. Billie Joe tardó en hacer espaguettis como dos horas, y cuando los terminó me puso un gran plato en frente de mí. Esperé a que mi amigo se pusiera a mi lado y que fuera él quien comenzara a comer los espaguettis. Cuando lo hizo le seguí. Me sorprendí a mí misma degustando lo que Billie Joe había hecho.
A la que acabamos de comer volvimos al salón, Billie puso una película de terror, que no daba miedo ni a la abuela del que la había rodado, al final acabamos haciendo cualquier cosa menos ver la película. El guitarrista se reía de la mala calidad de los efectos especiales, de la sangre que le salía al monstruo de un costado de la cabeza, e incluso del mal grito que dio una de las protagonistas cuando se encontró a su perfecto novio hecho trizas en el suelo del comedor.
La película acabó a eso de las ocho de la tarde, con Billie pasamos unos treinta minutos hablando de música, y a eso de las ocho y media salimos de la casa dirección al apartamento del amigo de Cool que estaba en el centro de la ciudad. Nos montamos en el ascensor, y apretamos al botón número quince donde era que se daba la fiesta. Pero en el piso número diez el maldito ascensor se quedó parado y fue ese el momento en el que tuve que luchar porque mis sentimientos hacia Billie no afloraran. Pero no sirvió, la temperatura bajó bastante, y comencé a tiritar y Billie Joe se acercó a mí y me abrazó dándome calor. Por alguna razón comencé a llorar como una estúpida, me convulsionaba y mis lágrimas salían de mis ojos seguidamente, una tras otra, sin parar.
-¿Te encuentras bien? -preguntó Billie Joe con su cara metida entre mi pelo.
-No... mucho...
-¿Qué te pasa? -se separó de mí y me miró a los ojos.
-No... lo sé... -conseguí decir a duras penas.
-¿Es por Matt?
Negué con la cabeza, de verdad que no era por Matt...
-¿Entonces?
A continuación, ninguno de los dos habló. Ambos nos quedamos mirándonos a los ojos, los verdes cristalinos de Billie brillaban, y los míos volvían a llorar. Odiaba cuando me pasaban cosas así, pero no pude hacer nada para conseguir que las lágrimas no salieran de nuevo. En ese momento lo único que pasó por mi mente fue la escena en la que me encontraba, mi cuerpo abrazado al de Billie Joe, solos encerrados en un ascensor, yo llorando y él observándome como con adoración. Cualquier persona normal caería en un momento así, y por supuesto que yo no fui menos que cualquier persona normal, a pesar de no ser yo nada de eso. Tardé poco tiempo más en caer. Billie se acercó más de lo que ya lo estaba a mí, noté aún más el calor que desprendía su cuerpo, noté sus labios en los míos, el guitarrista aumentó el beso cada vez más, le seguí en el beso poco a poco. Su cuerpo se apretó más contra mí, sus labios se separaron de los míos y bajaron hacia mi cuello, un escalofrío recorrió mi cuerpo.
No notamos que las puertas se había abierto hasta que no oímos la voz de nuestro amigo Tré Cool diciendo:
-¿No podíais esperar a estar un poco borrachos?

Chapter 16. The end of all.
Después de lo de la fiesta volvió a pasar varias veces, pero éstas en casa de Billie Joe. Teníamos que mantenerlo en secreto, pero eso no evitó que siguiéramos viéndonos de vez en cuando. Quedábamos casi todas las tardes para ver películas, pero, como era lógico, siempre acabábamos de la misma forma. Nos besábamos por las esquinas y siempre que podíamos, algunas veces nos habían pillado Mike o Tré, hacían comentarios de burla y se iban dejándonos solos de nuevo. Me gustaba estar así, después de lo de Matt no quería ir tan rápido... Y bastante había hecho besándome con mi protegido a penas unas semanas de la muerte del ángel. Pero no todo había acabado en la muerte de Matt, todavía quedában unas cuantas muertes más...
Una de las tardes en las que estaba en la casa de Billie Joe sonó el timbre de la entrada. Fui yo quien abrió la puerta, James entró en la casa, se le notaba que había venido corriendo, estaba rojo como un tomate. Cuando consiguió reponerse de la carrera me contó por qué había venido tan a prisa:
-Necesitamos tu ayuda -fue lo primero que dijo-. Han secuestrado a Angelo.
Tardé menos de cinco minutos en reaccionar y salí corriendo de la casa hacia la que compartía con James, Angelo y hacía poco con Judie. No me entretuve ni siquiera en despedirme de Billie Joe. Seguramente Judie me necesitaba más que nadie en este momento.
Cuando llegué a la puerta de entrada suspiré y me atreví a cruzarla yendo hacia el salón. Todos estában dentro. Judie estaba en una esquina de la sala mirando al suelo seguramente llorando, a unos cinco metros de ella estaba un ángel, era rubio, de ojos azules y se parecía un poco bastante a Axl el cantante de los Guns 'n Roses; y sentado en el sofá del salón estaba Gabriel, tenía la cabeza apoyada en sus manos y pronunciaba unas palabras desconocidas para mí. Minutos después llegaron James y Billie, el segundo se acercó a mí y me abrazó con cariño. Por su parte, James se acercó a Gabriel y habló con él durante unos minutos en un idioma que me pareció español.
Desvié mi concentración de la conversación de Gabriel y James, de la cual no entendía una mierda, y busqué con mi mirada a Judie quien había desaparecido, el nuevo ángel me señaló la puerta del salón con la cabeza y yo asentí despacio. Me fui de Billie Joe y salí al pasillo en busca de mi amiga Judie. Entré en su habitación pero no estaba, tampoco se encontraba en la habitación de Angelo, y fue entonces cuando tuve una corazonada, me dirigí a la sala donde me entrenaba con Angelo con decisión, para mi sorpresa tampoco había rastro de Judie ahí, hasta que me fijé en que la puerta de las espadas estaba abierta. Escuché atentamente y pude percibir unos cuantos sollozos. Poco a poco me acerqué a la puerta de la sala, y cuando asomé mi cabeza por ella mi nueva amiga se dio la vuelta.
-Judie -le dije con cuidado.
-Voy a ir a buscarle -fue lo único que me contestó.
-Te acompaño.
-No -repuso ella, pero no le hice caso.
-Te acompaño y no hay vuelta atrás.
A continuación, no dijo nada, cogió su espada y la de Angelo y me dio la mía. Juntas salimos de la sala de entrenamiento y nos dirigimos a la puerta de atrás que daba al jardín, no queríamos que nadie se enterara de que nos habíamos ido en busca de Angelo. Saltamos el muro de la casa y nos dirigimos al bosque donde me había visto con Billie Joe después de la muerte de Matt. Nos adentramos entre los árboles con sigilo, y fue entonces cuando escuchamos unas voces a lo lejos, era la voz de Jack y de otra persona que no pude ubicar. Nos acercamos hacia donde se habían escuchado las voces y observamos en silencio detrás de unos árboles. En el claro estaban Jack hablándole a Angelo que estaba atado a uno de los árboles, y junto a ellos se alzaban cinco figuras, pude observar que dos de ellas era ángeles, lo supe por lo brillante de sus alas. Me quedé petrificada, ¿así que era verdad? ¿Había ángeles ayudando a Jack y los suyos?
Noté que una sombra se movía a mi lado, había sido Judie quien ahora se había acercado a otro de los árboles del claro, y observaba con curiosidad la escena con su espada en guardia. Volví a poner mi atención en Jack quien ahora se acercaba a Angelo y le cogía del pelo tirándole de la cabeza hacia atrás.
-Nadie va a venir a buscarte -le dijo fríamente, pero mi amigo le plantó cara.
-Eso es lo que tú te crees.
-Mientes.
Le dio un golpe contra el tronco del árbol, y las manos del demonio resvalaron de su espalda y dejó ver que había conseguido deshacerse de las correas que le ataban al árbol. Fue entonces cuando Jack sacó su espada y se disponía a descargarla contra mi amigo, Judie fue más rápida y se lo impidió con una estacada de su espada, pero me di cuenta que para ese momento Jack ya había desaparecido. Observé cómo los demonios y ángeles se les acercaban por detrás a Judie y a Angelo.
-NOOOOOOOOOO -grité consiguiendo hacerles darse cuenta de que los iban a atacar.
Corrí a su encuentro y me coloqué a su lado. Nuestros enemigos se disponían a atacarnos. A continuación y casi sin darme tiempo a reaccionar, me di cuenta de Angelo se encontraba luchando contra dos de los demonios, Judie con un demonio y un ángel y yo con el ángel que quedaba. Noté la adrenalina recorrer mi interior al mismo tiempo que atacaba a mi enemigo con gran velocidad. Fui más rápida que el ángel y conseguí hacerle caer a mis pies, con un poco de lástima incrusté mi espada en su cuerpo y vi como el alma del hermoso ser desaparecía de este mundo y se iba a con las demás almas. Pero había sido demasiado lenta al separarme del cuerpo del ángel sin vida que acababa de matar, el otro ángel que quedaba y que había conseguido irse de Judie clavó su espada en mi espalda. Cuando noté el dolor detrás de mí abrí los ojos como platos por la sorpresa, me llevé la mano al pecho y pude ver aunque estaba oscuro que tenía sangre. Lo siguiente que recuerdo fue que todo se puso negro a mi alrededor y caí medio desmayada al suelo. Judie y Angelo consiguieron matar a los enemigos, y el demonio mató al ángel que me acababa de derrotar. Mi amigo se arrodilló a mi lado, y Judie hizo lo propio, pude ver que ámbos tenían lágrimas en sus ojos. A duras penas pude sonreír, y con un poco bastante de esfuerzo conseguí decir:
-Cui...dad... a...billie...mejor... de lo que yo he... podido...
-Vic, no, te vas a poner bien -dijo Judie, Angelo sin embargo no comentó nada, se lo agradecí.
-Gracias por... todo.
Llevé mi ensangrentada mano hacia la cara de Angelo, y le acaricié en un último acto. A continuación, noté que el dolor se estendía por todo mi cuerpo para acabar desapareciendo del todo. Mis ojos se cerraron y lo último que sentí fue mi cabeza caer hacia atrás. Todo había acabado... por fin...
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